Desde su pequeña aldea, cercana a los suburbios,
cubierto aún por el polvo del camino;
llega el mercader: “Goma, incienso,
el mejor aceite de oliva, perfumes para el pelo.’
Va pregonando por las calles;
pero acaso el tumulto, la música,
¿permite que sea oído?
La multitud lo empuja, lo arrastra;
y en su estupor pregunta:
“¿Qué es esta locura?”,
uno de ellos le arroja
otra gran mentira palaciega:
“Que en Grecia, Antonio, la victoria obtuvo.”