Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

Hágase el elefante, y nos hiciste…

[Poema - Texto completo.]

Joaquín Antonio Peñalosa

Hágase el elefante, y nos hiciste.
Tu voz debió ser alta, impenetrable y triste.

Caminábamos, Señor, íbamos en manada, caminábamos;
nos pesaba la carne, nos sentíamos pesados.

Las patas alternaban su cansancio,
subían en cámara lenta, bajaban despacio.

Un día de sol nos conocimos,
bajo las nubes verdes nos miramos al río.

Nos vimos arrugados y éramos recién nacidos,
la piel como libreta inservible de un niño.

Nos palpamos duros, impenetrables, compactos:
muros de lamentación, carreteras de asfalto

rocas en movimiento, lenta lava ya piedra,
erosión de vida de tu volcán ya llena.

Los niños reían mirándonos la trompa,
como sus palotes fea, y sus letras sin forma.

¿Por qué si somos tristes se ríen de nosotros?
Creador del elefante, ten piedad de nosotros.

¡Oh altura y soledad! ¡Oh piel marchita!
¡Oh cielo lejos y tierra en lejanía!

Nuestros ojos tan altos son miopes a las flores;
nuestros ojos, tan bajos, no alcanzan a tus soles.

Y las patas se enredan quebrando las gardenias
y asustamos la fuente en concilio de estrellas.

Líbranos del cirquero que nos trae muertos de hambre,
y del parque zoológico, pequeño y elegante,

del cazador que espía el marfil y la carne,
y del sabio que dice paquidermo en lugar de elefante.

Por traerte a Belén a los tres reyes magos,
ten piedad de nosotros los elefantes blancos.



Más Poemas de Joaquín Antonio Peñalosa