La memoria de esta vida,
tranvías, sol, gorriones,
frivolidades sin control
parecidas al fluido del mercurio del termómetro,
porque los patos gritan en alguna parte
allá arriba sus últimos gritos, como fino papel delgado,
porque los niños chillan desconsoladamente
(¡recordemos que la vida de los niños es muy apacible!),
porque en la borrachera la luz de las estrellas
aúlla sobre la luna nueva,
las medias molestan un poquito en la rodilla,
con si tuvieran oro en sí mismas con un sonido dado por el sol
como el recuerdo de lo vivido,
porque hay resina en el tronco de los árboles,
porque enloquecido me equivoqué
pensando que mi vida se había acabado para siempre,
como la memoria de mi vida
tú te apareciste ni muy tarde ni muy temprano
exactamente a la hora precisa, como yo,
con mi sonrisa, amputado
de memorias como si estuviera en una tumba.
Y yo otra vez, rodando entre
caballos pintados, con mucho gusto puedo cambiar
un sólo recuerdo de la vida
por todos los recuerdos juntos.
1974
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