Con tropel de asuntos y maraña de hechos,
el día poco a poco a la sombra se fue.
Dos en la habitación, yo y Lenin:
fotografía en la blanca pared.
La boca en tensión de discurso,
los bigotes se adelantan enhiestos;
en las arrugas de la frente se condensa
el pensamiento humano,
en inmensa frente, inmenso pensamiento.
Es seguro, ante Lenin desfilan miles de personas…
Bosques de banderas, hierbazal de brazos…
Me alzo de la silla con radiante júbilo.
¡Quisiera uno ir, saludar, informar!
“Camarada Lenin, le informo,
no por deber, sí por afán del alma.
Camarada Lenin, un trabajo infernal
se está realizando, se realiza ya.
Damos la luz, vestimos a pobres y desnudos,
crece la extracción de carbón y mineral.
Y a la vez, junto a esto,
cuánta, cuánta
soez y cuánta necedad.
Te cansas de defenderte,
de andar a dentelladas.
Muchos sin usted
de la mano se fueron.
Cuántos infames
de todas las calañas andan por nuestra tierra
y en torno a nuestro suelo.
No se puede ni contar lo que son ni motejarlos.
Toda una cadena de tipos se extiende.
Kulaks y burócratas, adulones,
sectarios y borrachos
van, orgullosos, el pecho abombado,
con estilográficas e insignias a montones.
Nosotros, a todos,
sin duda, los aplastaremos.
Mas aplastar
a todos es siempre difícil.
¡Camarada Lenin,
en las humeantes fábricas, en la tierra
cubierta de nieves y de trigos,
camarada,
con vuestro corazón y vuestro nombre
pensamos, respiramos, luchamos y vivimos!”
Con tropel de asuntos y maraña de hechos,
el día poco a poco a la sombra se fue.
Dos en la habitación, yo y Lenin:
fotografía en la blanca pared.
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