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La mamá cabra y los siete cabritillos

[Cuento folclórico - Texto completo.]

Anónimo: Cuentos folclóricos

En una bonita casita del bosque vivían siete cabritillos y su mamá. Un día la mamá cabra tuvo que irse de compras al pueblo y dijo a sus hijitos:

-Hijos míos, me voy a comprar al pueblo y cuando yo vuelva daremos un paseo por el campo. Les traeré exquisita comidita.

Y todos los cabritillos, felices, dijeron:

-¡Sí, mamá!

Antes de salir de casa, la mamá cabra les dijo:

-Mientras yo no llegue, no abran la puerta a nadie, ¿vale, hijitos?

Y los cabritillos, obedientes, dijeron:

-¡Sí, mamá!

Fuera de casa, detrás de un árbol, se escondía un temible lobo que observaba cómo la madre cabra salía con su bolso de casa, dejando a sus hijitos solitos dentro de la casa.

Minutos después de que la madre cabra saliera de casa, el lobo se acercó a la puerta y dando algunos golpes -toc toc toc- a la puerta de la casa de los cabritillos, dijo:

-Soy mamá y les traigo buena comidita, ¿pueden abrirme la puerta?

Reconociendo la voz del lobo, los cabritillos gritaron:

-Nooo… tú no eres nuestra madre. ¡Eres el lobo!

Decepcionado, el lobo se fue y se acercó a una granja que había allí cerca, y se comió docenas y docenas de huevos para aclarar y suavizar la voz. Y volvió a la casa de los cabritillos -toc toc toc- y con voz suave dijo:

-Niños, soy mamá, ¿pueden abrirme la puerta?

No convencidos de que era su madre, los cabritillos le dijeron:

-Si eres nuestra madre, entonces enséñanos tu pata.

El lobo no dudó en enseñarles su pata negra y peluda por debajo de la puerta. Y los cabritillos dijeron:

-Nooo… tú no eres nuestra madre. ¡Eres el lobo!

Contrariado, el lobo se dirigió a la casa de un molinero y le pidió un saco de harina. Metió una patita en la harina para que se la blanqueara y se fue otra vez a la casa de los cabritillos -toc toc toc- y les dijo:

-Niños, soy mamá y les traigo comidita muy exquisita del pueblo. ¡Abran la puerta!

Los cabritillos volvieron a decirle:

-Si eres nuestra madre, entonces enséñanos tu pata.

El lobo enseñó la pata bien rebozada en harina por debajo de la puerta y los cabritillos dijeron:

-¡Esta vez sí que eres mamá! -y abrieron la puerta.

El lobo entró rápidamente en la casa y empezó a correr para alcanzar a los cabritillos. Los cabritillos salieron corriendo y se escondieron cada uno en un sitio distinto.

En ese momento pasaba por allí un cazador que, oyendo todo el ruido de voces, entró en la casa. Estaba a punto de matar al lobo cuando el animal salió corriendo asustado y con miedo, rogando al cazador que no lo matara y jurando que jamás volvería por aquellos lados. Al cabo de un rato llegó la mamá cabra y se encontró la puerta abierta y la casa vacía.

-Ay, ¡mis hijitos! Seguro que a todos se los ha llevado el lobo.

Fue entonces cuando todos los cabritillos, uno a uno, fueron saliendo de sus escondrijos para la alegría de la mamá cabra. El cazador le explicó todo lo que había ocurrido. Y entonces, como agradecimiento al cazador, la mamá cabra y sus cabritillos prepararon una gran fiesta donde pudieron comer la rica comidita que había comprado la mamá cabra en el mercado del pueblo.

FIN



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