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El progreso y la tradición

[Minicuento - Texto completo.]

Slawomir Mrozek

Cada año, el día de la fiesta nacional, en nuestra ciudad se organizaba un desfile. El gobernador salía al balcón y la población desfilaba abajo. Y no había problemas.

Pero este año llegó la democracia y, con ella, empezaron los problemas.

De hecho, a partir de ahora es la población la que debería estar en el balcón y el gobernador el que debería desfilar abajo. Pero no podía, porque había dejado de ser gobernador y formaba parte de la población. Así que surgió el problema de quién había de desfilar frente a la población.

De acuerdo con los principios de la democracia, la población debería desfilar frente a sí misma. Pero ¿cómo hacerlo? Solo mediante una representación. De modo que se acordó que desfilarían los diputados del Parlamento, es decir los representantes de la población democráticamente elegidos.

Pero el balcón resultó ser demasiado pequeño para poder contener a la población. Así que se decidió colocar a los representantes en el balcón y a la población abajo. Al fin y al cabo, si los representantes representan a la población, da igual que la población desfile frente a los representantes o que los representantes lo hagan frente a la población.

Llegó el día de la fiesta. Los representantes de la población se pusieron en el balcón. Aquellos que no habían logrado abrirse paso a empujones hasta situarse en la primera fila se amontonaban en la puerta, y unos cuantos, de brazos excepcionalmente fuertes, colgaban de los lados. Empezó el desfile.

Y todo habría ido bien si no se hubiese hundido el balcón, ya que estaba podrido. Antes aguantaba, porque solo subía a él el gobernador; pero, cuando llegó la democracia, se hundió.
No se puede negar que los cambios han llegado. Pero también continúa la tradición. Pues igual que no había dinero antes, tampoco lo hay ahora. Lo que pasa es que antes bastaba con apuntalar el balcón con cualquier cosa y ahora hay que construir uno nuevo.

FIN



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