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¡Cómo! ¿Tan gran perturbación te asedia?…

[Poema - Texto completo.]

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Encargado por la dirección de un periódico
de la crítica de una comedia sátira

 

¡Cómo! ¿Tan gran perturbación te asedia
Porque te ordenan -con rigor y prisa
Juicio crítico hacer de una comedia?
¡Por Dios, que al ver a tu ánima indecisa
En trance tal (perdona si te enfado),
Cualquiera puede reventar de risa.
¿Imaginas tal vez, pecho cuitado,
Que para censurar una obra de arte
Has menester de un gusto delicado?
¿Qué talento tampoco ha de faltarte,
Ni juicio, ni instrucción, ni orden que guíe
A ver y a examinar parte por parte?
Juro, si piensas tal, que me desvíe
para siempre de ti, como de un zote,
Por más que tierna tu amistad porfíe.
¿Hay, por ventura, estulto monigote,
Ignorante rapaz, coplero oscuro,
Que por cosa tan nimia se alborote?
¿Hay quien no sepa dar un golpe duro
Aún a la misma virginal Talía,
Con fuerte brazo y corazón seguro?
Si no lo emprendes tú, por vida mía
Que no sin cascabel quedará el gato,
Y su pena tendrá tu cobardía;
Pues no has de ver expuesto tu retrato
En baratillos mil, ni en gacetillas
Te han de llamar ilustre literato.
Para crear de ingenio maravillas,
Desvélense Gallegos y Quintanas,
Y Hartzenhusches, y Vegas, y Zorrillas.
Tú -sin recurso de las nueve hermanas-
Si esa tu indigna timidez sacudes,
Nombre a la par de sus ingenios ganas.
Y trabaje Bretón, que -sin que sudes
Para agradar, con su feliz constancia-
Que te has de ver más popular no dudes.
¡Eh! ¡Dispón el papel! Poco en sustancia
Te conviene decir: moja la pluma,
Y comienza a escribir con arrogancia.
«Juicio crítico.» ¡Bien! ¡Como la espuma
Tu gloria va a crecer! -Mas ¿qué diremos?
-Para empezar y terminar, en suma,
Basta elegir entre los dos extremos
Y exclamar: -«La comedia es un dislate.»
O -«¡hay en ella doquier rasgos supremos!»
Lo primero es mejor: loar a un vate
Que adquiere gloria o acumula plata,
Es, yo lo afirmo, insigne disparate.
Otra cosa ha de ser cuando se trata
De inofensivo autor o gente nuestra
¿Quién a los suyos con rigor maltrata?
Mas para caso tal, nula es tu diestra,
La juzga bien el que escribió la obra,
Y sus mismos elogios das por muestra.
Mas miro que renace tu zozobra:
¿Qué mosca te picó? Dilo y escribe,
Que para meditar tiempo te sobra.
-Quiero saber si el juicio se suscribe.
-¿El juicio suscribir?… Loco te creo:
¿Quién duda igual sin delirar concibe?
Muy ignorante estás, por lo que veo,
De la crítica que hay en nuestra España,
O es que naciste para ser pigmeo.
No se firma jamás cuando con saña
Se le zurra a un autor, que capaz fuera
De contestar con fabuleja extraña
¿Zapatero?… -¡Cabal! Mas la parlera
Fama, divulga el recatado nombre,
Por la voz de una turba vocinglera.
Esa turba es de amigos; no te asombre;
Ellos dirán: -«La crítica es sublime:
La hizo Fulano.» Y cátate grande hombre.
¿Qué te habrá de importar que desestime
Tu censura el autor, que docta gente
Exclame con dolor -y esto se imprime?
Tú no por eso abatirás la frente,
Y el vulgo, que verá tu aire triunfante,
Acatará tu fallo reverente.
-Mas lo habré de fundar. -¡Calla, ignorante!
¿A qué viene pensar en fundamento,
Si tu edificio debe ser flotante?
¡Es mala comedia! Aquí está el cuento.
Es mala, y basta… porque yo lo digo;
¡Estilo pobre… pésimo argumento!
-Mas como del aplauso fui testigo,
¿He de afirmar que el público se engaña?
¿Del voto general me haré enemigo?
-No; pero puedes deslizar con maña
Que llenaba el local una pandilla
De amigos del autor; o que en España
El mostrarse cortés no es maravilla,
Y que a esta condición -tan oportuna-
Alto triunfo debió mísera obrilla.
Puedes decir también que allá en su cuna
Tuvo el autor benéfica influencia
De alguna estrella o de la misma luna;
Mas que, en medio de todo, es por esencia
Un zopenco, un estúpido, un ilota,
Que sólo alcanza de agradar la ciencia.
-¡No es poco, por mi vida! Pero nota
Que sólo comenzado el juicio tengo.
-Pues no habrás de añadir ni aun una jota.
Bueno está como está; yo lo sostengo;
No hay para qué meternos en hondura:
Lo esencial dicho está, y a ello me atengo.
Eso de analizar empresa es dura,
Y nadie tan sin miedo criticara
Si exigiese razones la censura.
Si saber demandase, cosa es clara
Que tanto parlanchín folletinista
Temblar al comenzar, de pies a cara.
Mas por milagro un diario se conquista
La pluma de algún crítico discreto,
Y siempre encuentra a la ignorancia lista.
Ella le saca del perenne aprieto,
Y, ora mime al autor ora le zurre,
Nunca el arte infeliz halla respeto.
Si sesudo lector rabia o se aburre
Del necio elogio o torpe vituperio,
Otro, por diversión, a ellos recurre.
Y ni estólidos faltan, que al criterio
Del intruso censor la frente inclinen,
Por ejercer de su eco el ministerio.
Corre, pues, ¡vive Dios!, no te acoquinen
Los descontentos que doquier pululan;
Mas los necios serán que te apadrinen.
Adula o pega a tu placer: circulan,
Buenos o malos, los escritos todos
Que en las activas prensas se acumulan.
Nuestra patria feliz por varios modos
Protege a los audaces, y aún levanta
A muchos, ¡ay!, que estaban entre lodos.
Así nuestra cultura se adelanta,
Y a fe que los quejosos escritores
Se divierten también en gresca tanta;
Pues ya entusiasmo encuentren, ya rigores,
Del oso bailarín hacen recuerdo,
Y al escuchar dicterios o loores
Saben si es mono el que los dice, o cerdo.



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