Hay en los campos de mi hermosa antilla en el suelo feliz donde he nacido como un error de la natura, un bello arbusto que se llama el manzanillo.
Tiene el verde color de la esmeralda y su tupida, su redonda copa esparce a su alredor en la llanura fresca, apacible, deliciosa sombra.
Mas, ¡ay!, el ave al acercarse tiende para otros sitios el cansado vuelo porque su instinto natural le indica que su sombra es mortífero veneno.
Todas las plantas en la selva umbría entrelazan sus ramas y sus hojas y al halago del viento se acarician y se apoyan las unas en las otras.
Y unidas crecen en amante lazo y unidas dan al aire su fragancia y el manzanillo solo en la ribera y el manzanillo solo en la montaña.
¡Ay!, cuántas veces al mirarlo, cuántas con honda pena, con dolor he dicho ¿Si será mi existencia en esta vida la existencia fatal del manzanillo?
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