… de verdad que morir yo quiero pues aquella llorando se fue de mí.
Y al marchar me decía: Ay, Safo, qué terrible dolor el nuestro que sin yo desearlo me voy de ti.
Pero yo contestaba entonces: No me olvides y vete alegre sabes bien el amor que por ti sentí,
y, si no, recordarte quiero, por si acaso a olvidarlo llegas, cuánto hermoso a las dos nos pasó y feliz:
las coronas de rosas tantas y violetas también que tú junto a mí te ponías después allí,
las guirnaldas que tú trenzabas y que en torno a tu tierno cuello enredabas haciendo con flores mil,
perfumado tu cuerpo luego con aceite de nardo todo y con leche y aceite del de jazmín.
recostada en el blando lecho, delicada muchacha en flor, al deseo dejabas tú ya salir.
Y ni fiesta jamás ni danza, ni tampoco un sagrado bosque al que tú no quisieras conmigo ir. …
|