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Humareda de angustia hasta ahogar las lágrimas de las estrellas…

[Poema - Texto completo.]

Magda Portal

Humareda de angustia hasta ahogar las lágrimas de las estrellas
Caminaba por el camino sin direcciones, estremecida por los fantasmas
de la neurastenia
Y es que en el fondo de las entrañas, con un chisporroteo tenue, sintió
el hervor de una vida que no era la suya
AMOR—
Pero es que el Amor encierra la única razón del HIJO?
Ya debiera encenderse dos ojos profundos la ceguera criminal de la
Naturaleza
Para qué?
Todas las noches mirándose en el espejo de su carne —fatigada y enferma
por el proceso lento, se le apretaba el corazón —y hubiera querido, con el
espíritu de rodillas, amanecer como si fuera todo un sueño
PARA QUÉ?
Le quemaba el hierro de la pregunta
Sus pulmones mordidos por la tuberculosis, su soledad, su vida sin
objeto, vagabunda en la vastedad hostil de la tierra
Para qué pues el hijo? La prolongación de las lágrimas  mudas, del
abandono, del extravío? La prolongación de las miserias del mudo!
Y la negación rotunda no le rasgaba las entrañas
Todos los días hervía un poco más aquel fermento del acaso
De sus ojos brillantes y lánguidos salía a bailarle en las orejas y en la cara
extenuada
Y en verdad sentía como si llevara en su vientre todo el dolor de la
humanidad
Los fantasmas de neurastenia le hundían sus dedos en las cedillas del
cerebro
En sus ojos empezaron a inmovilizarse los paisajes más rojos

______

Cuando llegó la hora, cayeron sobre sus pupilas los telones de la indiferencia
Le miró curiosamente —como una muñeca de biscuit
Tenía claridad de aurora en las pupilas, y las carnes suavemente rosadas
—Era una niña
Lloraba —estremeciendo la dulce masa de su carne
Le envolvió en unos trapos y se echó a andar por las calles —como siempre,
no llevaba dirección
Al fondo divisó en su mole blanca, el Hospicio de Huérfanos —Retrocedió
—Incubador de esclavos y asesinos
Caminó en sentido contrario —La masa negra del río, tan profunda y
tan negra, que parecía inmóvil, copiaba al panorama del cielo
Le miró largo rato recostada en un árbol
Después envolvió a la niña en su amplio abrigo, y  sencillamente, la arrojó
El río se abrió en un punto para dejar  pasar a la huésped —y se volvió
a cerrar
Solo un instante se quebraron las estrellas en sus ondas revueltas
La MADRE tomó el regreso a su posada —bañada de indiferencia—
Se insinuaba la aurora —como en los ojos de la niña
Todos los pájaros lloraban



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