Ya no verán, oh Tormes, tus áridas orillas los manes de Galeno y del Estagirista. Alza la anciana frente tanto tiempo oprimida, y esparce por el campo desde hoy jovial la vista. ¿No ves como se acercan con música divina a tus arenas sacras el gusto y la alegría? En torno de ellas vuelvan los juegos y las risas, cerca vienen las Musas, del gran Febo seguidas. En medio de aquel carro, ¿no ves cómo camina un joven, de quien tiene Ganímedes envidia? ¿No escuchas que al acento de su süave lira las nueve musas cantan y el verde prado pisan? Para adornar sus sienes y cabellos que brillan más que el oro que llega de las lejanas Indias, tejiendo van guirnaldas; y de Flora las ninfas para tejerle flores van y vienen a prisa. Pues ese mismo joven es por quien tus orillas verán llegar las gracias, el gusto y la alegría, huyendo de sus voces y célica armonía los manes de Galeno y del Estagirista.