Cuando sobre la guerra despertaba la mañana,
él se vistió y salió y murió,
su pelo bostezó liberado, disperso por un golpe de viento,
cayó en el lugar que amaba sobre la piedra volada de la calle,
y sobre los granos fúnebres del suelo asesinado.
A su calle de espaldas, decidle que él detuvo un sol
y que los cráteres de sus ojos dispararon balazos y fuego
cuando todas las llaves se lanzaron desde las cerraduras y se pusieron a tañer.
No escarbéis más en las cadenas de su canoso corazón.
La ambulancia del cielo arrastrada por una congregación de heridas
espera el anillo de la espada en la jaula.
Oh apartad sus huesos de ese carro común,
está volando la mañana sobre las alas de su edad
y hay cien cigüeñas que se posan sobre la mano derecha del sol.