Hay noches
que nunca suceden
y tú las buscas
moviendo los labios.
Luego te imaginas sentado
en el lugar de los dioses.
Y no sabes decir
dónde está el sacrilegio:
si en el rechazo
de la edad adulta
que nada perdona
o en el ansia
de ser inmortal
para vivir infinitas
esperas de noches
que nunca suceden.