Mientras errante por extraño suelo me acuerde de mi patria; mientras el santo amor de la familia guarde mi alma; mientras tenga mi mente inspiraciones, sonidos mi garganta; mientras la sangre por mis venas corra, tengo que amarla.
Mientras pueda a los cielos levantarse tranquila mi mirada; mientras me dé su aroma delicado la flor de la esperanza; mientras tenga de amor gratos ensueños ilusiones doradas; mientras tenga vida y sentimiento, tengo que amarla.
Mientras guarde el santuario de mi pecho de gratitud la llama; mientras recuerde de mi dulce niña el dolor y las lagrimas; mientras recuerde que mi amor ha sido su dicha y su desgracia; mientras haya virtud, lealtad, nobleza, tengo que amarla.
¡Sean mis sueños de placer y dicha como sombras livianas; sea mi pobre corazón un campo sin verdor ni fragancia; que no encuentre jamás en mi existencia auroras de bonanza; que mi vida sea un largo sufrimiento, primero que olvidarla!
Que no pruebe jamás la miel del beso de mi madre adorada; que nunca aborde mi velera nave al puerto de mi patria; que las olas arrojen mi cadáver sobre ignorada playa, todo, todo, lo juro! lo prefiero primero que olvidarla.
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