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El Zorro, el Lobo y el Caballo

[Minicuento - Texto completo.]

Jean de La Fontaine

Un Zorro, joven todavía, pero de los más solapados, vio por primera vez un Caballo, y dijo a cierto Lobo, aún inexperto:

—Ven: un animal gallardo y corpulento está paciendo en nuestra pradera: aun estoy encantado de verlo.

—¿Es más fuerte que nosotros? –preguntó el Lobo riendo–. Hazme su retrato.

—Si fuese yo pintor, o estudiante –respondió el Zorro–, te anticiparía el placer de admirarlo. Pero, ven. ¿Quién sabe? Quizás es una presa que nos envía nuestra buena suerte.

Fueron, y al Caballo, que habían llevado a pacer, le hicieron tan poca gracia aquellos camaradas, que estuvo a punto de tomar las de Villadiego.

—Señor –díjole el Zorro–, estos sus humildes servidores quisieran saber su nombre.

El Caballo, que no era lerdo, les contestó:

—Lean mi nombre, señores: el zapatero me lo ha escrito en la suela del zapato.

Se excusó el Zorro, porque tenía pocas letras.

—Mis padres –dijo– no me han enviado a la escuela; son tan pobres, que no tienen más que el rincón en que viven. Los del Lobo, que son gente de pro, le han enseñado a leer.

Lisonjeado el Lobo por aquellas palabras, se acercó. ¿Saben lo que le costó su vanidad? Cuatro dientes: el Caballo le dio un par de coces, y el infeliz rodó por tierra, maltrecho y ensangrentado.

—Hermano –dijo el Zorro–, esto confirma lo que dice el adagio: ese animal te ha dejado escrito en las quijadas que es de cuerdos desconfiar de los desconocidos.

FIN



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