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La curación de la hija del zar

[Minicuento - Texto completo.]

Anónimo: Occidente

En el momento en que un joven mercader se embarcaba, un viejo pidió ser contratado.

—¿Cómo vas a trabajar tú, siendo tan viejo? —le dijo el joven.

—Soy muy trabajador. Puedo más que tres hombres. Te haré próspero. Solo pido como pago la mitad de lo que ganemos.

Llegaron a un país donde el mercader recibió el encargo de librar de un mal a la hija del zar. El viejo le entregó tres leños y una taza de agua, y le dijo lo que tenía que hacer. A medianoche, se levantó la hija del zar del ataúd. El mercader le tiró un leño, y ella se lo tragó. Le tiró el segundo leño, y se lo tragó también. Le tiró al tercero, e hizo lo mismo.

—Ahora te voy a comer a ti —amenazó la hija del zar.

—Espera. Déjame beber un poco de agua —le contestó el mercader.

Se llenó de agua la boca, y roció a la hija del zar. Ella se estremeció y quedó curada al instante. El joven se casó con la hija del zar y regresó a su casa con muchas riquezas.

—Ahora vamos a repartirlo todo —le dijo el viejo.

El hijo del mercader sacó su dinero y empezó a repartirlo en partes iguales.

—¿Por qué repartes solo el dinero? Hemos traído, además, a la hija del zar. Vamos a repartirla a ella también.

Tomó una espada y cortó a la joven en dos. El joven se afligió mucho y le dijo:

—¡Dios te ayude! ¿Por qué la has matado?

—¿De modo que te da pena? —constató el viejo.

Juntó las dos partes, dio un soplido y la princesa se levantó al instante, igual que era antes.

—Aquí tienes a tu mujer. Vive con ella como Dios manda -dijo el viejo, y desapareció.

FIN


Anónimo ruso


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