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Cuentos de Canterbury

Sección segunda - Prólogo del magistrado

[Cuento - Texto completo.]

Geoffrey Chaucer

PRÓLOGO DEL MAGISTRADO

¡Qué desgraciado es ser pobre o ser humillado por la sed, hambre o frío, y avergonzarse de pedir limosna! Y si no se pide, la misma carencia, a pesar del cuidado en ocultarla, descubre las escondidas heridas: indigencia, robo, mendicidad y pedir prestado.

Criticáis a Cristo y os lamentáis amargamente de que distribuyera equivocadamente los bienes terrenos. Acusáis a vuestro vecino de forma pecaminosa porque decís que tiene de todo y vosotros apenas nada. «¡Por Dios! -exclamáis-, va a ser condenado.» Sentirá los efectos del fuego por no haber auxiliado a los menesterosos.

Escuchad el proverbio de los sabios: «Es mejor morir que ser indigente». «A causa de su pobreza, el vecino será despreciado». Despídete de la consideración si eres pobre.

Considera también esta frase de los sabios: «Los días de los hombres menesterosos son malvados». Procura, pues, no llegar a esta situación.

Si eres pobre, tu hermano te odia. Tus amigos se escabullen. ¡Qué desgracia! ¡Oh ricos mercaderes! ¡Llenos de riquezas! ¡Nobles y prudentes gentes! ¡Sois afortunados! Vuestras bolsas no están repletas de dobles ases, sino con un cinco-seis que os convierte en ganadores. La Navidad os dará pretexto para bailar.

Escudriñáis tierra y mar para incrementar vuestras ganancias. Como hombres sagaces, sois sabedores de las diversas situaciones políticas de los vecinos. Facilitáis noticias acerca de la paz y la guerra. Si no fuese por un mercader, ahora no tendría cuento que contar. Recuerdo el que me refirió hace mucho tiempo. Decía así:



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