Dicen que una tropa de carros unos, otros que de infantes, de naves otros, es lo más hermoso en la negra tierra; que uno ama. Y es sencillo hacer que cualquiera entienda esto, pues Helena, que aventajaba en belleza a todos, a su marido, alto en honores, lo dejó y se fue por el mar a Troya, y ni de su hija o sus propios padres quiso ya acordarse, pues fue llevada
y esto me recuerda que mi Anactoria no está presente, de ella ver quisiera su andar amable y la clara luz de su rostro antes que a los carros lidios o a mil guerreros llenos de armas.