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Entolda el horizonte densa bruma…

[Poema - Texto completo.]

Emilia Pardo Bazán

Entolda el horizonte densa bruma,
montañas hasta el cielo suben de espuma,
encima la tormenta, lejos la orilla,
corriendo de ola en ola va la barquilla.
Del huracán tremendo bajo el empuje
la tablazón delgada retiembla y cruje,
y contrastar no logran su saña fiera
pálidos los remeros como la cera.
Solo el patrón robusto, de pelo cano,
lobo curtido y viejo, de oscura frente,
el timón dirigiendo con fuerte mano,
impasible contempla la mar rugiente.
-¡Orza! ¡de proa! ¡Jala! ¡Remad con brío!
¡Esto es aire y espuma! ¡Jala al avío!
¡Cargad… cargad el peso… por ese lado!
¿Por qué sueltas el remo… di, condenado?
¡No llores tú, grumete, carilla fina!
Estos lances enseñan ciencia marina…
¡Por un huracancillo tan dulce y leve
que amante nuestro barco columpia y mueve!
¡Ira de Dios! Dad gracias a la hija mía,
a las madres que aguardan  con pesar hondo;
que si no juro a Cristo que anhelaría
llevaros -por cobardes-del mar al fondo”.
Sin fuerzas ni esperanzas, pero sereno,
ve el patrón entreabrirse del mar el seno,
y surgir un gigante genio bravío
coronado de espumas, verde, sombrío.
-¿Quieres salvarte?, dice su voz, que bronca
domina la del viento, zumbando ronca.
-Si aplacarse ver quieres el mar furioso,
prométeme a tu hija, seré su esposo.
-Sea -responde el padre que vio la muerte.
-Sea -al decirlo el genio, tendió la mano,
y ya la dulce luna sus rayos vierte
sobre el lomo tranquilo del Océano.

En la playa se junta la gente toda;
la niña está compuesta para la boda;
le cuelgan por la espalda blondos cabellos,
la brisa de los mares retoza en ellos.
La barca un gallardete gayo empavesa;
sube la niña; al padre la mano besa;
él la amarra desata con pulso cierto,
aunque tiene el semblante color de muerto…
Lenta boga la barca; de pronto, gira
de un abismo en las negras profundidades…
¡El patrón se desploma, cuando lo mira,
como mástil que truncan las tempestades!



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