¡Oh Gracias! E1 poeta en vuestro altar depone estas pocas hojillas en que rosas apuntan. Complacido os ofrenda, que siempre se complace el artista en su estudio, aunque un panteón semeje. Su frente baja Jove y la suya alza Juno; Febo avanza y sacude su rizada melena; adusta, Palas mira, y el alígero Hermes vuelve a un lado sus ojos, zumbones como tiernos. Pero es a Baco, solo, soñador e indolente, en quien Citeres fija sus ardientes miradas de juvenil deseo que aun en el mármol tiemblan. Recuerda sus caricias y preguntar parece: “¿Por qué no estará aquí conmigo el guapo mozo?”