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Elegía I

[Poema - Texto completo.]

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Después de la muerte de mi marido

Otra vez llanto, soledad, tinieblas…
¡Huyó cual humo la ilusión querida!
¡La luz amada que alumbró mi vida
Un relámpago fue!

Brilló para probar sombra pasada;
Brilló para anunciar sombra futura;
Brilló para morir… y en noche oscura
Para siempre quedé.

Tras luengos años de tormenta ruda
Comenzaba a gozar benigna calma;
Mas ¡ay! que solo por burlar el alma
La abandonó el dolor.

Así la pérfida alimaña finge
Que a su presa infeliz escapar deja,
Y con las garras extendidas, ceja
Para asirla mejor.

El que ayer era mi sostén y amparo,
Hoy de la muerte es mísero trofeo
¡Por corona nupcial me dio Himeneo
Mustio y triste ciprés!

De juventud, de amor, de fuerza henchido,
Su porvenir ¡cuán vasto parecía…
Mas la mañana terminó su día:
¡Ya del tiempo no es!

Nada me resta, ¡oh Dios! Sus rotas alas
Pliega gimiendo mi esperanza bella
Hoy sus decretos el destino sella;
Ya irrevocables son.

Al golpe atroz que me desgarra el pecho
Quizás mi pobre vida no sucumba;
Mas con los restos que tragó esa tumba
Se hunde mi corazón.

¡Alma noble y amante! tú, ante el trono
De la infinita paternal clemencia,
Por la que fue mitad de tu existencia
¡Pide, pide piedad!

Baje un rayo de luz que alumbre mi alma
En este abismo de pavor profundo,
Hasta que pueda abandonar del mundo
¡La inmensa soledad!



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