Ya, desengaño mío,
llegasteis al extremo
que pudo en vuestro ser
verificar el serlo.
Todo lo habéis perdido:
mas no todo, pues creo
que aun a costa es de todo
barato el escarmiento.
No envidiaréis de amor
los gustos lisonjeros
que está un escarmentado
muy remoto del riesgo.
El no esperar alguno
me sirve de consuelo,
que también es alivio
el no buscar remedio.
En la pérdida misma
los alivios encuentro,
pues si perdí el tesoro,
también se perdió el miedo
No tener qué perder
me sirve de sosiego,
que no teme ladrones
desnudo el pasajero.
Ni aun la libertad misma
tenerla por bien quiero,
que luego será daño
si por tal la poseo.
No quiero más cuidados
de bienes tan inciertos,
sino tener el alma
como que no la tengo.
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