¡Si! Os respondí anoche, ¡No! Esta mañana, Señor, he dicho. Los colores, vistos a la luz de las velas, No brillan igual durante el día.
Cuando los tambores sonaron perfectos, Las lámparas arriba y las risas abajo, Ámame sonaba como algo sínico, Tanto para el Sí como para el No.
Llámame falsa, o llámame libre; Y no importa qué luces brillen, Ningún hombre verá en tu rostro La incierta pena de mi inconstancia.
Pues el pecado oscila sobre ambos; (Es tiempo de danzas y no de compromisos, Y la luz de la promesa destruye la fidelidad) Abate sobre mí la cobardía que yace en tí.
Aprende a ganar la fe de una Dama; Noblemente, como las nubes altas, Valientemente, en la vida y la muerte Con una noble gravedad.
Guíala por el escenario del baile; Muéstrale con tu mano los cielos estrellados, Cuídala con palabras delicadas, Limpias de cortejo, puras en halagos.
Por tu Amor ella será fiel; Siempre fiel, como las damas de antaño; Y su Sí, cuando sea pronunciado, Será un Sí para siempre.
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