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Endecha V

[Poema - Texto completo.]

Sor Juana Inés de la Cruz

Si acaso, Fabio mío,
después de penas tantas
quedan para las quejas
alientos en el alma;

si acaso en las cenizas
de mi muerte esperanza
se libró por pequeña
alguna débil rama,

adonde entretenerse,
con fuerza limitada,
el rato que me escuchas
pueda la vital aura;

si acaso a la tijera
mortal que me amenaza
concede breves treguas
la inexorable parca,

oye en tristes endechas
tiernas consonancias
que al moribundo cisne
sirven de exequias blandas.

Y antes que noche eterna
con letal llave opaca
de mis trémulo ojos
cierre las lumbres vagas,

dame el postrer abrazo,
cuyas tiernas lazadas,
siendo unión de los cuerpos,
identifican almas.

Oigo tus dulces ecos,
y en cadencias turbadas
no permite el ahogo
entera la palabra.

De tu rostro en el mío
haz amoroso estampa
y las mejillas frías
de ardiente llanto baña.

Tus lágrimas y mías
digan equivocadas
que aunque en distintos pechos
las engendró una causa.

Unidas de las manos
las bien tejidas palmas,
con movimientos digan
lo que los labios callan.

Dame, por prendas firmes
de tu fe no violada,
en tu pecho escrituras,
seguros en tu cara;

para que cuando baje
a las estigias aguas,
tuyo el óbolo sea
para fletar la barca.

Recibe de mis labios
el que, en mortales ansias,
el exánime pecho
último aliento exhala.

Y el espíritu ardiente,
que vivifica llama
de acto sirvió primero
a tierra organizada,

recibe, y de tu pecho
en la dulce morada
padrón eterno sea
de mi fineza rara.

Y adiós, Fabio querido,
que ya el aliento falta,
y de vivir se aleja
la que de ti se aparta.



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