La cueva de Montesinos
[Minicuento - Texto completo.]
Enrique Anderson ImbertSoñó don Quijote que llegaba a un transparente alcázar y Montesinos en persona -blancas barbas, majestuoso continente- le abría las puertas. Solo que cuando Montesinos fue a hablar don Quijote despertó. Tres noches seguidas soñó lo mismo, y siempre despertaba antes de que Montesinos tuviera tiempo de dirigirle la palabra. Poco después, al descender don Quijote por una cueva, el corazón le dio un vuelco de alegría: ahí estaba nada menos que el alcázar con el que había soñado. Abrió las puertas un venerable anciano al que reconoció inmediatamente: era Montesinos.
-¿Me dejarás pasar? -preguntó don Quijote.
-Yo sí, de mil amores -contestó Montesinos con aire dudoso-, pero como tienes el hábito de desvanecerte cada vez que voy a invitarte…
FIN
1965