Detén el paso, caminante, advierte,
que aun esta losa guarda enternecida,
con triunfos de su diestra no vencida,
al Capitán más valeroso, y fuerte.
Al duque de Veragua ¡o triste suerte!
que nos dio en su noticia esclarecida,
en relación, los bienes de su vida,
y en posesión, los males de su muerte.
No es muerto el duque, aunque su cuerpo abrace,
la losa, que piadosa le recibe,
pues porque a su vivir el culto enlace.
Aunque el mármol su muerte sobrevive,
en las piedras verás el «aquí yace»,
más en los corazones, «aquí vive».
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