Delgadas son las faldas que la noche dejó atrás,
antes de que el día quiebre el cielo con su crepitar.
Delgados son los jirones del sueño,
oscilando en el espíritu cansado del viento;
pero en medio de aquel reposo inquieto
que desgarra la trama del olvido y el recuerdo,
mi alma se estira hacia la tuya,
cada vez más cerca.
Nuestras vidas nunca se unen;
nuestros pensamientos nunca se distancian,
aquello que aferra tu corazón al mío,
parece disolverse en un brillo sombrío.
Esta noche, el Amor ejerce un control total,
y con deseo y con pesar,
mi alma se arrastra hacia la tuya,
cada vez más cerca.
¿Existe un hogar, dónde la pesada Tierra
se derrita en el aire brillante,
y dónde el mal no se respire;
dónde el agua barra el eco de la sed,
y el fuego sea el reflejo de nuestra fe?
Si la voluntad yace atada al objetivo,
tal vez allí pueda su esperanza engendrar.
Mi alma, en esta hora desolada,
se agita hacia la tuya,
cerca, siempre un poco más.
“Insomnia”
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