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Esperanza

[Poema - Texto completo.]

Manuel Acuña

Mi alma, la pobre mártir
de mis ensueños dulces y queridos,
la viajera del cielo, que caminas
con la luz de un delirio ante los ojos,
no encontrando a tu paso más que abrojos
ni sintiendo en tu frente más que espinas,
sacude y deja el luto
con que la sombra del dolor te envuelve,
y olvidando el gemir de tus cantares
deja la tumba y a la vida vuelve.

Depón y arroja el duelo
de tu tristeza funeral y yerta,
y ante la luz que asoma por el cielo
en su rayo de amor y de consuelo,
saluda al porvenir que te despierta.

Transforma en sol la luna
de tus noches eternas y sombrías;
renueva las sonrisas que en la cuna
para hablar con los ángeles tenías;
y abrigando otra vez bajo tu cielo,
de tus horas de niña la confianza,
diles tu último adiós a los dolores,
y engalana de nuevo con tus flores
las ruinas del altar de tu esperanza.

Ya es hora de que altivas
tus alas surquen el azul como antes;
ya es hora de que vivas,
ya es hora de que cantes;
ya es hora de que enciendas en el ara
la blanca luz de las antorchas muertas,
y de que abras tu templo a la que viene
en nombre del amor ante sus puertas.

¡Bajo el espeso y pálido nublado
que enluta de tu frente la agonía,
aún te es dado que sueñes, y aún te es dado
vivir para tus sueños todavía!…
¡Te lo dice su voz, la de aquel ángel
cuya memoria celestial y blanca
es él solo entre todos tus recuerdos
que ni quejas ni lágrimas te arranca!…
¡Su voz dulce y bendita
que cuando tu dolor aún era niño,
bajaba entre tus cánticos de muerte,
mensajera de amor a prometerte
la redención augusta del cariño!…

Y yo la he visto, ¡mi alma!, desgarrando
del manto de la bruma el negro broche
y encendiendo a la luz de su mirada,
esas dulces estrellas de la noche
que anuncian la alborada…
¡Yo he sentido el perfume voluptuoso
del crespón virginal que la envolvía,
y he sentido sus besos, y he sentido
que al acercarse a mí se estremecía!…

¡Si, mi pobre cadáver, desenvuelve
los pliegues del sudario que te cubre
levántate, y no caves
tu propia tumba en un dolor eterno!…
La vuelta de las aves
te anuncia ya que terminó el invierno;
saluda al sol querido
que en el Levante de tu amor asoma,
y ya que tu paloma vuelve al nido,
reconstrúyele el nido a tu paloma.


1872


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