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Del rey abajo, ninguno

[Teatro - Texto completo.]

Francisco de Rojas Zorrilla

PERSONAJES
DON GARCÍA,   labrador.
DOÑA BLANCA,   labradora.
TERESA,    labradora.
BELARDO,   viejo.
DON MENDO.
BRAS.
EL REY.
LA REINA.
EL CONDE DE ORGAZ,   viejo.
TELLO,   criado.
Dos caballeros.
Músicos.
Labradores.

 


Jornada I

  Sale el REY con banda roja atravesada, leyendo un memorial, y DON MENDO.

 

REY
   Don Mendo, vuestra demanda
he visto.
DON MENDO
Decid querella;
que me hagáis, suplico en ella,
caballero de la Banda.
   Dos meses ha que otra vez 5
esta merced he pedido;
diez años os he servido
en Palacio y otros diez
   en la guerra, que mandáis
que esto preceda primero 10
a quien fuere caballero
de la insignia que ilustráis.
   Hallo, señor, por mi cuenta,
que la puedo conseguir,
que, si no, fuera pedir 15
una merced para afrenta.
   Respondióme lo vería;
merezco vuestro favor,
y está en opinión, señor,
sin ella la sangre mía. 20
REY
   Don Mendo, al Conde llamad.
DON MENDO
Y a mi ruego, ¿qué responde?
REY
Está bien; llamad al Conde.
DON MENDO
El Conde viene.
REY
Apartad.
  (Sale el CONDE con un papel.)

 

DON MENDO
    Pedí con satisfacción 25
la Banda, y no la pidiera
si primero no me hiciera
yo propio mi información.
REY
    ¿Qué hay de nuevo?
CONDE
En Algecira
temiendo están vuestra espada; 30
contra vos el de Granada
todo el África conspira.
REY
    ¿Hay dineros?
CONDE
Reducido
en este veréis, señor,
el donativo mayor 35
con que el reino os ha servido.
REY
   La información, ¿cómo está
que os mandé hacer en secreto,
Conde, para cierto efeto
de don Mendo? ¿Hízose ya? 40
CONDE
    Sí, señor.
REY
¿Cómo ha salido?
La verdad, ¿qué resultó?
CONDE
Que es tan bueno como yo.
REY
La gente con que ha servido
   mi reino, ¿será bastante 45
para aquesta empresa?
CONDE
Freno
seréis, Alfonso el Onceno,
con él del moro arrogante.
REY
   Quiero ver, conde de Orgaz,
a quién deba hacer merced 50
por sus servicios. Leed.
CONDE
El reino os corone en paz
   adonde el Genil felice
arenas de oro reparte.
REY
Guárdeos Dios, cristiano Marte. 55
Leed, don Mendo.
DON MENDO
Así dice:
   «Lo que ofrecen los vasallos
para la empresa a que aspira
Vuestra Alteza, de Algecira:
En gente, plata y caballos, 60
   don Gil de Albornoz dará
diez mil hombres sustentados;
el de Orgaz dos mil soldados;
el de Astorga llevará
   cuatro mil, y las ciudades 65
pagarán diez y seis mil;
con su gente hasta el Genil
irán las tres Hermandades
   de Castilla; el de Aguilar
con mil caballos ligeros, 70
mil ducados en dineros;
García del Castañar
   dará para la jornada
cien quintales de cecina,
dos mil fanegas de harina 75
y cuatro mil de cebada;
   catorce cubas de vino,
tres hatos de sus ganados,
cien infantes alistados,
cien quintales de tocino; 80
   «y doy esta poquedad
porque el año ha sido corto,
más ofrézcole, si importo
también a Su Majestad,
   un rústico corazón 85
de un hombre de buena ley,
que aunque no conoce al Rey,
conoce su obligación.»
REY
   ¡Grande lealtad y riqueza!
DON MENDO
Castañar, humilde nombre. 90
REY
¿Dónde reside este hombre?
CONDE
Oiga quién es Vuestra Alteza:
   Cinco leguas de Toledo,
Corte vuestra y patria mía,
hay una dehesa adonde 95
este labrador habita,
que llaman el Castañar
que con los montes confina,
que desta imperial de España
son posesiones antiguas. 100
En ella un convento yace
al pie de una sierra fría,
del caballero de Asís,
de Cristo efigie divina,
porque es tanta de Francisco 105
la humildad que le entroniza,
que aun a los pies de una sierra
sus edificios fabrica.
Un valle el término incluye
de castaños, y apellidan 110
del Castañar, por el valle,
al convento y a García,
adonde, como Abraham,
la caridad ejercita,
porque en las cosechas andan 115
el cielo y él a porfía.
Junto del convento tiene
una casa compartida
en tres partes: una es
de su rústica familia, 120
copioso albergue de fruto
de la vid y de la oliva,
tesoro donde se encierra
el grano de las espigas,
que es la abundancia tan grande 125
del trigo que Dios le envía,
que los pósitos de España
son de sus trojes hormigas;
es la segunda un jardín
cuyas flores, repartidas, 130
fragantes estrellas son
de la tierra y del sol hijas,
tan varias y tan lucientes
que parecen, cuando brillan,
que bajó la cuarta esfera 135
sus estrellas a esta quinta;
es un cuarto la tercera
en forma de galería,
que de jaspes de San Pablo
sobre tres arcos estriba; 140
ilústranle unos balcones
de verde y oro, y encima
del tejado de pizarras
globos de esmeraldas finas;
en él vive con su esposa 145
Blanca, la más dulce vida
que vio el amor, compitiendo
sus bienes con sus delicias,
de quien no copio, señor,
la beldad que el sol envidia, 150
porque agora no conviene
a la ocasión ni a mis días;
baste deciros que siendo
sus riquezas infinitas,
con su esposa comparadas, 155
es la menor de sus dichas.
Es un hombre bien dispuesto,
que continuo se ejercita
en la caza, y tan valiente
que vence a un toro en la lidia. 160
Jamás os ha visto el rostro
y huye de vos, porque afirma
que es sol el Rey y no tiene
para tantos rayos vista.
García del Castañar 165
es éste y os certifica
mi fe que, si le lleváis
a la guerra de Algecira,
que llevéis a vuestro lado
una prudencia que os rija, 170
una verdad sin embozo,
una agudeza advertida,
un rico sin ambición,
un parecer sin porfía,
un valiente con discurso 175
y un labrador sin malicia.
REY
    ¡Notable hombre!
CONDE
Os prometo
que en él las partes se incluyen,
que a Palacio constituyen
un caballero perfeto. 180
REY
   ¿No me ha visto?
CONDE
Eternamente.
REY
Pues yo, Conde, le he de ver;
dél experiencia he de hacer;
yo y don Mendo solamente
   y otros dos hemos de ir; 185
pues es el camino breve,
la cetrería se lleve
porque podamos fingir
   que vamos a caza, que hoy
desta suerte le he de hablar, 190
y en llegando el Castañar
ninguno dirá quién soy.
   ¿Qué os parece?
CONDE
La agudeza
a la ocasión corresponde.
REY
Prevenid caballos, Conde. 195
CONDE
Voy a serviros.
  (Vase, y sale la REINA.)

 

DON MENDO
Su Alteza.
REINA
    ¿Dónde, señor?
REY
A buscar
un tesoro sepultado
que el Conde ha manifestado.
REINA
¿Lejos?
REY
En el Castañar.
200
REINA
    ¿Volveréis?
REY
Luego que ensaye
en el crisol su metal.
REINA
Es la ausencia grave mal.
REY
Antes que los montes raye
   el sol, volveré, señora, 205
a vivir la esfera mía.
REINA
Noche es la ausencia.
REY
Vos, día.
REINA
Vos, mi sol.
REY
Y vos, mi aurora.
  (Vase la REINA.)

 

DON MENDO
   ¿Qué decís a mi demanda?
REY
De vuestra nobleza estoy 210
satisfecho, y pondré hoy
en vuestro pecho esta banda;
   que si la doy por honor
a un hombre indigno, don Mendo,
será en su pecho remiendo 215
en tela de otra color,
   y al noble seré importuno
si a su desigual permito,
porque, si a todos admito,
no la estimará ninguno. 220
  (Vanse, y sale DON GARCÍA, labrador.)

 

DON GARCÍA
    Fábrica hermosa mía,
habitación de un infeliz dichoso,
oculto desde el día
que el castellano pueblo vitorioso,
con lealtad oportuna, 225
al niño Alfonso coronó en la cuna.
   En ti vivo contento,
sin desear la Corte o su grandeza,
al ministerio atento
del campo donde encubro mi nobleza, 230
en quien fui peregrino
y estraño huésped, y quedé vecino.
   En ti, de bienes rico,
vivo contento con mi amada esposa,
cubriendo su pellico 235
nobleza, aunque ignorada, generosa;
que aunque su ser ignoro,
sé su virtud y su belleza adoro.
   En la casa vivía
de un labrador de Orgaz, prudente y cano; 240
vila, y dejóme un día,
como suele quedar en el verano,
del rayo a la violencia,
ceniza el cuerpo, sana la apariencia.
   Mi mal consulté al Conde, 245
y asegurando que en mi esposa bella
sangre ilustre se esconde,
caséme amante y me ilustré con ella,
que acudí, como es justo,
primero a la opinión y luego al gusto. 250
   Vivo en feliz estado,
aunque no sé quién es y ella lo ignora,
secreto reservado
al Conde, que la estima y que la adora;
ni jamás ha sabido 255
que nació noble el que eligió marido
   mi Blanca, esposa amada,
que divertida entre sencilla gente
de su jardín traslada
puros jazmines a su blanca frente. 260
Mas ya todo me avisa
que sale Blanca, pues que brota risa.
  (Salen DOÑA BLANCA, labradora, con flores, BRAS, TERESA, y BELARDO, viejo, y MÚSICOS pastores.)

 

MÚSICOS
Ésta es blanca como el sol,
   que la nieve no.
Ésta es hermosa y lozana, 265
   como el sol,
que parece a la mañana,
   como el sol,
que aquestos campos alegra,
   como el sol, 270
con quien es la nieve negra,
y del almendro la flor.
Ésta es blanca como el sol,
   que la nieve no.
DON GARCÍA
   Esposa, Blanca querida, 275
injustos son tus rigores,
si por dar vida a las flores
me quitas a mí la vida.
DOÑA BLANCA
   Mal daré vida a las flores
cuando pisarlas suceda, 280
pues mi vida ausente queda
adonde animas amores;
   porque así quiero, García,
sabiendo cuánto me quieres,
que si tu vida perdieres, 285
puedas vivir con la mía.
DON GARCÍA
   No habrá merced que sea mucha,
Blanca, ni grande favor
si le mides con mi amor.
DOÑA BLANCA
¿Tanto me quieres?
DON GARCÍA
Escucha:
290
   No quiere el segador al aura fría,
ni por abril el agua mis sembrados,
ni yerba en mi dehesa mis ganados,
ni los pastores la estación umbría,
   ni el enfermo la alegre luz del día, 295
la noche los gañanes fatigados,
blandas corrientes de amenos prados,
más que te quiero, dulce esposa mía;
   que si hasta hoy su amor desde el primero
hombre juntaran, cuando así te ofreces, 300
en un sujeto a todos les prefiero;
   y aunque sé, Blanca, que mi fe agradeces,
y no puedo querer más que te quiero,
aun no te quiero como tú mereces.
DOÑA BLANCA
   No quieren más las flores al rocío, 305
que en los fragantes vasos el sol bebe;
las arboledas la deshecha nieve,
que es cima de cristal y después río;
   el índice de piedra al norte frío,
el caminante al iris cuando llueve, 310
la obscura noche la traición aleve,
más que te quiero, dulce esposo mío;
   porque es mi amor tan grande, que a tu nombre
como a cosa divina construyera
aras donde adorarle, y no te asombre, 315
   porque si el ser de Dios no conociera,
dejara de adorarte como hombre,
y por Dios te adorara y te tuviera.
BRAS
   Pues están Blanca y García
como palomos de bien, 320
resquiebrémonos también,
porque desde ellotri día
   tu carilla me engarrucha.
TERESA
Y a mí tu talle, mi Bras.
BRAS
Mas que te quiero yo más. 325
TERESA
   ¡Mas que no!
BRAS
Teresa, escucha:
   Desde que te vi, Teresa,
en el arroyo a pracer,
ayudándote a torcer
los manteles de la mesa, 330
   y torcidos y lavados,
nos dijo cierto estodiante:
«Así a un pobre pleiteante
suelen dejar los letrados»;
   eres de mí tan querida 335
como lo es de un logrero
la vida de un caballero
que dio un juro de por vida.
  (Sale TELLO.)

 

TELLO
   Envidie, señor García,
vuestra vida el más dichoso. 340
Sólo en vos reina el reposo.
DOÑA BLANCA
¿Qué hay, Tello?
TELLO
¡Oh, señora mía!
   ¡Oh, Blanca hermosa, de donde
proceden cuantos jazmines
dan fragancia a los jardines! 345
Vuestras manos besa el Conde.
DOÑA BLANCA
    ¿Cómo está el Conde?
TELLO
Señora,
a vuestro servicio está.
DON GARCÍA
Pues, Tello, ¿qué hay por acá?
TELLO
Escuchad aparte agora: 350
   Hoy, con toda diligencia,
me mandó que éste os dejase
y respuesta no esperase.
Con esto, dadme licencia.
DON GARCÍA
   ¿No descansaréis?
TELLO
Por vos
355
me quedara hasta otro día;
que no han de verme, García,
los que vienen cerca. Adiós…

 (Vase.) 

DON GARCÍA
   El sobre escrito es a mí.
¿Mas que me riñe, porque 360
corto el donativo fue
que hice al Rey? Mas dice así:
   «El Rey, señor don García,
que su ofrecimiento vio,
admirado preguntó 365
quién era vueseñoría;
   díjele que un labrador
desengañado y discreto,
y a examinar va en secreto
su prudencia y su valor. 370
    No se dé por entendido,
no diga quién es al Rey,
porque aunque estime su ley,
fue de su padre ofendido,
   y sabe cuánto le enoja 375
quien su memoria despierta.
Quede adiós, y el Rey, advierta
que es el de la banda roja.
   El conde de Orgaz, su amigo».
Rey Alfonso, si supieras 380
quién soy, ¡cómo previnieras
contra mi sangre el castigo
    de un difunto padre!
DOÑA BLANCA
Esposo,
silencio y poco reposo
indicios de triste son. 385
    ¿Qué tienes?
DON GARCÍA
Mándame, Blanca,
en éste el Conde, que hospede
a unos señores.
DOÑA BLANCA
Bien puede,
pues tiene esta casa franca.
BRAS
   De cuatro rayos con crines, 390
generación española,
de unos cometas con cola,
o aves, y al fin rocines,
   que andan bien y vuelan mal,
cuatro bizarros señores 395
que parecen cazadores,
se apean en el portal.
DON GARCÍA
   No te des por entendida
de que sabemos que vienen.
TERESA
¡Qué lindos talles que tienen! 400
BRAS
¡Pardiez, que es gente llocida!
  (Salen el REY sin banda y DON MENDO con banda, y otros dos cazadores.)

 

REY
   Guárdeos Dios, los labradores.
DON GARCÍA
(Ya veo al de la divisa.)
Caballeros de alta guisa,
Dios os dé bienes y honores. 405
    ¿Qué mandáis?
DON MENDO
¿Quién es aquí
García del Castañar?
DON GARCÍA
Yo soy, a vuestro mandar.
DON MENDO
Galán sois.
DON GARCÍA
Dios me hizo ansí.
BRAS
   Mayoral de sus porqueros 410
só, y porque mucho valgo,
miren si los mando en algo
en mi oficio, caballeros,
   que lo haré de mala gana,
como verán por la obra. 415
DON GARCÍA
¡Quita, bestia!
BRAS
El bestia sobra.
REY
¡Qué simplicidad tan sana!
    Guárdeos Dios.
DON GARCÍA
Vuestra persona,
aunque vuestro nombre ignoro,
me aficiona.
BRAS
Es como un oro;
420
a mí también me inficiona.
DON MENDO
   Llegamos al Castañar
volando un cuervo, supimos
de vuestra casa, y venimos
a verla y a descansar 425
   un rato, mientras que pasa
el sol de aqueste horizonte.
DON GARCÍA
Para labrador de un monte
grande juzgaréis mi casa,
   y aunque un albergue pequeño 430
para tal gente será,
sus defetos suplirá
la voluntad de su dueño.
DON MENDO
   ¿Nos conocéis?
DON GARCÍA
No, en verdad,
que nunca de aquí salimos. 435
DON MENDO
En la Cámara servimos
los cuatro a Su Majestad,
   para serviros, García.
¿Quién es esta labradora?
DON GARCÍA
Mi mujer.
DON MENDO
Gocéis, señora,
440
tan honrada compañía
   mil años, y el cielo os dé
más hijos que vuestras manos
arrojan al campo granos.
DOÑA BLANCA
No serán pocos, a fe. 445
DON MENDO
   ¿Cómo es vuestro nombre?
DOÑA BLANCA
Blanca.
DON MENDO
Con vuestra beldad conviene.
DOÑA BLANCA
No puede serlo quien tiene
la cara a los aires franca.
REY
   Yo también, Blanca, deseo 450
que veáis siglos prolijos
los dos, y de vuestros hijos
veáis más nietos que veo
   árboles en vuestra tierra,
siendo a vuestra sucesión 455
breve para habitación
cuanto descubre esa sierra.
BRAS
   No digan más desatinos.
¡Qué poco en hablar reparan!
Si todo el campo pobraran, 460
¿dónde han de estar mis cochinos?
DON GARCÍA
   Rústico entretenimiento
será para vos mi gente;
pues la ocasión lo consiente,
recebid sin cumplimiento 465
   algún regalo de mi casa.
Tú disponlo, Blanca mía.
DON MENDO
(Llámala fuego, García,
pues el corazón me abrasa.)
REY
   Tan hidalga voluntad 470
es admitirla nobleza.
DON GARCÍA
Con esta misma llaneza
sirviera a Su Majestad,
   que aunque no le he visto, intento
servirle con afición. 475
REY
¿Para no verle hay razón?
DON GARCÍA
¡Oh, señor, ese es gran cuento!
   Dejalde para otro día.
Tú, Blanca, Bras y Teresa,
id a prevenir la mesa 480
con alguna niñería.
  (Vanse.)

 

REY
   Pues yo sé que el rey Alfonso
tiene noticia de vos.
DON MENDO
Testigos somos los dos.
DON GARCÍA
¿El Rey de un villano intonso? 485
REY
   Y tanto el servicio admira
que hicisteis a su Corona,
ofreciendo ir en persona
a la guerra de Algecira,
   que si la Corte seguís, 490
os ha de dar a su lado
el lugar más envidiado
de Palacio.
DON GARCÍA
¿Qué decís?
Más precio entre aquellos cerros
salir a la primer luz, 495
prevenido el arcabuz,
y que levanten mis perros
una banda de perdices,
y codicioso en la empresa,
seguirlas por la dehesa 500
con esperanzas felices
   de verlas caer al suelo,
y cuando son a los ojos
pardas nubes con pies rojos,
batir sus alas al vuelo 505
   y derribar esparcidas
tres o cuatro, y anhelando
mirar mis perros buscando
las que cayeron heridas,
   con mi voz que los provoca, 510
y traerlas, que palpitan
a mis manos, que las quitan
con su gusto de su boca;
   levantarlas, ver por dónde
entró entre la pluma el plomo, 515
volverme a mi casa, como
suele de la guerra el Conde
   a Toledo, vencedor;
pelarlas dentro en mi casa,
perdigarlas en la brasa 520
y puestas en la asador,
   con seis dedos de un pernil,
que a cuatro vueltas o tres,
pastilla de lumbre es,
y canela del Brasil; 525
   y entregarlas a Teresa,
que con vinagre y aceite
y pimienta, sin afeite,
las pone en mi limpia mesa,
   donde, en servicio de Dios, 530
una yo y otra mi esposa
nos comemos, que no hay cosa
como a dos perdices, dos;
    y levantando una presa
dársela a Teresa, más 535
porque tenga envidia Bras
que por dársela a Teresa,
   y arrojar a mis sabuesos
el esqueleto roído,
y oír por tono el crujido 540
de los dientes y los huesos,
   y en el cristal transparente
brindar, y con mano franca
hacer la razón mi Blanca
con el cristal de una fuente; 545
   levantar la mesa, dando
gracias a quien nos envía
el sustento cada día,
varias cosas platicando.
    Que aqueso es el Castañar, 550
que en más estimo, señor,
que cuanta hacienda y honor
los reyes me pueden dar.
REY
   Pues, ¿cómo al Rey ofrecéis
ir en persona a la guerra 555
si amáis tanto vuestra tierra?
DON GARCÍA
Perdonad, no lo entendéis.
   El Rey es de un hombre honrado,
en necesidad sabida,
de la hacienda y de la vida 560
acreedor privilegiado;
    agora, con pecho ardiente,
se parte al Andalucía
para estirpar la herejía,
sin dineros y sin gente; 565
   así, le envié a ofrecer
mi vida, sin ambición,
por cumplir mi obligación
y porque me ha menester;
   que como hacienda debida 570
al Rey le ofrecí de nuevo
este vida que le debo,
sin esperar que la pida.
REY
   Pues, concluida la guerra,
¿no os quedaréis en Palacio? 575
DON GARCÍA
Vívese aquí más de espacio,
es más segura esta tierra.
REY
   Posible es que os ofrezca
el Rey lugar soberano.
DON GARCÍA
¿Y es bien que le dé a un villano 580
el lugar que otro merezca?
REY
   Elegir el Rey amigo
es distributiva ley.
Bien puede.
DON GARCÍA
Aunque pueda, el Rey
no lo acabará conmigo, 585
   que es peligrosa amistad
y sé que no me conviene,
que a quien ama es el que tiene
más poca seguridad;
   que por acá siempre he oído, 590
que vive más arriesgado
el hombre del Rey amado
que quien es aborrecido,
   porque el uno se confía
y el otro se guarda dél. 595
Tuve yo un padre muy fiel,
que muchas veces decía,
   dándome buenos consejos,
que tenía certidumbre
que era el Rey como la lumbre: 600
que calentaba de lejos
   y desde cerca quemaba.
REY
También dicen más de dos
que suele hacer como Dios,
del lodo que se pisaba, 605
   un hombre ilustrado, a quien
le venere el más bizarro.
DON GARCÍA
Muchos le han hecho de barro
y le han deshecho también.
REY
   Sería el hombre imperfeto. 610
DON GARCÍA
Sea imperfeto o no sea,
el Rey, a quien no desea,
¿qué puede darle en efeto?
REY
   Daráos premios.
DON GARCÍA
Y castigos.
REY
Daráos gobierno.
DON GARCÍA
Y cuidados.
615
REY
Daráos bienes.
DON GARCÍA
Envidiados.
REY
Daráos favor.
DON GARCÍA
Y enemigos.
   Y no os tenéis que cansar,
que yo sé no me conviene
ni daré por cuanto tiene 620
un dedo del Castañar.
   Esto sin que un punto ofenda
a sus reales resplandores,
mas lo que importa, señores,
es prevenir la merienda. 625

  (Vase.) 

REY
   Poco el Conde lo encarece:
más es de lo que pensaba.
DON MENDO
La casa es bella.
REY
Estremada.
¿Cuál lo mejor os parece?
DON MENDO
   Si ha de decir la fe mía 630
la verdad a Vuestra Alteza,
me parece la belleza
de la mujer de García.
REY
   Es hermosa.
DON MENDO
Es celestial,
es ángel de nieve pura. 635
REY
¿Ése es amor?
DON MENDO
La hermosura,
¿a quién le parece mal?
REY
   Cubríos, Mendo. ¿Qué hacéis?
Que quiero en la soledad
deponer la majestad. 640
DON MENDO
Mucho, Alfonso, recogéis
   vuestros rayos, satisfecho
que sois por fe venerado,
tanto, que os habéis quitado
la roja banda del pecho 645
   para encubriros y dar
aliento nuevo a mis bríos.
REY
No nos conozcan; cubríos,
que importa disimular.
DON MENDO
   Rico hombre soy, y de hoy más. 650
Grande es bien que por vos quede.
REY
Pues ya lo dije, no puede
volver mi palabra atrás.
  (Sale DOÑA BLANCA.)

 

DOÑA BLANCA
   Entrad, si queréis, señores,
merendar, que ya os espera 655
como una primavera
la mesa llena de flores.
DON MENDO
   ¿Y qué tenéis que nos dar?
DOÑA BLANCA
¿Para qué saberlo quieren?
Comerán lo que les dieren, 660
pues que no lo han de pagar,
   o quedaránse en ayunas;
mas nunca faltan, señores,
en casa de labradores
queso, arrope y aceitunas, 665
   y blanco pan les prometo,
que amasamos yo y Teresa,
que pan blanco y limpia mesa
   abren a un muerto las ganas;
uvas de un majuelo mío, 670
y en blanca miel de rocío,
berenjenas toledanas;
   perdices en escabeche,
y de un jabalí, aunque fea,
una cabeza en jalea, 675
porque toda se aproveche;
   cocido en vino, un jamón,
y un chorizo que provoque
a que con el vino aloque,
hagan todos la razón; 680
   dos ánades y cecinas
cuantas los montes ofrecen,
cuyas hebras me parecen
deshojadas clavellinas,
   que cuando vienen a estar 685
cada una de por sí,
como seda carmesí,
se pueden al torno hilar.
REY
    Vamos, Blanca.
DOÑA BLANCA
Hidalgos, ea,
merienden y buena pro. 690
  (Vanse el REY y los dos cazadores.)

 

DON MENDO
Labradora, ¿quién te vio
que amante no te desea?
DOÑA BLANCA
   Venid y callad, señor.
DON MENDO
Cuanto previenes, trocara
a un plato que sazonara 695
en tu voluntad amor.
DOÑA BLANCA
   Pues, decidme, cortesano,
el que trae la banda roja:
¿qué en mi casa se os antoja
para guisarle?
DON MENDO
Tu mano.
700
DOÑA BLANCA
   Una mano en almodrote
de vaca os sabrá más bien;
guarde Dios mi mano, amén,
no se os antoje en jigote,
   que harán, si la tienen gana, 705
si no hay quien los replique,
que se pique y se repique
la mano de una villana
   para que un señor la coma.
DON MENDO
La voluntad la sazone 710
para mis labios.
DOÑA BLANCA
Perdone;
bien está San Pedro en Roma.
   Y si no lo habéis sabido,
sabed, señor, en mi trato,
que sólo sirve ese plato 715
al gusto de mi marido,
   y me lo paga muy bien,
sin lisonjas ni rodeos.
DON MENDO
Yo, con mi estado y deseos,
te lo pagaré también. 720
DOÑA BLANCA
   En mejor mercadería
gastad los intentos vanos,
que no compraran gitanos
a la mujer de García,
   que es muy ruda y montaraz. 725
DON MENDO
Y bella como una flor.
DOÑA BLANCA
¿Que de dónde soy, señor?
Para serviros, de Orgaz.
DON MENDO
   Que eres del cielo sospecho,
y en el rigor, de la sierra. 730
DOÑA BLANCA
¿Son bobas las de mi tierra?
Merendad, y buen provecho.
DON MENDO
   No me entiendes, Blanca mía.
DOÑA BLANCA
Bien entiendo vuestra trova,
que no es del todo boba 735
la de Orgaz, por vida mía.
DON MENDO
   Pues por tus ojos amados
que has de oírme, la de Orgaz.
DOÑA BLANCA
Tengamos la fiesta en paz;
entrad ya, que están sentados, 740
   y tened más cortesía.
DON MENDO
Tú menos riguridad.
DOÑA BLANCA
Si no queréis, aguardad.
¡Ah, marido! ¡Hola, García!
  (Sale DON GARCÍA.)

 

DON GARCÍA
    ¿Qué queréis, ojos divinos? 745
DOÑA BLANCA
Haced al señor entrar,
que no quiere hasta acabar
un cuento de Calaínos.
DON GARCÍA

 (Aparte. 

¡Si el cuento fuera de amor
del Rey, que Blanca me dice, 750
para ser siempre infelice!
Mas si viene a darme honor
   Alfonso, no puede ser;
cuando no de mi linaje,
se me ha pegado del traje 755
la malicia y proceder.
   Sin duda no quiere entrar
por no estar con sus criados
en una mesa sentados;
quiéroselo suplicar 760
   de manera que no entienda
que le conozco). Señor,
entrad y haréisme favor
y alcanzad de la merienda
   un bocado, que os le dan 765
con voluntad y sin paga,
y mejor provecho os haga
que no el bocado de Adán.
  (Sale BRAS y saca algo de comer y un jarro cubierto.)

 

BRAS
   Un caballero me envía
a decir como os espera. 770
DON MENDO
¿Cómo, Blanca, eres tan fiera?

  (Vase.) 

DOÑA BLANCA
Así me quiere García.
DON GARCÍA
   ¿Es el cuento?
DOÑA BLANCA
Proceder
en él quiere pertinaz;
mas déjala a la de Orgaz, 775
que ella sabrá responder.

  (Vase.) 

BRAS
   Todos están en la mesa;
quiero, a solas y sentado,
mamarme lo que he arrugado,
sin que me viese Teresa. 780
   ¡Qué bien que se satisface
un hombre sin compañía!
Bebed, Bras, por vida mía.
  (Dentro.)

 

Bebed vos.
BRAS
¿Yo? Que me place.
  (Salen todos.)

 

REY
   Caballero, ya declina 785
el sol al mar Oceano.
DON GARCÍA
Comed más, que aún es temprano;
ensanchad bien la pretina.
REY
   Quieren estos caballeros
un ave en la tierra rasa, 790
volarla.
DON GARCÍA
Pues a mi casa
os volved.
REY
Obedeceros
no es posible.
DON GARCÍA
Cama blanda
ofrezco a todos, señores,
y con almohadas de flores, 795
sábanas nuevas de Holanda.
REY
    Vuestro gusto fuera ley,
García, que no podemos,
que desde mañana hacemos
los cuatro semana al Rey, 800
   y es fuerza estar en Palacio.
Blanca, adiós; adiós, García.
DON GARCÍA
El cielo os guarde.
REY
Otro día
hablaremos más despacio.

  (Vase.) 

DON MENDO
   Labradora, hermosa mía, 805
ten de mi dolor memoria.
DOÑA BLANCA
Caballero, aquesa historia
se ha de tratar con García.
DON GARCÍA
   ¿Qué decís?
DON MENDO
Que dé a los dos
el Cielo vida y contento. 810
DOÑA BLANCA
Adiós, señor, el del cuento.
DON MENDO
(¡Muerto voy!). Adiós.
DON GARCÍA
Adiós.
   Y tú, bella como el Cielo,
ven al jardín, que convida
con dulce paz a mi vida, 815
sin consumirla el anhelo
   del pretendiente que aguarda
el mal seguro favor,
la sequedad del señor,
ni la provisión que tarda, 820
   ni la esperanza que yerra,
ni la ambición arrogante
del que, armado de diamante
busca al contrario en la guerra,
   ni por los mares el Norte, 825
que envidia pudiera dar
a cuantos del Castañar
van esta tarde a la Corte.
   Mas por tus divinos ojos,
adorada Blanca mía, 830
que es hoy el primero día
que he tropezado en enojos.
DOÑA BLANCA
   ¿De qué son tus descontentos?
DON GARCÍA
Del cuento del cortesano.
DOÑA BLANCA
Vamos al jardín, hermano, 835
que esos son cuentos de cuentos.

FIN DE LA PRIMERA JORNADA


Jornada II

Salen la REINA y el CONDE.

 

REINA
   Vuestra estraña relación
me ha enternecido, y prometo
que he de alcanzar, con efeto,
para los dos el perdón;
   porque de Blanca y de García 5
me ha encarecido Su Alteza,
en el uno, la belleza,
y en otro, la gallardía.
   Y pues que los dos se unieron
con sucesos tan prolijos, 10
como los padres, los hijos
con una estrella nacieron.
CONDE
   Del Conde nadie concuerda
bien en la conspiración;
salió al fin de la prisión 15
y don Sancho de la Cerda
   huyó con Blanca que era
de dos años, a ocasión
que era yo contra Aragón
general de la frontera, 20
   donde el Cerda con su hija
se pretendió asegurar,
y en un pequeño lugar,
con la jornada prolija,
   adoleció de tal suerte, 25
que aunque le acudí en secreto,
en dos días, en efeto,
cobró el tributo la muerte.
   Hícele dar sepultura
con silencio y, apiadado, 30
mandé que a Orgaz un soldado
la inocente criatura
   llevase, y un labrador
la crió, hasta que un día
la casaron con García 35
mis consejos y su amor;
   que quiso, sin duda alguna,
el Cielo que ambos se viesen
y de los padres tuviesen
junta la sangre y fortuna. 40
REINA
   Yo os prometo de alcanzar
el perdón.
(Sale BRAS.)

 

BRAS
Buscandolé,
¡pardiobre!, que me colé
como fraile, sin llamar.
   Topéle. Su sonsería 45
me dé las manos y pies.
CONDE
Bien venido, Bras.
REINA
¿Quién es?
CONDE
Un criado de García.
REINA
    Llegad.
BRAS
¡Qué brava hermosura!
Esta sí que el ojo abonda, 50
pero si vos sois la Conda
tendréis muy mala ventura
CONDE
   ¿Y que hay por allá, mancebo?
BRAS
Como al Castañar no van
estafetas de Milán, 55
no he sabido qué hay de nuevo.
   Y por acá, ¿qué hay de guerra?
CONDE
Juntando dineros voy.
BRAS
De buena gana los doy
por gozar en paz mi tierra; 60
   porque el corazón me ensancha,
cuando duermo más seguro
que en Flandes, detrás de un muro
en un carro de la Mancha.
REINA
   Escribe bien, breve y grave. 65
CONDE
Es sabio.
REINA
A mi parecer,
más es que serlo tener
quien en Palacio le alabe.
(Sale DON MENDO.)

 

DON MENDO
   Su Alteza espera.
REINA
Muy bien,
la banda está en vuestro pecho. 70

  (Vase.) 

DON MENDO
Por vos, Su Alteza me ha hecho
aquesta honra.
CONDE
También
   tuve parte en esta acción.
DON MENDO
Vos me disteis esta banda,
que mía fue la demanda 75
y vuestra la información.
   Ayer con su Alteza fui,
y diome esta insignia, Conde,
yendo al Castañar (donde

 (Aparte.) 

libre fui y otro volví). 80
(Sale TELLO.)

 

TELLO
   El Rey llama.
CONDE
Espera, Bras.
BRAS
El billorete leed.
CONDE
Este hombre entretened
mientras vuelvo.
BRAS
Estoy de más;
   desempachadme temprano, 85
que el Palacio y los olores
se hicieron para señores,
no para un tosco villano.
CONDE
   Ya vuelvo.
(Vase el CONDE y TELLO.)

 

DON MENDO

 (Aparte.) 

Conocer quiero
este hombre.
BRAS
¿No hay habrar?
90
¿Cómo fue en el Castañar
ayer tarde, caballero?
DON MENDO

 (Aparte.) 

   Daré a tus aras mil veces
holocaustos, dios de amor,
pues en este labrador 95
remedio a mi mal ofreces.
   ¡Ay, Blanca! ¡Con qué de enojos
me tienes! ¡Con qué pesar!
¡Nunca fuera al Castañar!
¡Nunca te vieran mis ojos! 100
   ¡Pluguiera a Dios que primero
que fuera Alfonso a tu tierra,
muerte me diera en la guerra
el corvo africano acero!
   ¡Pluguiera a Dios, labrador, 105
que al áspid fiero y hermoso
que sirves, y cauteloso
fue causa de mi dolor,
   sirviera yo, y mis estados
te diera, la renta mía, 110
que por ver a Blanca un día,
fuera a guardar sus ganados!
BRAS
   ¿Qué diabros tiene, señor,
que salta, brinca y recula?
Sin duda la tarantula 115
le ha picado, o tiene amor.
DON MENDO

 (Aparte. 

   Amor, pues Norte me das,
déste tengo de saber
si a Blanca la podré ver.)
¿Cómo te llamas?
BRAS
¿Yo? Bras.
120
DON MENDO
   ¿De dónde eres?
BRAS
De la villa
de Ajofrín, si sirvo en algo.
DON MENDO
¿Y eres muy gentil hidalgo?
BRAS
De los Brases de Castilla.
DON MENDO
    Ya lo sé.
BRAS
Decís verdad,
125
que só antiguo, aunque no rico,
pues vengo de un villancico
del día de Navidad.
DON MENDO
    Buen talle tienes.
BRAS
Bizarro;
mire qué pie tan perfeto. 130
¿Monda nísperos el peto?
Y estos ojuelos, ¿son barro?
DON MENDO
   ¿Y eres muy discreto, Bras?
BRAS
En eso soy estremado,
porque cualquiera cuitado 135
presumo que sabe más.
DON MENDO
   ¿Quieres servirme en la Corte,
y verás cuánto te precio?
BRAS
Caballero, aunque só necio,
razonamientos acorte, 140
   y si algo quiere mandarme,
acabe ya de parillo.
DON MENDO
Toma, Bras, este bolsillo.
BRAS
Mas, ¡par Dios!, ¿quiere burlarme?
   A ver, acerque la mano. 145
DON MENDO
Escudos son.
BRAS
Yo lo creo;
mas por no engañarme veo
si está por de dentro vano;
   dinero es, y de ello infiero
que algo pretende que haga, 150
porque el hablar bien se paga.
DON MENDO
Sólo que me digas quiero
   si ver podré a tu señora.
BRAS
¿Para malo o para bueno?
DON MENDO
Para decirla que peno 155
y que el corazón la adora.
BRAS
   ¡Lástima os tengo así viva
por lo que tengo en el pecho,
y aunque rudo, amor me ha hecho
el mío como una criba! 160
   Yo os quiero dar una traza
que de provecho será:
aquestas noches se va
mi amo García a caza
   de jabalíes; vestida 165
le aguarda sin prevención,
y si entráis por un balcón,
la hallaréis medio dormida,
   porque hasta el alba le espera,
y esto muchas veces pasa 170
a quien deja hermosa en casa
y busca en otra una fiera.
DON MENDO
   Me engañas.
BRAS
Cosa es tan cierta,
que de noche, en ocasiones,
suelo entrar por los balcones 175
por no llamar a la puerta
   ni que Teresa me abra;
y por la honda que deja
puesta Belardo en la reja,
trepando voy como cabra, 180
   y la hallo sin embarazo,
sola, esperando a García,
porque le aguarda hasta el día
recostada sobre el brazo.
DON MENDO
   En ti el amor me promete 185
remedio.
BRAS
Pues esto haga.
DON MENDO
Yo te ofrezco mayor paga.
BRAS

 (Aparte.) 

Esto no es ser alcagüete.
DON MENDO

 (Aparte.) 

   Blanca, esta noche he de entrar
a verte, a fe de español, 190
que, para llegar al sol,
las nubes se han de escalar.
(Vase, y salen el REY y el CONDE.)

 

REY
   El hombre es tal, que prometo
que con vuestra aprobación
he de llevarle a esta acción 195
y ennoblecerle.
CONDE
Es discreto
   y valiente; en él están,
sin duda, resplandecientes
las virtudes convenientes
para hacerle capitán, 200
   que yo sé que suplirá
la falta de la experiencia
su valor y su prudencia.
REY
Mi gente lo acetará,
   pues vuestro valor le abona, 205
y sabe de vuestra ley
que, sin méritos, al Rey
no le proponéis persona;
   traedle mañana, Conde.

  (Vase.) 

CONDE
Yo sé que aunque os acuitéis, 210
que en la ocasión publiquéis
la sangre que en vos se esconde.
BRAS
    Despachadme, pues, que no,
señor, otra cosa espero.
CONDE
Que se recibió el dinero 215
que al donativo ofreció
   le decid, Bras, a García,
y podeos ir con esto,
que yo le veré muy presto
o responderé otro día. 220

  (Vase.) 

BRAS
   No llevo cosa que importe;
sobre tardanza prolija,
largo parto y parir hija,
propio despacho de Corte.
(Vase, y sale DON GARCÍA, de cazador, con un puñal y arcabuz.)

 

DON GARCÍA
   Bosques míos, frondosos, 225
de día alegres cuanto tenebrosos,
mientras baña Morfeo
la noche con las aguas de Leteo,
hasta que sale de Faetón la esposa,
coronada de plumas y de rosa; 230
en vosotros dotrina
halla sobre quien Marte predomina,
disponiendo sangriento
a mayores contiendas el aliento,
porque furor influye 235
la caza, que a la guerra sostituye.
Yo soy el uno rayo
feroz de vuestras fieras, que me ensayo
para ser, con la sangre que inspira,
rayo del Castañar en Algecira; 240
criado en vuestras grutas y campañas,
Alcides español de estas montañas
que contra seis tiranos
clava es cualquiera dedo de mis manos,
siendo por mí esta vera 245
pródiga en carnes, abundante en cera;
vengador de sus robos,
Parca común de osos y de lobos,
que por mí el cabritillo y simple oveja
del montañés pirata no se queja, 250
y cuando embiste airado
a devorar el tímido ganado,
si me arrojo al combate,
ocioso el can en la palestra late.
Que durmiendo entre flores, 255
en mi valor fiados los pastores,
cuando abre el sol sus ojos,
desperezados ya los miembros flojos,
cuando al ganado asisto,
cuando al cosario embisto, 260
pisan difunta la voraz caterva
más lobos sus abarcas que no yerba.
¿Qué colmenar copioso
no demuele defensas contra el oso,
fabricando sin muros 265
dulce y blanco licor en nichos puros?
Que por esto han tenido,
gracias al plomo a tiempo compelido,
en sus cotos amenos,
un enemigo las abejas menos. 270
Que cuando el sol acaba,
y en el postrero parasismo estaba,
a dos colmenas que robado había,
las caló dentro de una fuente fría,
ahogando en sus cristales 275
las abejas que obraron sus panales,
para engullir segura
la miel que mixturó en el agua pura,
y dejó, bien que turbia, su corriente,
el agua dulce de esta clara fuente. 280
Y esta noche, bajando
un jabalí a aqueste arroyo blando
y cristalino cebo
con la luz que mendiga Cintia a Febo,
le miré cara a cara, 285
haciéndose lugar entre la jara,
despejando la senda sus cuchillos
de marfil o de acero sus colmillos;
pero a una bala presta
la luz condujo a penetrar la testa, 290
oyendo el valle, a un tiempo repetidos
de la pólvora el eco y los bramidos.
Los dos serán trofeos
pendientes en mis puertas, aunque feos,
después que Blanca, con su breve planta, 295
su cerviz pise y por ventura tanta
dirán: y aun en la muerte
tiene el cadáver de un dichoso suerte,
que en la ocasión más dura
a las fieras no falta la ventura. 300
Mas el rumor me avisa
que un jabalí deciende; con gran prisa
vuelve huyendo; habrá oído
algún rumor distante su sentido,
porque en distancia larga 305
oye calar al arcabuz la carga,
y esparcidas las puntas
que sobre el cerro acomulaba juntas,
si oye la bala o menear la cuerda,
es ala, cuando huye, cada cerda. 310
(Sale DON MENDO y un CRIADO con una escala.)

 

DON MENDO
   ¿Para esto, amor tirano,
del cerro toledano
al monte me trujiste,
para perderme en su maleza triste?
Mas, ¿qué esperar podía 315
ciego que a un ciego le eligió por guía?
Una escala previne, con intento,
Blanca, de penetrar tu firmamento
y lo mismo emprendiera
si fueras diosa en la tonante esfera, 320
no montañesa ruda
sin honor, sin esposo que te acuda,
que en este loco abismo
intentara lo mismo
si fueras, Blanca bella, 325
como naciste humana, pura estrella,
bien que a la tierra bien que al Cielo sumo,
bajara en polvo y ascendiera en humo.
DON GARCÍA
    Llegó primero al animal valiente
que a mi sentido el ruido desta gente. 330
DON MENDO
    En esta luna de octubre
suelen salir cazadores
a esperar los jabalíes.
Quiero llamar: ¡Ah, del monte!
CRIADO
¡Hola! ¡Hao!
DON GARCÍA
¡Pesia sus vidas!
335
¿Qué buscan? ¿De qué dan voces?
DON MENDO
El sitio del Castañar,
¿está lejos?
DON GARCÍA
En dos trotes
se pueden poner en él.
DON MENDO
Pasábamos a los montes 340
y el camino hemos perdido.
DON GARCÍA
Aqueste arroyuelo corre
al camino.
DON MENDO
¿Qué hora es?
DON GARCÍA
Poco menos de las doce.
DON MENDO
¿De dónde sois?
DON GARCÍA
¡Del infierno!
345
Id en buena hora, señores,
no me espantéis más la caza,
que me enojaré. ¡Pardiobre!
DON MENDO
La luna, ¿hasta cuándo dura?
DON GARCÍA
Hasta que se acaba.
DON MENDO
¡Oye
350
lo que es villano en el campo!
DON GARCÍA
Lo que un señor en la Corte.
DON MENDO
Y en efeto, ¿hay dónde errar?
DON GARCÍA
Y en efeto, ¿no se acogen?
DON MENDO
Terrible sois.
DON GARCÍA
Mal sabéis
355
lo que es estorbar a un hombre
en ocasión semejante.
DON MENDO
¿Quién sois?
DON GARCÍA
Rayo de estos montes:
García del Castañar,
que nunca niego mi nombre. 360
DON MENDO

 (Aparte. 

Amor, pues estás piadoso,
deténle, porque no estorbe
mis deseos y en su casa
mis esperanzas malogre,
y para que a Blanca vea, 365
dame tus alas veloces
para que más presto llegue.)
Quedaos con Dios.
(Vanse DON MENDO y el CRIADO.)

 

DON GARCÍA
Buenas noches.
Bizarra ocasión perdí;
imposible es que la cobre. 370
Quiero volverme a mi casa
por el atajo del monte,
y pues ya me voy, oíd
de grutas partos feroces:
salid y bajad al valle, 375
vivid en paz esta noche,
que vuestro mayor opuesto
a su casa se va, adonde
dormirá, no en duras peñas,
sino en blandos algodones, 380
y depuesta la fiereza,
tan trocadas mis acciones,
en los brazos de mi esposa
verá el Argos de la noche
y el Polifemo del día., 385
si las observan feroces
y tiernas, que en este pecho
se ocultan dos corazones:
el uno de blanda cera,
el otro de duro bronce; 390
el blando para mi casa,
el duro para estos montes.
(Vase, y salen DOÑA BLANCA y TERESA con una bujía, y pónela encima de un bufete que habrá.)

 

DOÑA BLANCA
    Corre veloz, noche fría,
por que venga con la aurora
del campo, donde está agora, 395
a descansar mi García;
su luz anticipe el día,
   el Cielo se desabroche,
salga Faetón en su coche,
verá su luz deseada 400
la primer enamorada
que ha aborrecido la noche.
TERESA
   Mejor, señora, acostada
esperarás a tu ausente,
porque asientan lindamente 405
sobre la holanda delgada
   los brazos, que ¡por el Credo!,
que aunque fuera mi marido
Bras, que tampoco ha venido
de la ciudad de Toledo, 410
   que le esperara roncando.
DOÑA BLANCA
Tengo más obligaciones.
TERESA
Y le echara a mojicones
si no se entrara callando;
   mas si has de esperar que venga 415
mi señor, no estés en pie;
yo a Belardo llamaré
que tu desvelo entretenga;
    mas él viene.
(Sale BELARDO.)

 

BELARDO
Pues al sol
veo de noche brillar, 420
el sitio del Castañar
es antípoda español.
DOÑA BLANCA
   Belardo, sentaos.
BELARDO
Señora,
acostaos.
DOÑA BLANCA
En esta calma,
dormir un cuerpo sin alma 425
fuera no esperar la aurora.
BELARDO
   ¿Esperáis?
DOÑA BLANCA
Al alma mía.
BELARDO
Por muy necia la condeno,
pues se va al monte al sereno
y os deja hasta que es de día. 430
(Dentro BRAS, cantando.)

 

BRAS
   Sí, vengo de Toledo, Teresa mía,
vengo de Toledo, y no de Francía.
TERESA
   Mas ya viene mi garzón.
BELARDO
A abrirle la puerta iré.
TERESA
Con tu licencia sabré 435
qué me trae por el balcón.
BRAS
   Que si buena es la albahaca,
mejor es la cruz de Calivaca.
(Ha de haber unas puertas como de balcón, que estén hacia dentro, y abre TERESA.)

 

TERESA
   ¿Cómo vienes, Bras?
BRAS
Andando.
TERESA
¿Qué me traes de la ciudad 440
en muestras de voluntad?
BRAS
Yo te lo diré cantando:
   Tráigote de Toledo, porque te alegres,
un galán, mi Teresa, como unas nueces.
TERESA
   ¡Llévele el diablo mil veces! 445
¡Ved qué sartal o corpiño!

 (Cierra juntando el balcón.) 

DOÑA BLANCA
¿Qué te trae?
TERESA
Muy lindo aliño:
un galán como unas nueces.
DOÑA BLANCA
   Será sabroso.
BRAS
¿Qué hay,
Blanca? Teresa, ¡estoy muerto! 450
¿Qué? ¿No me abrazas?
TERESA
Por cierto
por las cosas que me tray.
BRAS
   Dimuños soys las mujeres.
¿A quién quieres más?
TERESA
A Bras.
BRAS
Pues si lo que quieres más 455
te traigo, ¿qué es lo que quieres?
DOÑA BLANCA
    Teresa tiene razón.
Mas sentaos todos, y di:
¿qué viste en Toledo?
BRAS
Vi
de casas un burujón 460
   y mucha gente holgazana,
y en las calles buenas y ruines,
la basura a celemines
y el cielo por cerbatana,
   y dicen que hay infinitos 465
desdenes en caras buenas,
en verano berenjenas
y en el otoño mosquitos.
DOÑA BLANCA
   ¿No hay más nuevas en la corte?
BRAS
Sátiras pide el deseo 470
malicioso, ya lo veo,
mas mi pluma no es de corte
   Con otras cosas, señora,
os divertid hasta el alba,
que al ausente Dios le salva. 475
DOÑA BLANCA
Pues el que acertare ahora
   esta enigma de los tres,
daré un vestido de paño,
y el de grana que hice hogaño
a Teresa; digo pues: 480
   ¿Cuál es el ave sin madre
que al padre no puede ver,
ni al hijo, y le vino a hacer
después de muerto su padre?
BRAS
   ¿Polainas y galleruza 485
ha de tener?
DOÑA BLANCA
Claro es.
Digan en rueda los tres.
TERESA
El cuclillo.
BRAS
La lechuza.
BELARDO
   No hay ave a quien mejor cuadre
que el Fénix, ni otra ser puede, 490
pues esa misma procede
de las cenizas del padre.
DOÑA BLANCA
   El fénix es.
BELARDO
Yo gané.
BRAS
Yo perdí, como otras veces.
DOÑA BLANCA
Yo te doy lo que mereces. 495
BRAS
Un gorrino le daré
   a quien dijere el más caro
vicio que hay en el mundo.
DOÑA BLANCA
En que es el juego me fundo.
BRAS
Mentís, Branca, y esto es craro. 500
TERESA
que es más costoso.
BRAS
Mentís.
Vos, Belardo, ¿qué decís?
BELARDO
Que el hombre de caza, amigo,
   tiene el de más perdición, 505
más costoso y infelice;
la moralidad lo dice
del suceso de Anteón.
BRAS
   Mentís también, que a mi juicio,
sin quedar dello dudoso, 510
es el vicio más costoso
el del borracho, que es vicio
   con quien ninguno compite,
que si pobre viene a ser
de lo que gastó en beber, 515
no puede tener esquite
(Silba DON GARCÍA.)

 

DOÑA BLANCA
   Oye, Bras, amigos, ea,
abrid, que es el alma mía;
temprano viene García;
quiera Dios que por bien sea. 520
(Vanse.)

 

DON GARCÍA

 (Dentro.) 

Buenas noches, gente fiel.
BRAS
Seáis, señor, bienvenido.
(Sale DON GARCÍA, BRAS, TERESA y BLANCA, y arrima DON GARCÍA el arcabuz al bufete.)

 

DON GARCÍA
¿Cómo en Toledo te ha ido?
BRAS
Al Conde di tu papel,
   y dijo, respondería. 525
DON GARCÍA
Está bien. Esposa amada,
¿no estáis mejor acostada?
¿Qué esperáis?
DOÑA BLANCA
Que venga el día.
Esperar como solía
    a su cazador la diosa, 530
madre de amor cuidadosa,
cuando dejaba los lazos
y hallaba en sus tiernos brazos
otra cárcel más hermosa,
   vínculo de amor estrecho 535
donde yacía su bien,
a quien dio parte también
del alma como del lecho;
mas yo, con mejor derecho,
   cazador que al otro excedes, 540
haré de mis brazos redes,
y porque caigas, pondré
de una tórtola la fe,
cuyo llanto escusar puedes.
   Llega, que en llanto amoroso, 545
no rebelde jabalí,
te consagro un ave, sí,
que lloraba por su esposo.
Concédete generoso
   a vínculos permitidos, 550
y escucharán tus oídos
en la palestra de pluma,
arrullos blandos, en suma,
y no en el monte bramidos.
   Que si bien estar pudiera 555
quejosa de que te alejes
de noche, y mis brazos dejes
por esperar una fiera,
adórote de manera,
   que aunque propongo a mis ojos 560
quejas y tiernos despojos,
cuando vuelves desta suerte,
por el contento de verte,
te agradezco los enojos.
DON GARCÍA
   Blanca, hermosa Blanca, rama 565
llena por mayo de flor,
que es con tu bello color
etíope Guadarrama;
Blanca, con quien es la llama
   del rojo planeta obscura, 570
y herido de su luz pura
el terso cristal pizarra,
que eres la acción más bizarra
del poder de la hermosura;
   cuando alguna convenencia 575
me aparte y quejosa quedes,
no más dolor darme puedes
que el que padezco en tu ausencia;
cuando vuelvo a tu presencia,
   de dejarte arrepentido, 580
en vano el pecho ofendido
me recibiera terrible,
que en la gloria no es posible
atormentar al sentido.
   Las almas en nuestros brazos 585
vivan heridas y estrechas,
ya con repetidas flechas,
ya con recíprocos lazos,
no se tejan con abrazos
   la vid y el olmo frondoso, 590
más estrechos que tu esposo
y tú, Blanca; llega, amor,
que no hay contento mayor
que rogar a un deseoso.
   Y aunque no te traigo aquí, 595
del sol a la hurtada luz,
herido con mi arcabuz
el cerdoso jabalí,
ni el oso ladrón, que vi
   hurtar del corto vergel 600
dos repúblicas de miel,
y después, a pocos pasos,
en el humor de sus vasos
bañar el hocico y piel,
   te traigo para trofeos 605
de jabalíes y osos,
por lo bien trabado hermosos
y distintamente feos,
un alma y muchos deseos
   para alfombras de tus pies; 610
y me parece que es,
cuando tus méritos toco,
cuanto os he escuchado es poco,
como es poco cuanto ves.
BRAS
   ¿Teresa allí? ¡Vive Dios! 615
TERESA
Pues aquí, ¿quién vive, Bras?
BRAS
Aquí vive Barrabás,
hasta que chante a los dos
   las bendiciones el cura;
porque un casado, aunque pena, 620
con lo que otro se condena,
su salvación asegura.
TERESA
   ¿Con qué?
BRAS
Con tener amor
a su mujer y aumentar.
TERESA
Eso, Bras, es trabajar 625
en la viña del Señor.
DOÑA BLANCA
   Desnudaos, que en tanto quiero
preveniros, prenda amada,
ropa por mi mano hilada,
que huele más que el romero; 630
   y os juro que es más sutil
que ser la de Holanda suele,
porque cuando a limpia huele,
no ha menester al abril.
   Venid los dos.

  (Vase.) 

BRAS
Siempre he oído
635
que suele echarse de ver
el amor de la mujer
en la ropa del marido.
TERESA
   También en la sierra es fama
que amor ni honra no tiene 640
quien va a la Corte y se viene
sin joyas para su dama.
(Vanse.)

 

DON GARCÍA
   Envídienme en mi estado
las ricas y ambiciosas majestades,
mi bienaventurado 645
albergue, de delicias coronado
y rico de verdades;
envidien las deidades,
   profanas y ambiciosas,
mi venturoso empleo, 650
envidien codiciosas,
que cuando a Blanca veo,
su beldad pone límite al deseo.
   ¡Válgame el cielo! ¿Qué miro?
(Sale DON MENDO abriendo el balcón de golpe y embózase.)

 

DON MENDO

 (Aparte.) 

¡Vive Dios, que es el que veo 655
García del Castañar!
¡Valor, corazón! Ya es hecho.
Quien de un villano confía
no espere mejor suceso.
DON GARCÍA
Hidalgo, si serlo puede 660
quien de acción tan baja es dueño,
si alguna necesidad
a robarme os ha dispuesto,
decidme lo que queréis,
que por quien soy os prometo 665
que de mi casa volváis
por mi mano satisfecho.
DON MENDO
Dejadme volver, García.
DON GARCÍA
Eso no, porque primero
he de conocer quién sois, 670
y descubríos muy presto,
u de este arcabuz la bala
penetrará vuestro pecho.
DON MENDO
Pues advertid no me erréis,
que si con vos igual quedo, 675
lo que en razón me lleváis,
en sangre y valor os llevo.
Yo sé que el Conde de Orgaz
lo ha dicho a alguno en secreto,
informándole de mí. 680
La banda que cruza el pecho,
de quien soy, testigo sea.
DON GARCÍA

 (Aparte.) 

El Rey es, ¡válgame el Cielo!,
y que le conozco sabe.

 (Cáesele el arcabuz.) 

Honor y lealtad, ¿qué haremos? 685
¡Qué contradicción implica
la lealtad con el remedio!
DON MENDO
(¡Qué propria acción de villanos!
Temor me tiene o respeto,
aunque para un hombre humilde 690
bastaba sólo mi esfuerzo;
el que encareció el de Orgaz
por valiente… ¡Al fin es viejo!)
En vuestra casa me halláis,
ni huir ni negarlo puedo, 695
mas en ella entré esta noche…
DON GARCÍA
¡A hurtarme el honor que tengo!
¡Muy bien pagáis, a mi fe,
el hospedaje, por cierto,
que os hicimos Blanca y yo! 700
¡Ved qué contrarios efetos
verá entre los dos el mundo,
pues yo ofendido os venero,
y vos, de mi fe servido,
me dais agravios por premios! 705
DON MENDO

 (Aparte.) 

No hay que fiar de un villano
ofendido, pues que puedo,
me defenderé con éste.
DON GARCÍA
¿Qué hacéis? Dejad en el suelo
el arcabuz y advertid 710
que os lo estorbo, porque quiero
no atribuyáis a ventaja
el fin de aqueste suceso,
que para mí basta sólo
la banda de vuestro cuello, 715
cinta del sol de Castilla,
a cuya luz estoy ciego.
DON MENDO
¿Al fin me habéis conocido?
DON GARCÍA
Miraldo por los efetos.
DON MENDO
Pues quien nace como yo 720
no satisface, ¿qué haremos?
DON GARCÍA
Que os vais, y rogad a Dios
que enfrene vuestros deseos,
y al Castañar no volváis,
que de vuestros desaciertos 725
no puedo tomar venganza,
sino remitirla al Cielo.
DON MENDO
Yo lo pagaré, García.
DON GARCÍA
No quiero favores vuestros.
DON MENDO
No sepa el Conde de Orgaz 730
esta acción.
DON GARCÍA
Yo os lo prometo.
DON MENDO
Quedad con Dios.
DON GARCÍA
Él os guarde
y a mí de vuestros intentos,
y a Blanca.
DON MENDO
Vuestra mujer…
DON GARCÍA
No señor, no habléis en eso, 735
que vuestra será la culpa.
Yo sé la mujer que tengo.
DON MENDO

 (Aparte.) 

¡Ay, Blanca, sin vida estoy!
¡Qué dos contrarios opuestos!
Éste me estima ofendido; 740
y tú, adorándote, me has muerto.
DON GARCÍA
¿Adónde vais?
DON MENDO
A la puerta.
DON GARCÍA
¡Qué ciego venís, qué ciego!
Por aquí habéis de salir.
DON MENDO
¿Conocéisme?
DON GARCÍA
Yo os prometo
745
que a no conocer quien sois,
que bajárades más presto;
mas tomad este arcabuz
agora, porque os advierto
que hay en el monte ladrones 750
y que podrán ofenderos
si, como yo, no os conocen.
Bajad aprisa; no quiero
que sepa Blanca este caso.
DON MENDO
Razón es obedeceros. 755
DON GARCÍA
Aprisa, aprisa, señor;
remitid los cumplimientos,
y mirad que al descender
no caigáis, porque no quiero
que tropecéis en mi casa, 760
porque della os vayáis presto.
DON MENDO

 (Aparte.) 

Muerto voy.

  (Vase.) 

DON GARCÍA
Bajad seguro,
pues que yo la escala os tengo.
   ¡Cansada estabas, Fortuna,
de estarte fija un momento! 765
¡Qué vuelta diste tan fiera
en aqueste mar! ¡Qué presto
que se han trocado los aires!
¡En qué día tan sereno
contra mi seguridad 770
fulmina rayos el Cielo!
Ciertas mis desdichas son,
pues no dudo lo que veo,
que a Blanca, mi esposa, busca
el rey Alfonso encubierto. 775
¡Qué desdichado que soy,
pues altamente naciendo
en Castilla Conde, fui
de aquestos montes plebeyo
labrador, y desde hoy 780
a estado más vil deciendo!
¡Así paga el rey Alfonso
los servicios que le he hecho!
Mas desdicha será mía,
no culpa suya; callemos 785
y, afligido corazón,
prevengamos el remedio,
que para animosas almas
son las penas y los riesgos.
Mudemos tierra con Blanca, 790
sagrado sea otro reino
de mi inocencia y mi honor…
pero dirán que es de miedo,
pues no he decir la causa,
y que me faltó el esfuerzo 795
para ir contra Algecira.
¡Es verdad! Mejor acuerdo
es decir al Rey quien soy…
mas no, García, no es bueno,
que te quitará la vida, 800
porque no estorbe su intento;
pero si Blanca es la causa
y resistirle no puedo,
que las pasiones de un rey
no se sujetan al freno 805
ni a la razón, ¡muera Blanca!

  (Saca el puñal.) 

Pues es causa de mis riesgos
y deshonor, y elijamos,
corazón, del mal lo menos.
A muerte te ha condenado 810
mi honor, cuando no mis celos,
porque a costa de tu vida,
de una infamia me prevengo.
Perdóname, Blanca mía,
que aunque de culpa te absuelvo, 815
sólo por razón de Estado
a la muerte te condeno.
Mas, ¿es bien que convenencias
de Estado en un caballero,
contra una inocente vida 820
puedan más que no el derecho?
Sí, cuando la Providencia
y cuando el discurso atento
miran el daño futuro
por los presentes sucesos. 825
Mas, ¿yo he de ser, Blanca mía,
tan bárbaro y tan severo
que he de sacar los claveles
con aqueste de tu pecho
de jazmines? No es posible, 830
Blanca hermosa, no lo creo,
ni podrá romper mi mano
de mis ojos el espejo.
Mas, ¿de su beldad, ahora
que me va el honor, me acuerdo? 835
¡Muera Blanca y muera yo!
¡Valor, corazón! Y entremos
en una a quitar dos vidas,
en uno a pasar dos pechos,
en una a sacar dos almas, 840
en uno a cortar dos cuellos,
si no me falta el valor,
si no me desmaya el aliento,
y si no, al alzar los brazos,
entre la voz y el silencio, 845
la sangre falta a las venas
y el corte le falta al hierro.

FIN DE LA SEGUNDA JORNADA


Jornada III

Sale el CONDE de camino.

 

CONDE
   Trae los caballos de la rienda, Tello,
que a pie quiero gozar del día bello,
pues tomó de este monte
el día posesión de este horizonte.
¡Qué campo deleitoso! 5
Tú que le vives, morirás dichoso,
pues en él, don García,
dotrina das a la filosofía,
y la mujer más cuerda,
Blanca en virtud, en apellido Cerda; 10
pero si no me miente
la vista, sale apresuradamente
con señas celestiales
de entre aquellos jarales
una mujer desnuda; 15
bella será, si es infeliz, sin duda.
(Sale DOÑA BLANCA con algo de sus vestidos en los brazos, mal puesto.)

 

DOÑA BLANCA
   ¿Dónde voy sin aliento,
cansada, sin amparo, sin intento,
entre aquesta espesura?
Llorad, ojos, llorad mi desventura, 20
y en tanto que me visto,
decid, pues no resisto,
lenguas del corazón sin alegría.
¡Ay, dulces prendas cuando Dios quería!
CONDE
   Aunque mal determino, 25
parece que se viste, y imagino
que está turbada y sola;
de la sangre española
digna empresa es aquesta.
DOÑA BLANCA
   Un hombre para mí la planta apresta. 30
CONDE
   Parece hermosa dama.
DOÑA BLANCA
   Quiero esconderme entre la verde rama.
CONDE
   Mujer, ¡escucha, tente!
¿Sales, como Diana de la fuente
para matar, severa, 35
de amor al cazador como a la fiera?
DOÑA BLANCA
   Mas, ¡ay, suerte dichosa!,
este es el Conde.
CONDE
¡Hija, Blanca hermosa!
¿Dónde vas desta suerte?
DOÑA BLANCA
   Huyendo de mi esposo y de mi muerte. 40
Ya las dulces canciones
que en tanto que dormía en mis balcones
alternaban las aves,
no son, ¡oh, Conde!, epitalamios graves.
Serán, ¡oh, dueño mío!, 45
de pájaro funesto agüero impío,
que el día entero y que las noches todas
cante mi muerte por cantar mis bodas.
Trocóse mi ventura;
oye la causa y presto te asegura, 50
y ve a mi casa, adonde
muerto hallarás mi esposo. ¡Muerto, Conde!
Aquesta noche, cuando
le aguardaba mi amor en lecho blando,
último del deseo 55
término santo y templo de Himeneo,
cuando yo le invocaba
y la familia recogida estaba,
entrar le vi severo,
blandiendo contra mí un blanco acero; 60
dejé entonces la cama,
como quien sale de improvisa llama,
y mis vestidos busco,
y al ponerme, me ofusco
esta cota brillante 65
¡Mira qué fuerte peto de diamante!
Vístome el faldellín, y apenas puedo
hallar las cintas ni salir del ruedo.
Pero sin compostura
le aplico a mi cintura, 70
y mientras le acomodo,
lugar me dio la suspensión a todo.
La causa le pregunto,
mas él, casi difunto,
a cuanto vio y a cuanto le decía, 75
con un suspiro ardiente respondía,
lanzando de su pecho y de sus ojos
piedades confundidas con enojos,
tan juntos, que dudaba
si eran iras o amor lo que miraba, 80
pues de mí retirado,
le vi volver más tierno, más airado,
diciéndome entre fiero y entre amante:
«Tú, Blanca, has de morir, y yo al instante.»
Mas el brazo levanta, 85
y abortando su voz en su garganta,
cuando mi fin recelo,
caer le vi en el suelo,
cual suele el risco cano,
del aire impulso decender al llano, 90
y yerto en él, y mudo,
de aquel monte membrudo,
suceder en sus labios y en sus ojos
pálidas flores a claveles rojos.
Y con mi boca y mi turbada mano 95
busco el calor entre su hielo en vano,
y estuve desta suerte
neutral un rato entre la vida y muerte;
hasta que ya latiendo,
oí mi corazón estar diciendo: 100
«Vete, Blanca infelice,
que no son siempre iguales
los bienes y los males,
y no hay acción alguna
más vil que sujetarse a la Fortuna.» 105
Yo le obedezco y dejo
mi aposento y mi esposo, y dél me alejo
y en mis brazos, sin bríos,
mal acomodo los vestidos míos.
Por donde voy no vía, 110
cada paso caía,
y era, Conde, forzoso,
por volver a mirar mi amado esposo.
Las cosas que me dijo
cuando la muerte me intimó y predijo, 115
los llantos, los clamores,
la blandura mezclada con rigores,
los acometimientos, los retiros,
las disputas, las dudas, los suspiros,
el verle amante y fiero, 120
ya derribarse el brazo, ya severo,
levantarle arrogante
como la llama en su postrero instante,
el templar sus enojos
con llanto de mis ojos, 125
el luchar, y no en vano,
con su puñal mi mano,
que con arte consiente
vencerse fácilmente,
como amante que niega 130
lo que desea dar a quien le ruega;
el esperar mi pecho
el crudo golpe, en lágrimas deshecho;
ver aquel mundo breve,
que en fuego comenzó y acabó nieve, 135
y verme a mí asombrada,
sin determinación, sola y turbada,
sin encontrar recurso
en mis pies, en mi mano, en mi discurso;
el dejarle en la tierra, 140
como suele en la sierra
la destroncada encina,
el que oyó de su guarda la bocina,
que deja al enemigo,
desierto el tronco en quien buscaba abrigo; 145
el buscar de mis puertas,
con las plantas inciertas,
las llaves, y sintiendo…
¡Aquí, señor, me ha de faltar el aliento!
El abrirlas a escuras, 150
el no poder hallar las cerraduras,
tan turbada y sin juicio,
que la buscaba de uno en otro quicio,
y las penas que pasa
el corazón, cuando dejé mi casa, 155
por estas espesuras,
en cuyas ramas duras
hallarás mis cabellos,
¡pluguiera a Dios me suspendiera en ellos!
Te contaré otro día. 160
Agora ve, socorre al alma mía,
que queda deste modo;
yo lo perdono todo,
que no es, señor, posible
fuese su brazo contra mí terrible 165
sin algún fundamento;
bástele por castigo el mismo intento
y a mí por pena básteme el cuidado,
pues yace, si no muerto, desmayado.
Acúdele a mi esposo, 170
¡oh, Conde valeroso!,
sucesor y pariente
de tanta, con diadema, honrada frente;
así la blanca plata
que por tu grave pecho se dilata, 175
barra de España las moriscas huellas,
sin dejar en su suelo señal dellas,
que los pasos dirijas
adonde, si está vivo, le corrijas
de fiereza tan dura 180
y seas, porque cobre mi ventura
cuando de mí te informe,
árbitro entre los dos que nos conforme,
pues los hados fatales
me dieron el remedio entre los males, 185
pues mi fortuna quiso
hallase en ti favor, amparo, aviso;
pues que miran mis ojos
no salteadores de quien ser despojos,
pues eres, Conde ilustre, 190
gloria de Illán y de Toledo lustre;
pues que plugo a mi suerte
la vida hallase quien tocó la muerte.
CONDE
   Digo es el caso de prudencia mucha,
éste es mi parecer. ¡Ah, Tello! Escucha. 195
(Sale TELLO.)

 

Ya sabes, Blanca, como siempre es justo
acudas a mi gusto;
así, sin replicarme,
con Tello al punto, sin escusas darme,
en aquese caballo, que lealmente 200
a mi persona sirve, juntamente
caminad a Toledo;
esto conviene, Blanca, esto hacer puedo.
Y tú, a Palacio llega,
a la Reina la entrega, 205
que yo voy a tu casa,
que por llegar el corazón se abrasa,
y de estar de tu parte
para servirte, Blanca, y ampararte.
TELLO
   Vamos, señora mía. 210
DOÑA BLANCA
Más quisiera, señor, ver a García.
CONDE
Que aquesto importa advierte.
DOÑA BLANCA
Principio es de acertar, obedecerte.
(Vanse, y sale DON GARCÍA con el puñal desnudo.)

 

DON GARCÍA
   ¿Dónde voy, ciego homicida?
¿Dónde me llevas, honor, 215
sin el alma de mi amor,
sin el cuerpo de mi vida?
¡Adiós, mitad dividida
   del alma, sol que eclipsó
una sombra! Pero no, 220
que muerta la esposa mía,
ni tuviera luz el día,
ni tuviera vida yo.
   ¿Blanca muerta? No lo creo;
el cielo vida la dé, 225
aunque esposo la quité
lo que amante la deseo;
quiero verla, pero veo
   sólo el retrete, y abierta
de mi aposento la puerta, 230
limpio en mi mano el puñal,
y en fin, yo vivo, señal
de que mi esposa no es muerta.
   ¿Blanca con vida, ¡ay de mí!,
cuando yo sin honra estoy? 235
Como ciego amante soy,
esposo cobarde fui.
Al Rey en mi casa vi
   buscando mi prenda hermosa,
y aunque noble, fue forzosa 240
obligación de la ley
ser piadoso con el Rey
y tirano con mi esposa.
   ¡Cuántas veces fié al tirano
acero la ejecución! 245
¡y cuántas el corazón
dispensó el golpe a la mano!
Si es muerta, morir es llano;
   si vive, muerto he de ser.
Blanca, Blanca, ¿qué he de hacer? 250
Mas, ¿qué me puedes decir,
pues sólo para morir
me has dejado en qué escoger?
(Sale el CONDE.)

 

CONDE
   Dígame vueseñoría:
¿Contra qué morisco alfanje 255
sacó el puñal esta noche,
que está en su mano cobarde?
¿Contra una flaca mujer,
por presumir, ignorante,
que es villana? Bien se acuerda 260
cuando propuso casarse,
que le dije era su igual,
y mentí, porque un Infante
de los Cerdas fue su abuelo,
si Conde su noble padre. 265
¿Y con una labradora
se afrentara? ¡Cómo sabe
que el Rey ha venido a verle
y por mi voto le hace
Capitán de aquesta guerra, 270
y me envía de su parte
a que le lleve a Toledo!…
¿Es bien que aquesto me pague
con su muerte, siendo Blanca
luz de mis ojos brillante? 275
Pues, ¡vive Dios!, que le había
de costar al loco, al fácil,
cuanta sangre hay en sus venas
una gota de su sangre.
DON GARCÍA
Decidme: Blanca, ¿quién es? 280
CONDE
Su mujer, y aquesto baste.
DON GARCÍA
Reportaos. ¿Quién os ha dicho
que quise matarla?
CONDE
Un ángel
que hallé desnudo en el monte;
Blanca, que entre sus jarales 285
perlas daba a los arroyos,
tristes suspiros al aire.
DON GARCÍA
¿Dónde está Blanca?
CONDE
A Palacio,
esfera de su real sangre,
la envié con un criado. 290
DON GARCÍA
¡Matadme, señor! ¡Matadme!
¡Blanca en Palacio, y yo vivo!
Agravios, honor, pesares,
¿cómo, si sois tantos juntos,
no me acaban tantos males? 295
¿Mi esposa en Palacio, Conde?
¿Y el Rey, que los Cielos guarden,
me envía contra Algecira
por capitán de sus haces
siendo en su opinión villano? 300
¡Quiera Dios que en otra parte
no desdore con afrentas
estas honras que me hace!
Yo me holgara, ¡a Dios pluguiera!,
que esa mujer que criasteis 305
en Orgaz para mi muerte,
no fuera de estirpes reales,
sino villana y no hermosa,
y a Dios pluguiera que antes
que mi pecho enterneciera, 310
aqueste puñal infame
su corazón, con mi riesgo,
le dividiera en dos partes;
que yo os escusara, Conde,
el vengarla y el matarme, 315
muriéndome yo primero.
¡Qué muerte tan agradable
hubiera sido, y no agora
oír, para atormentarme,
que está sin defensa adonde 320
todo el poder la combate!
Haced cuenta que mi esposa
es una bizarra nave
que por robarla, la busca
el pirata de los mares, 325
y en los enemigos puertos
se entró, cuando vigilante
en los propios la buscaba,
sin pertrechos que la guarden,
sin piloto que la rija 330
y sin timón y sin mástil.
No es mucho que tema, Conde,
que se sujete la nave
por fuerza o por voluntad
al capitán que la bate. 335
No quise, por ser humilde,
darla muerte, ni fue en balde;
creed que, aunque no la digo,
fue causa más importante.
No puedo decir por qué, 340
mas advertid que más sabe,
que el entendido en la ajena,
en su casa el ignorante.
CONDE
¿Sabe quién soy?
DON GARCÍA
Sois Toledo,
y sois Illán por linaje. 345
CONDE
¿Débeme respeto?
DON GARCÍA
Sí,
que os he tenido por padre.
CONDE
¿Soy su amigo?
DON GARCÍA
Claro está.
CONDE
¿Qué me debe?
DON GARCÍA
Cosas grandes.
CONDE
¿Sabe mi verdad?
DON GARCÍA
Es mucha.
350
CONDE
¿Y mi valor?
DON GARCÍA
Es notable.
CONDE
¿Sabe que presido a un reino?
DON GARCÍA
Con aprobación bastante.
CONDE
Pues confiese lo que siente,
y puede de mí fiarse 355
el valor de un caballero
tan afligido y tan grave,
dígame vueseñoría,
hijo, amigo, como padre,
como a amigo sus enojos; 360
cuénteme todos sus males,
refiérame sus desdichas.
¿Teme que Blanca le agravie?
Que es, aunque noble, mujer.
DON GARCÍA
¡Vive Dios, Conde, que os mate, 365
si pensáis que el sol ni el oro,
en sus últimos quilates,
para exagerar su honor
es comparación bastante!
CONDE
Aunque habla como debe, 370
mi duda no satisface
por su dolor regulada.
Solos estamos, acabe;
por la cruz de aquesta espada
de acudille y de amparalle, 375
si fuera Blanca mi hija,
que en materia semejante
por su honra depondré
el amor y las piedades.
Dígame si tiene celos. 380
DON GARCÍA
No tengo celos de nadie.
CONDE
Pues, ¿qué tiene?
DON GARCÍA
Tanto mal
que no podéis remedialle.
CONDE
Pues, ¿qué hemos de hacer los dos
en tan apretado lance? 385
DON GARCÍA
¿No manda el Rey que a Toledo
me llevéis? Conde, llevadme.
Mas decid: ¿Sabe quién soy
Su Majestad?
CONDE
No lo sabe.
DON GARCÍA
Pues vamos, Conde, a Toledo. 390
CONDE
Vamos, García.
DON GARCÍA
Id delante.
CONDE

 (Aparte.) 

Tu honor y vida amenaza,
Blanca, silencio tan grande,
que es peligroso accidente
mal que a los labios no sale. 395
DON GARCÍA

 (Aparte.) 

¿No estás en Palacio, Blanca?
¿No fuiste y me dejaste?
Pues venganza será ahora
la que fue prevención antes.
  (Vanse, y salen la REINA y DOÑA BLANCA.)

 

REINA
   De vuestro amparo me obligo, 400
y creedme que me pesa
de vuestros males, Condesa.
DOÑA BLANCA

 (Aparte. 

¿Condesa? No habla conmigo.)
   Mire Vuestra Majestad
que de quien soy no se acuerda. 405
REINA
Doña Blanca de la Cerda,
prima, mis brazos tomad.
DOÑA BLANCA
   Aunque escuchándola estoy
y sé no puede mentir,
vuelvo, señora, a decir, 410
que una labradora soy,
   tan humilde, que en la villa
de Orgaz pobre me crié
sin padre.
REINA
Y padre que fue
propuesto Rey en Castilla. 415
   De don Sancho de la Cerda
sois hija; vuestro marido
es, Blanca, tan bien nacido
como vos, y pues sois cuerda,
   y en Palacio habéis de estar, 420
en tanto que vuelve el Conde,
no digáis quién sois, y adonde
ha de ser voy a ordenar.

  (Vase.)  

DOÑA BLANCA
   ¿Habrá alguna, Cielo injusto,
a quien dé el hado cruel 425
los males tan de tropel
y los bienes tan sin gusto
    como a mí? ¿Ni podrá estar
viva con mal tan esento,
que no da vida un contento 430
y da la muerte un pesar?
   ¡Ay, esposo, qué de enojos
me debes! Mas pesar tanto,
¿cómo lo dicen sin llanto
el corazón y los ojos? 435
  (Pone un lienzo en el rostro y sale DON MENDO.)

 

DON MENDO
   Labradora que al abril
florida en la gala imita,
de los bellos ojos quita
ese nublado sutil,
si no es que, con perlas mil, 440
   bordas, llorando, la holanda.
¿Quién eres? La Reina manda
que te guarde, y ya te espero.
DOÑA BLANCA
Vamos, señor caballero,
el que trae la roja banda. 445
DON MENDO
   Bella labradora mía,
conócesme acaso?
DOÑA BLANCA
Sí;
pero tal estoy, que a mí
apenas me conocía.
DON MENDO
Desde que te vi aquel día 450
   cruel para mí, señora,
el corazón que te adora
ponerse a tus pies procura.
DOÑA BLANCA

 (Aparte.) 

¡Sólo aquesta desventura,
Blanca, te faltaba ahora! 455
DON MENDO
   Anoche en tu casa entré
con alas de amor por verte,
mudaste mi feliz suerte,
mas no se mudó mi fe;
tu esposo en ella encontré, 460
   que cortés me resistió.
DOÑA BLANCA
¿Cómo? ¿Qué decís?
DON MENDO
Que no,
Blanca, la ventura halla
amante que va a buscalla,
sino acaso, como yo. 465
DOÑA BLANCA
   Ahora sé, caballero,
que vuestros locos antojos
son causa de mis enojos
que sufrir y callar quiero.
  (Sale DON GARCÍA.)

 

DON GARCÍA

 (Aparte.) 

Al conde de Orgaz espero. 470
   Mas, ¿qué miro?
DON MENDO
Tu dolor
satisfaré con amor.
DOÑA BLANCA
Antes quitaréis primero
la autoridad a un lucero,
que no la luz a mi honor. 475
DON GARCÍA

 (Aparte.) 

¡Ah, valerosa mujer!
¡Oh, tirana Majestad!
DON MENDO
Ten, Blanca, menos crueldad.
DOÑA BLANCA
Tengo esposo.
DON MENDO
Y yo poder,
y mejores han de ser 480
mis brazos que honra te dan
que no sus brazos.
DOÑA BLANCA
Sí, harán,
porque bien o mal nacido,
el más indigno marido
excede al mejor galán 485
DON GARCÍA

 (Aparte.) 

Mas, ¿cómo puede sufrir
un caballero esta ofensa?
Que no le conozco piensa
el Rey; saldréle a impedir.
DON MENDO
¿Cómo te has de resistir? 490
DOÑA BLANCA
   Con firme valor.
DON MENDO
¿Quién vio
tanta dureza?
DOÑA BLANCA
Quien dio
fama a Roma en las edades.
DON MENDO
¡Oh, qué villanas crueldades!
¿Quién puede impedirme?
DON GARCÍA
Yo,
495
   que esto sólo se permite
a mi estado y desconsuelo,
que contra rayos del cielo
ningún humano compite,
y sé que aunque solicite 500
   el remedio que procuro,
ni puedo ni me aseguro
que aquí, contra mi rigor,
ha puesto un muro el amor
y aquí el respeto otro muro. 505
DOÑA BLANCA
   ¡Esposo mío, García!
DON MENDO

 (Aparte.) 

Disimular es cordura.
DON GARCÍA
¡Oh malograda hermosura!
¡Oh poderosa porfía!
DOÑA BLANCA
¡Grande fue la dicha mía! 510
DON GARCÍA
   ¡Mi desdicha fue mayor!
DOÑA BLANCA
Albricias pido a mi amor.
DON GARCÍA
Venganza pido a los Cielos,
pues en mis penas y celos
no halla remedio el honor; 515
   mas este remedio tiene:
vamos, Blanca, al Castañar.
DON MENDO
En mi poder ha de estar
mientras otra cosa ordene,
que me han dicho que conviene 520
   a la quietud de los dos
el guardalla.
DON GARCÍA
Guárdeos Dios
por la merced que la hacéis;
mas no es justo vos guardéis
lo que he de guardar de vos; 525
   que no es razón natural,
ni se ha visto ni se ha usado,
que guarde el lobo al ganado
ni guarde el oso al panal.
Antes, señor, por mi mal 530
   será, si a Blanca no os quito,
siendo de vuestro apetito,
oso ciego, voraz lobo,
o convidar con el robo
o rogar con el delito. 535
DOÑA BLANCA
   Dadme licencia, señor.
DON MENDO
Estás, Blanca, por mi cuenta,
y no has de irte.
DON GARCÍA
Esta afrenta
no os la merece mi amor.
DON MENDO
Esto ha de ser.
DON GARCÍA
Es rigor
540
   que de injusticia procede.
DON MENDO

 (Aparte. 

Para que en Palacio quede
a la Reina he de acudir.)
De aquí no habéis de salir,
ved que lo manda quien puede. 545

  (Vase.)  

DON GARCÍA
   Denme los Cielos paciencia,
pues ya me falta el valor,
porque acudiendo a mi honor
me resisto a la obediencia.
¿Quién vio tan dura inclemencia? 550
   Volved a ser homicida,
mas del cuerpo dividida
el alma, siempre inmortales
serán mis penas, que hay males
que no acaban con la vida. 555
DOÑA BLANCA
   García, guárdete el Cielo;
fénix, vive eternamente
y muera yo, que inocente
doy la causa a tu desvelo,
que llevaré por consuelo, 560
   pues de tu gusto procede
mi muerte, tú vive y quede
viva en tu pecho al partirme.
DON GARCÍA
¿Qué, en efeto, no he de irme?
No, que lo manda quien puede. 565
DOÑA BLANCA
   Vuelve, si tu enojo es
porque, rompiendo tus lazos,
la vida no di a tus brazos;
ya te la ofrezco a tus pies.
Ya sé quien eres, y pues 570
   tu honra está asegurada
con mi muerte, en tu alentada
mano blasone tu acero,
que aseguró a un caballero
y mató a una desdichada; 575
   que quiero me des la muerte
como lo ruego a tu mano,
que si te temí tirano,
ya te solicito fuerte;
anoche temí perderte 580
   y ahora llego a sentir
tu pena; no has de vivir
sin honor, y pues yo muero
porque vivas, sólo quiero
que me agradezcas morir. 585
DON GARCÍA
   Bien sé que inocente estás
y en vano a mi honor previenes,
sin la culpa que no tienes,
la disculpa que me das.
Tu muerte sentiré más, 590
   yo sin honra y tú sin culpa;
que mueras el amor culpa,
que vivas siente el honor,
y en vano me culpa amor
cuando el honor me disculpa. 595
   Aquí admiro la razón,
temo allí la Majestad:
matarte será crueldad,
vengarme será traición,
que tales mis males son 600
   y mis desdichas son tales,
que unas a otras iguales
de tal suerte se suceden,
que sólo impedir se […en]
las desdichas con los males. 605
   Y sin que me falte alguno,
los hallo por varios modos,
con el sentimiento a todos,
con el remedio a ninguno;
en lance tan importuno 610
   consejo te he de pedir,
Blanca, mas si has de morir,
¿qué remedio me has de dar,
si lo que he de remediar
es lo que llego a sentir? 615
DOÑA BLANCA
   Si he de morir, mi García,
no me trates desa suerte,
que la dilatada muerte
especie es de tiranía.
DON GARCÍA
¡Ay, querida esposa mía, 620
   qué dos contrarios extremos!
DOÑA BLANCA
Vamos, esposo.
DON GARCÍA
Esperemos
a quien nos pudo mandar
no volver al Castañar.
Aparta, y disimulemos. 625
  (Salen el REY, y la REINA, el CONDE y DON MENDO, y los que pudieren.)

 

REY
   ¿Blanca en Palacio y García?
Tan contento de ello estoy,
que estimaré tengan hoy
de vuestra mano y la mía
lo que merecen.
DON MENDO
No es bueno
630
quien por respetos, señor,
no satisface su honor
para encargarle el ajeno.
   Créame, pues se confía
de mí Vuestra Majestad. 635
REY

 (Aparte. 

Ésta es poca voluntad.)
Mas allí Blanca y García
   están. Llegad, porque quiero
mi amor conozcáis los dos.
DON GARCÍA
Caballero, guárdeos Dios. 640
Dejadnos besar primero
   de Su Majestad los pies.
DON MENDO
Aquél es el Rey, García.
DON GARCÍA

 (Aparte. 

¡Honra desdichada mía!
¿Qué engaño es éste que ves?) 645
    A los dos, Su Majestad…
besar la mano, señor…
pues merece este favor…
que bien podéis…
REY
Apartad,
   quitad la mano, el color 650
habéis del rostro perdido.
DON GARCÍA

 (Aparte. 

No le trae el bien nacido
cuando ha perdido el honor.)
   Escuchad aquí un secreto:
sois sol, y como me postro 655
a vuestros rayos, mi rostro
descubrió claro el defeto.
REY
   ¿Estáis agraviado?
DON GARCÍA
Y ve
mi ofensor, porque me asombre.
REY
¿Quién es?
DON GARCÍA
Ignoro su nombre.
660
REY
Señaládmele.
DON GARCÍA
Sí haré.

  (A DON MENDO.) 

Aquí fuera hablaros quiero
para un negocio importante,
que el Rey no ha de estar delante.
DON MENDO

 (A DON GARCÍA.) 

En la antecámara espero. 665

  (Vase.) 

DON GARCÍA
    ¡Valor, corazón, valor!
REY
¿Adónde, García, vais?
DON GARCÍA
A cumplir lo que mandáis,
pues no sois vos mi ofensor.

  (Vase.)  

REY
   Triste de su agravio estoy; 670
ver a quién señala quiero.
DON GARCÍA

 (Dentro.) 

¡Éste es honor, caballero!
REY
¡Ten, villano!
DON MENDO
¡Muerto soy!
  (Sale DON GARCÍA, envainando el puñal ensangrentado.)

 

DON GARCÍA
   No soy quien piensas, Alfonso,
no soy villano, ni injurio 675
sin razón la inmunidad
de tus palacios augustos.
Debajo de aqueste traje
generosa sangre encubro,
que no sé más de los montes 680
que el desengaño y el uso.
Don Fernando el Emplazado
fue tu padre, que difunto
no menos que ardiente joven
asombrado dejó el mundo, 685
y a ti de un año, en sazón
que campaba el moro adusto,
y comenzaba a fundar
en Asia su imperio el turco.
Eran en Castilla entonces 690
poderosos, como muchos,
los Laras, y de los Cerdas
cierto el derecho, entre algunos,
a tu corona, si bien
Rey te juraron los tuyos, 695
lealtad que en los castellanos
solamente caber pudo.
Murmuraban en la Corte
que el conde Garci Bermudo
que de la paz y la guerra 700
era señor absoluto,
por tu poca edad y hacer
reparo a tantos tumultos,
conspiraba a que eligiesen
de tu sangre Rey adulto, 705
y a don Sancho de la Cerda
quieren decir que propuso,
si con mentira o verdad,
ni le defiendo ni arguyo;
mas los del gobierno, antes 710
que fuese en el fin Danubio
el que era apenas arroyo,
o fuese rayo futuro
la que era apenas centella,
la vara, tronco robusto, 715
preso restaron al Conde
en el Alcázar de Burgos.
Don Sancho, con una hija
de dos años huyó oculto,
que no fio su inocencia 720
del juicio de tus tribunos;
con la presteza, quedó
desvanecido el obscuro
nublado que a tu corona
amenazaba confuso. 725
Su esposa, que estaba cerca,
vino a la ciudad, y trujo
consigo un hijo que entraba
en los términos de un lustro;
pidió de noche a los guardas 730
licencia de verle, y pudo
alcanzarla, si no el llanto,
el poder de mil escudos.
«No vengo -le dijo- esposo,
cuando te espera un verdugo, 735
a afligirte, sino a dar
a tus desdichas refugio
y libertad.» Y sacó
unas limas de entre el rubio
cabello con que limar 740
de sus pies los hierros duros;
y ya libre, le entregó
las riquezas que redujo
su poder, y con su manto
de suerte al Conde compuso, 745
que entre las guardas salió
desconocido y seguro
con su hijo; y entre tanto
que fatigaba los brutos
andaluces, en su cama 750
sustituía otro bulto.
Manifestóse el engaño
otro día, y presa estuvo,
hasta que en hombros salió
de la prisión al sepulcro. 755
En los montes de Toledo
para el Conde, entre desnudos
peñascos, y de una cueva
vivía el centro profundo,
hurtado a la diligencia 760
de los que en distintos rumbos
le buscaron; que trocados
en abarcas los coturnos,
la seda en pieles, un día
que se vio en el cristal puro 765
de un arroyo, que de un risco
era precipicio inundo,
hombre mentido con pieles,
la barba y cabello infurto
y pendientes de los hombros, 770
en dos aristas diez juncos;
viendo su retrato en él,
sucedido de hombre en bruto,
se buscaba en el cristal
y no hallaba su trasunto; 775
de cuyas campañas, antes
que a las flores los coluros
del sol en el lienzo vario
diesen el postrer dibujo,
llevaba por alimento 780
fruta tosca en ramo inculto,
agua clara en fresca piel,
dulce leche en vasos rudos,
y a la escasa luz que entraba
por la boca de aquel mustio 785
bostezo que dio la tierra
después del común diluvio,
al hijo las buenas letras
le enseñó, y era sin uso
ojos despiertos sin luz 790
y una fiera con estudio.
Pasó joven de los libros
al valor, y al colmilludo
jabalí opuesto a su cueva,
volvía en su humor purpúreo. 795
Tenía el anciano padre
el rostro lleno de sulcos
cuando le llamó la muerte,
débil, pero no caduco;
y al joven le dijo: «Orgaz 800
yace cerca, importa mucho
vayas y digas al Conde
que a aqueste albergue noturno
con un religioso venga,
que un deudo y amigo suyo 805
le llama para morir.»
Habló al Conde, y él dispuso
su viaje sin pedir
cartas de creencia al nuncio.
Llegan a la cueva, y hallan 810
débiles los flacos pulsos
del Conde, que al huésped dijo,
viendo le observaba mudo:
«Ves aquí, conde de Orgaz,
un rayo disuelto en humo, 815
una estatua vuelta en polvos,
un abatido Nabuco;
éste es mi hijo.» Y entonces
sobre mi cabeza puso
su débil mano. «Yo soy 820
el conde Garci Bermudo;
en ti y estas joyas tenga
contra los hados recurso
este hijo, de quien padre
piadoso te sostituyo». 825
Y en brazos de un religioso,
pálido y los ojos turbios,
del cuerpo y alma la muerte
desató el estrecho nudo.
Llevámosle al Castañar 830
de noche, porque sus lutos
nos prestase, y de los cielos
fuesen hachas los carbunclos,
adonde con mis riquezas
tierras compro y casas fundo; 835
y con Blanca me casé,
como a Amor y al Conde plugo.
Vivía sin envidiar
entre el arado y el yugo,
las Cortes, y de tus iras 840
encubierto me aseguro.
Hasta que anoche en mi casa
vi aqueste huésped perjuro,
que en Blanca, atrevidamente,
los ojos lascivos puso; 845
y pensando que eras tú,
por cierto engaño que dudo,
le respeté, corrigiendo
con la lealtad lo iracundo;
hago alarde de mi sangre, 850
venzo al temor, con quien lucho;
pídeme el honor venganza,
el puñal luciente empuño,
su corazón atravieso;
mírale muerto, que juzgo 855
me tuvieras por infame
si a quien de este agravio acuso
le señalara a tus ojos
menos, señor, que difunto.
Aunque sea hijo del sol, 860
aunque de tus grandes uno,
aunque el primero en tu gracia,
aunque en tu imperio el segundo,
que esto soy, y éste es mi agravio,
éste el ofensor injusto, 865
éste el brazo que le ha muerto,
éste divida un verdugo.
Pero en tanto que mi cuello
esté en mis hombros robusto,
no he de permitir me agravie 870
del Rey abajo, ninguno.
REINA
    ¿Qué decís?
REY
¡Confuso estoy!
DOÑA BLANCA
¿Qué importa la vida pierda?
De don Sancho de la Cerda
la hija infelice soy; 875
   si mi esposo ha de morir,
mueran juntas dos mitades.
REY
¿Qué es esto, Conde?
CONDE
Verdades
que es forzoso descubrir.
REINA
   Obligada a su perdón 880
estoy.
REY
Mis brazos tomad;
los vuestros, Blanca, me dad;
y de vos, Conde, la acción
   presente he de confiar.
DON GARCÍA
Pues toque el parche sonoro, 885
que rayo soy contra el moro
que fulminó el Castañar.
   Y verán en sus campañas
correr mares de carmín,
dando con aquesto fin 890
y principio a mis hazañas.

FIN DE LA TERCERA JORNADA

FIN DE DEL REY ABAJO, NINGUNO



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