Damon, el artista (otro más diestro no hay en el Peloponeso), en mármol de Paros está elaborando el cortejo de Dionisio. El dios en gloria excelsa adelante, con ímpetu en su paso. Desenfreno detrás. Al lado de Desenfreno la Embriaguez escancia a los Sátiros el vino de una ánfora coronada de hiedras. Cerca de ellos Vino Dulce el indolente, los ojos semicerrados, dormilón. Y más abajo vienen los cantadores Melodía y Dulce Canto, y Festejo que nunca deja apagarse la venerable antorcha de la procesión que él sostiene; y la Ceremonia, muy digna.- Esto está haciendo Damon. Y junto a ello su pensamiento de cuando en cuando considera la recompensa del rey de Siracusa, tres talentos, mucha cantidad. Con sus otros dineros y con éste cuando ingresen, como persona acomodada ricamente va a vivir y podrá entrar a la política -¡qué alegría!-, también él en la asamblea, también él en el ágora.