Las grandezas teme, oh alma. Y si vencer tus ambiciones no puedes, con cautela y reservas síguelas. Y cuanto más adelante vayas, sé más observador, más cuidadoso. Y cuando a tu apogeo llegues, César ya; cuando tomes figura de hombre famoso, entonces cuida especialmente al salir a la calle, dominador insigne de séquito acompañado, si acierta a acercarse, desde la multitud algún Artemidoro, que lleva una carta, y dice apresurado “Lee esto inmediatamente, son cosas importantes que te interesan”, no dejes de detenerte; no dejes de postergar cualquier conversación o tarea; no dejes de apartar a las variadas personas que te saludan y se prosternan ante ti (las puedes ver más tarde); que espere incluso el Senado mismo, y conoce al instante los graves escritos de Artemidoro.