¿Cuánto mis cascabeles tendré que sacudir Y besarte la frente, triste caricatura? Para dar en el blanco, de mística virtud, Mi carcaj, ¿cuántas flechas habrá de malgastar?
En fintas sutilísimas nuestra alma gastaremos, Y más de un bastidor hemos de destruir, Antes de contemplar la acabada Criatura Cuyo infernal deseo nos colma de sollozos.
Hay algunos que nunca conocieron a su ídolo, Escultores malditos que el oprobio marcó, Que se golpean con saña en el pecho y la frente,
Sin más que una esperanza, !Capitolio sombrío! Que la Muerte, cerniéndose como sol renovado, Logrará, al fin, que estallen las flores de su mente.
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