El devoto de san José
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Anónimo: OccidenteHabía uno que solo era devoto de san José: a él le rezaba todas las oraciones, le prendía las velas, por él daba las limosnas; en fin, solo vivía para san José. Llegó el día en que murió. San Pedro no quería recibirlo, porque todo lo que había hecho de bueno en la vida era rezarle a san José. De buenas acciones, ni hablar; y el Señor, la Virgen y los otros Santos parecían no existir para él.
—Ya que he llegado hasta aquí —dijo el devoto de san José—, al menos déjeme verlo.
San Pedro lo mandó a llamar. Salió san José y apenas vio a su devoto, exclamó:
—Pero qué bien, estoy contento de tenerte con nosotros. Ven, pasa.
—No puedo. Este no quiere.
—¿Y por qué?
—Dice que solo te recé a ti, y nada a los otros Santos.
—Ah, vamos, qué importa. Pasa igual.
Pero san Pedro se obstinó en que no quería. Palabra va, palabra viene, al fin san José le dijo:
—¡O lo dejas entrar, o me llevo a mi mujer y a mi hijo y me voy con el Paraíso a otra parte!
Su mujer era la Virgen y su hijo era Nuestro Señor. San Pedro pensó que lo mejor era acceder y dejarlo entrar.
FIN