Inesperadamente la noche se ilumina.
Que hay otra claridad para lo que se imagina.
¿Qué sobrehumana faz viene en los tallos
de la ausencia a abrir en la noche
el sueño de su propia esencia?
¿Qué nostalgia se recuerda
y sin quererlo murmura sus vestigios
antiguos de secreta ventura?
¿Y qué labios se abren y
–a tan tierna distancia-
hablan de amor y muerte
con palabras de infancia?
El tiempo se disuelve
y ya nada es preciso
desde que te aproximas, puerta del paraíso.
¿Hay noche? ¿Hay vida? ¿Hay voces?
¿Qué espanto nos consume de repente, mirándonos?,
Alma, ¿Cuál es tu nombre?