Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

La muerte de Mario Monteforte Toledo (1911-2003) y el asesinato de Una manera de morir (1957-2003)*


Seymour Menton

Mario Monteforte Toledo, el novelista guatemalteco más renombrado del siglo veinte después de Miguel Ángel Asturias, murió el 4 de setiembre de 2003 a la edad de noventa y dos. Su novela Una manera de morir, publicada en 1957 por el Fondo de Cultura Económica en México, murió al nacer, y todavía no se ha resucitado. Aunque las más de trescientas columnas y notas necrológicas encontradas en el Internet gracias a Google elogian mucho a Monteforte tanto por su obra literaria como por sus libros de ciencias sociales y su activismo político, hacen caso omiso de Una manera de morir o la distorsionan.i Pero antes de profundizar en el asunto, aclaremos dos errores garrafales, uno, por descuido, y el otro intencionado.

En la nota necrológica aparecida el 6 de setiembre de 2003 en el Los Ángeles Times llaman Rafael al primer presidente revolucionario Juan José Arévalo, confundiéndolo seguramente con el poeta modernista Rafael Arévalo Martínez. Antes de burlarse del desprecio que tienen los medios de comunicación de los Estados Unidos para la cultura latinoamericana, consten que en el Internet, La Prensa Literaria, Unión Radio y otras agencias europeas hablan del presidente Rafael Arévalo. Y lo que es aún más incomprensible, lo llaman Rafael también en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica (número 394, octubre de 2003, pág. 5).

Lo que es mucho más grave, por mal intencionado, es la afirmación en Guatemala Hoy del 5 de setiembre, que “Después de la caída del gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán [Monteforte] partió al exilio”. En La Gaceta, se repite la misma distorsión para ligar a Monteforte con todos los intelectuales guatemaltecos que se refugiaron en la embajada de México en Guatemala a la caída de Arbenz: “En su larga vida, ocupó importantes cargos públicos durante los gobiernos de Rafael [sic] Arévalo y Jacobo Arbenz. Sin embargo, al igual que Augusto Monterroso,ii a la caída de Arbenz, Monteforte Toledo partió al exilio, del que no regresó sino hasta 1986” (5). En ninguna de las trescientas notas de Google que he consultado se revela la verdad.

Si Monteforte partió al exilio en 1954, que es cuando las fuerzas de Carlos Castillo Armas, entrenadas por los Estados Unidos, derribaron fácilmente el gobierno revolucionario de Arbenz y que no regresó sino hasta 1986, ¿cómo pude conocerlo en Guatemala en el verano de 1955 y charlar con él casi todos los días mientras recogía material para mi Historia crítica de la novela guatemalteca? La verdad es que Monteforte partió al exilio en 1950, cuatro años antes de la caída de Arbenz, porque según él mismo me dijo, se oponía a la infiltración comunista en el gobierno de Arévalo y se lo había dicho. Monteforte creía que Arévalo,iii sin ser comunista ni mucho menos, utilizaba a los comunistas para disminuir su dependencia del Partido de Acción Revolucionaria (PAR), del cual Monteforte fue secretario general a fines de 1945. El PAR estaba dividido entre los radicales dirigidos por el comunista José Manuel Fortuny y los moderados dirigidos por Monteforte. Cuando éste fue a Nueva York para representar a Guatemala en las Naciones Unidas en 1946 y 1947, triunfaron los radicales y Fortuny llegó a ser secretario general del PAR. En un artículo publicado en 1961 en Hispania, Solomon Lipp, catedrático en la Universidad de McGill, quien había conocido a Monteforte en Guatemala en 1956, escribió que éste “did not hesitate to criticize the regime of the late Castillo Armas. He was just as outspoken a critic in the days of Jacobo Arbenz” (420)iv (“no tenía ningún reparo en criticar el régimen del ya fallecido Castillo Armas. Su actitud crítica también se notaba durante el periodo de Jacobo Arbenz”). En una carta dirigida a Nicholas William Rokas y fechada el 30 de marzo de 1971, Monteforte dice que salió de Guatemala en 1950 porque “no me gustaba el gobierno de Arbenz”.v Según Arturo Arias, en su libro Ideologías, literatura y sociedad durante la revolución guatemalteca de 1944-54 (1979), Monteforte dijo que en 1950 con el asesinato de Arana, Arbenz tomó control del ejército, comprometido con el grupo comunista (274). Según el esquema biográfico de J.L.Perdomo Orellana, publicado en el Diccionario privado (2002) de Monteforte, “a los 39 [1950], invicto, da la espalda, menos mal para la literatura viva, al ejercicio de la política activa” (27-28).vi Monteforte vivió en México entre 1951 y 1954 enseñando literatura en Filosofía y Letras y dedicándose a los estudios sociológicos y políticos en el Instituto de Investigaciones Sociales de la U.N.A.M.vii Lo que es aún más importante para desmentir a los autores de las notas en Google, Monteforte volvió a Guatemala antes de junio de 1954 ,viii y no “partió al exilio” hasta 1956. Durante ese bienio fundó y dirigió el semanario de oposición Lunes,ix semanario que criticaba fuertemente al dictador Carlos Castillo Armas por sus propios abusos y por su entreguismo al capital norteamericano. La circulación de Lunes aumentó tanto que Monteforte lo convirtió en un diario titulado Hoy, después de que volví a la Universidad de Kansas, o sea a fines de 1955 o a principios de 1956. En ninguna parte, en ninguna de las notas necrológicas, se menciona la labor heroica de Monteforte en esos días nefastamente reaccionarios para Guatemala y los nombres Lunes y Hoy tampoco figuran.

Cuando volví a Guatemala en junio de 1956 para seguir con mis investigaciones sobre la novela guatemalteca, lo primero que hice fue buscar a Monteforte en las antiguas oficinas de Lunes en la Sexta Avenida, cerca del Parque Gómez Carrillo. Al encontrarlas cerradas, fui a su casa donde su esposa mexicana, la pianista Aurelia Sánchez Mesa, me contó que el gobierno había destruido la imprenta y que había mandado sacar a Monteforte de la casa y lo había llevado vendado y esposado con cuarenta y tres estudiantes universitarios y jóvenes profesores a la frontera con Honduras, sin pasaporte, sin dinero, sin nada.x La esposa me dijo que Monteforte con mucha dificultad había logrado llegar a San José de Costa Rica donde se encontraba en ese momento. Al mismo tiempo, ella me preguntó si pudiera hacerle un gran favor: llevarle el manuscrito de Una manera de morir a Costa Rica. Me explicó que era el único ejemplar que existía y que tenía miedo de que los oficiales en el aeropuerto se lo quitaran porque en dos ocasiones le habían registrado el equipaje tan cuidadosamente que perdió el vuelo a México.xi Le dije que por casualidad yo pensaba hacer un viaje por tierra hasta San José una vez terminados los cursos de la Escuela de Verano y que con mucho gusto le llevaría el manuscrito a Monteforte. Lo había leído en julio de 1955 después de que él me la había comentado en una carta fechada el 14 de octubre de 1954, antes de que nos conociéramos personalmente. El membrete reza “Director de los órganos de prensa y radiodifusión” de la Empresa Editorial Guatemalteca. Con tono orgulloso, Monteforte describe la nueva novela:

Esta última obra es lo más serio [en que] que me he metido. Sin ubicación y en cierto sentido intemporal, aborda uno de los problemas humanos que considero más graves de nuestro tiempo (al menos en los países no sajones): la gradual destrucción que ejerce el partido político ortodoxo (el comunismo, por ejemplo; pero también cualquier ortodoxia) sobre el hombre y “su circunstancia”, como dirían los existencialistas. Se llama Una manera de morir y es bastante doloroso de leer. Creo que interesará en cualquier idioma y que me traerá violentos ataques de parte de todas las extremas de la política. En el mundo del libro no hay pícaros ni intención docente o panfletaria; me limito a los problemas humanos que he visto fermentar en mi derredor durante los últimos 15 años en su país y por estos rumbos. Mi más ferviente deseo es que los francotiradores de la política no utilicen la novela como atestado probatorio de una causa cualquiera. Desde luego, también pretendo exhibir un amargo caso de nuestros días, para advertencia de quienes aún estén a tiempo de evitar el despeñadero de la obediencia que conduce a una manera de morir.xii

Durante nuestras charlas del verano de 1955, Monteforte expresó más de una vez sus preocupaciones por el efecto de la novela sobre sus amigos izquierdistas y en particular sobre el novelista mexicano José Revueltas,xiii quien, como el protagonista de la novela, había roto con el Partido Comunista para luego reingresar.xiv

Antes de entrar en el análisis de la novela, voy a comentar brevemente su asesinato o si prefieren, su muerte. Le entregué a Monteforte el manuscrito en agosto de 1956 en San José, Costa Rica. Gracias al presidente José Figueres, Monteforte pudo viajar a México y el 28 de junio de 1957, en plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, Una manera de morir salió publicada por el Fondo de Cultura Económica con un tiraje de dos mil ejemplares. Aunque la novela había obtenido en 1955 el primer premio, compartido con una obra del chileno Lautaro Yankas, en el Concurso Interamericano de Novelas auspiciado por La Unión Latinoamericana de Universidades, en México y en el resto del mundo fue ninguneada. Que yo sepa, no se publicaron más que tres reseñasxv y aunque en la de Emmanuel Carballo (1929), cuentista y crítico que colaboró mucho en la revista Siempre!, se dice que la novela “puede convertirse en inflamable texto polémico” , no hubo nada de debate. En efecto, de un modo ambiguo, el mismo Carballo parece criticar la novela al final de la reseña por su “exaltación de la personalidad privada del hombre, en oposición a la personalidad pública que, según cree Monteforte Toledo, desvirtúa lo más auténtico del ser humano mediante transacciones y componendas”. En cambio, el título de la reseña, “¿Ética o lógica?” y su explicación en el primer párrafo parecen defender la ideología de la novela: “entre el libre examen y la ortodoxia, entre las creencias éticas del individuo y la lógica implacable de un partido de masas, en síntesis, entre la conciencia y la conveniencia”. Es digno de notar que nunca se identifica el partido de masas por su nombre, el Partido Comunista. La reseña de Jesús Arellano (1923), poeta y estudioso y divulgador de la poesía mexicana, es tan vago que ni menciona el tema de la novela. En la única reseña positiva, Margarita Michelena (1917), poeta y periodista mexicana, dedica toda la primera página de su comentario a la justificación del título: “Un libro necesario”: “Las letras mexicanas padecen una crítica inepta y deshonesta, producto de asociaciones de tipo político y partidarista… Ahora bien, dichos grupos, integrados por comunistas y compañeros de viaje -también con muy pocas excepciones- han llegado al control casi absoluto de todos los medios importantes de difusión cultural… Todo libro se escribe para ser leído; pero los victimados por la conspiración de silencio, maniobra muy vieja y siempre eficaz, no alcanzan, ya no digamos el interés público, sino siquiera el de los libreros” (450).

Lo que es aún peor es que el mismo autor no hizo nada para promover la divulgación de la novela. ¿Por qué? Porque al llegar a México, Monteforte seguramente se dio cuenta de que para sobrevivir en el mundo literario de México y de toda la América Latina, no pudo ofender a la izquierda, de manera que el suicidio moral del protagonista Peralta prefiguraba el suyo propio. En el prólogo a la edición de la Biblioteca Ayacucho en 1993, Monteforte admite que fue atacado por la publicación de Una manera de morir y admite que no se defendió porque “la lucha se hace contra los enemigos y no contra los que sin serlo no piensan como uno” (xiii). En su autobiografía cronológica en la misma edición de la Biblioteca Ayacucho, da otra razón por no haberse defendido: “Desde entonces [1950] se le considera como uno de los ideólogos de la izquierda latinoamericana” (367).

Al volver a México en 1956, Monteforte asumió otra vez su puesto de investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la U.N.A.M., que le permitió escribir y publicar libros como Guatemala. Monografía sociológica (1959), Partidos políticos latinoamericanos (1961), La revolución militar a la peruana (1973) y otros parecidos. En 1961, inició su colaboración semanal en la revista izquierdista Siempre!, que le permitió hacer viajes extensos por todo el mundo y que duró hasta 1978.xvi Una manera de morir no volvió a publicarse hasta 1986, año en que Monteforte volvió a Guatemala a la edad de 75, y no se publicó en México ni en Guatemala sino en Barcelona en Plaza y Janés; y todavía no se ha publicado en Guatemala.

Pese al ninguneo y al autoninguneo de Una manera de morir, resulta ser tanto por el tema como por la estructura y el estilo, la obra cumbre de Monteforte digna de colocarse al lado de las novelas insignes de Guatemala, Centroamérica e Hispanoamérica en general.xvii El título se refiere a los individuos que en los años de la posguerra no han tenido más remedio que sacrificar sus ideales para someterse a un pensamiento ortodoxo. La ortodoxia principal de la novela, sin ser la única, es el comunismo. Al tratar el tema del comunismo, Monteforte no solamente logra presentar la realidad de Guatemala, sino que también plantea un problema universal.xviii El protagonista Peralta es un comunista que se da cuenta de la hipocresía del Partido durante una misión a un pueblo para destituir y desacreditar al buen líder campesino Rueda “por sus desviaciones”. Una vez que Peralta se ha permitido el lujo de pensar por su propia cuenta, se siente tan atormentado que acaba por salir del Partido después de un largo diálogo intelectual y angustioso, con el jefe del Partido. Al principio, se encuentra solo en el mundo. Hasta su propio hermanito, que antes lo idolatraba, lo desprecia por haber abandonado la lucha en la cual había creído tan fervorosamente. No obstante, externamente no le cuesta mucho trabajo adaptarse a la nueva vida. El novio de su hermana le consigue un empleo, irónicamente en un banco, donde, valiéndose de su inteligencia y de su aplicación, comienza a subir rápidamente. Conoce a una joven rica y simpática que pronto llega a ser su novia. Parece que todo le está saliendo a pedir de boca. Sin embargo, en el fondo, Peralta sabe que tampoco pertenece a esta nueva sociedad. Ni él puede aceptar su insipidez ni su afectación, ni ellos pueden perdonarle sus ideas radicales. A pesar de eso, llega hasta el punto de querer casarse con su novia, pero se interpone la Iglesia. Peralta no puede transigir con los ideales que lo ayudaron a librarse de la ortodoxia del Partido y el cura no puede librarse de la ortodoxia de su dogma que justifica su propia existencia. El diálogo termina cuando el padre le niega definitivamente su Dios a Peralta. Casi inconsciente y completamente deshumanizado, Peralta reingresa en el Partido. Ya no se atreverá a pensar por su propia cuenta: es una manera de morir.

El diálogo con el sacerdote, obviamente reflejo del diálogo con el jefe del Partido Comunista, está cargado de emoción. Además de estos dos diálogos, Peralta dialoga con otros individuos: su madre, su novia comunista, el líder de los campesinos indígenas y su compañero Lamberto; y también conversa con grupos de campesinos, compañeros comunistas, empleados del banco, banqueros y huelguistas. Aunque tanto en los diálogos como en las conversaciones se siente la angustia existencialista, la escena más dramática ocurre en el último capítulo en la plataforma del tren que lleva a Peralta y a otros dos compañeros al próximo pueblo después de darse cuenta de que el entusiasmo de los campesinos por los “ídolos capitalinos” en el pueblo de Rueda se ha disipado. Sacudidos por vibraciones del tren y ensordecidos por el viento y los ruidos metálicos, Lamberto le exige a Peralta una explicación por su reingreso en el Partido. Cuando Peralta, completamente disciplinado, o sea “muerto”, le repite la cantaleta de que se había desviado pero que ha reconocido su error, Lamberto se exaspera y le dice a Peralta que él y otros compañeros tampoco estaban conformes con la política comunista y que esperaban que él les enseñara la manera de vivir fuera del Partido. Sintiéndose defraudado por su amigo deshumanizado, Lamberto se vuelve ciego de ira y por poco mata a Peralta empujándolo por encima del barandal. La última página de la novela tiene una angustia insuperable: el tren se detiene salvando a Peralta y los dos compañeros vuelven a entrar en el carro y junto con Antonio bajan en la próxima estación.

Para rematar mi denuncia de los distorsionadores y ninguneadores, quisiera comprobarles que la campaña izquierdista de incorporar a Monteforte dentro de su equipo, sin oposición de él, lo ha acompañado desde 1957 hasta el otoño de 2003. En julio de 1982, Dante Liano, novelista y crítico guatemalteco radicado en Italia, publicó un estudio titulado “Las dos caras del mundo: un relato de Monteforte Toledo” en la revista Studi Latinoamericani 81, dirigida por Giulia Lanciani y Giuseppe Bellini. Aunque lo principal del estudio es el análisis del cuento “Un hombre y un muro”, más o menos la primera mitad se refiere al redescubrimientoxix de Monteforte hacia 1975 después de unos veinte años en que no circulaban sus obras en Guatemalaxx y “las posibilidades editoriales para novelas como Entre la piedra y la cruz eran prácticamente nulas” (129). Dante generaliza sobre las novelas de Monteforte pero da la impresión de que Monteforte se conocía sólo por indigenista y jamás menciona Una manera de morir. También distorsiona la verdad diciendo que Monteforte fue a México junto con Asturias, Cardoza y Aragón, Manuel Galich y otros con la caída del gobierno de Arbenz.

En 1987 la editorial guatemalteca Piedra Santa contrató la publicación de sus obras completas, pero hasta la fecha no han publicado Una manera de morir, dando preferencia a Los desencontrados (1990), Donde acaban los caminos (1991), Llegaron del mar (1992), Entre la piedra y la cruz (1992) y Anaité (2000). En un mensaje electrónico fechado el 31 de enero de 2004, Julio Piedra Santa me confirmó que “la decisión de no imprimir ese libro [Una manera de morir] fue del Dr. Monteforte”. En 1990, John Beverley y Marc Zimmerman, dos marxistas doctorados de la Universidad de California, San Diego, publicaron Literature and Politics in the Central American Revolutions (Austin: University of Texas Press). Aunque el libro contiene muchos datos fidedignos, sobre todo, respecto a Nicaragua, lo que dice sobre Monteforte es totalmente falso: “author of an influential group of social realist novels of Guatemalan Indian life that appeared during the October Revolution” (152). En 1993, la Fundación Ayacucho publicó uno de sus volúmenes antológicos, bajo la dirección personal de Monteforte, que incluía Los desencontrados, Llegaron del mar y Siete cuentos, pero que no incluía Una manera de morir. En la última edición del Diccionario de Escritores Mexicanos (1998), en el artículo sobre Monteforte, firmado PMJ, se menciona Una manera de morir pero se distorsiona totalmente su contenido diciendo que “trata el conflicto de un hombre que fracasa en su lucha contra la sociedad” (415).xxi

Por fin, en una columna publicada en La Jornada y reproducida en La Gaceta de octubre de 2003, Carlos Montemayor (1947), autor mexicano de la novela documental muy buena Guerra en el Paraíso (1991), acerca del movimiento guerrillero dirigido por Lucio Cabañas entre 1971 y 1974 en el estado de Guerrero, señala lo remoto como una de las constantes en la novelística de Monteforte para luego distorsionar el tema de Una manera de morir: “lo remoto para Peralta es su incorporación al mundo de la burguesía” (29), sin decir absolutamente nada acerca de la desilusión de Peralta con el Partido Comunista y su suicidio moral al reingresar en el Partido al final de la novela.

El Partido Comunista ha dejado de ser un tema candente a partir de 1989 o antes pero el tema del conflicto entre la libertad del individuo y la disciplina o la presión de cualquier ortodoxia, política o religiosa, sigue muy vigente hoy día. Por eso, afirmo que por difícil que sea alcanzar la objetividad absoluta, es la responsabilidad de cada investigador y de cada profesor tratar de alcanzar esa objetividad y de repudiar las mentiras y las distorsiones. Espero que esta ponencia y mi futura traducción de Una manera de morir sirvan para resucitar esta novela tan injustamente asesinada.

FIN


BIBLIOGRAFÍA

  • Fernando Alegría, Historia de la novela hispanoamericana. México: Ediciones de Andrea, 1965.
  • Jesús Arellano, “Una manera de morir”. Revista Mexicana de Cultura, 552, 27 de octubre de 1957, 11.
  • Arturo Arias, Ideologías, literatura y sociedad durante la revolución guatemalteca de 1944-54. La Habana: Casa de las Américas, 1979.
  • John Beverley y Marc Zimmerman, Literature and Politics in the Central American Revolutions. Austin: University of Texas Press, 1990.
  • Clara Camplani, La narrativa di Mario Monteforte Toledo tra letteratura e società. Roma: Bulzoni, 1997.
  • Emmanuel Carballo, “¿Etica o lógica? Una manera de morir”. “México en la Cultura”, Novedades, 438, 11 de agosto de 1957, 4.
  • La Gaceta, México: Fondo de Cultura Económica, 394, octubre de 2003.
  • Otto-Raúl González, “Panorama de la literatura guatemalteca”, en Joaquim de Montezuma de Carvalho, Panorama das literaturas das Américas. Nova Lisboa, Angola: Município de Nova Lisboa, 1959, III, 1042.
  • James Handy, “The Guatemalan Revolution and Civil Rights: Presidential Elections and the Judicial Process under Juan José Arévalo and Jacobo Arbenz Guzmán”. Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies, X (no. 19, 1985), 3-21.
  • — , Revolution in the Countryside. Rural Conflict and Agrarian Reform in Guatemala, 1944-1954. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1994, 182-183, 239.
  • Arthur Koestler et al, The God That Failed. Londres: Hamish Hamilton, 1950.
  • Dante Liano, “Las dos caras del mundo: un relato de Mario Monteforte Toledo”. Studi Latinoamericani 81, Romanica Vulgaria Quaderni 4/5, julio de 1982.
  • Solomon Lipp, “Mario Monteforte Toledo — Contemporary Guatemalan Novelist”. Hispania, 44, setiembre de 1961, 420-427.
  • Seymour Menton, Caminata por la narrativa latinoamericana. México: Fondo de Cultura Económica, 2002.
  • — , “Mario Monteforte Toledo y el arte de novelar”, Historia crítica de la novela guatemalteca. Guatemala: Editorial Universitaria, 1960; 2a edición actualizada, 1985.
  • Margarita Michelena, “Un libro necesario. Mario Monteforte Toledo. Una manera de morir”. Estaciones, II, invierno de 1957, 450-453.
  • Mario Monteforte Toledo, “Los actores del movimiento nacional 1944-1954”, Revista de la Universidad de San Carlos, 7, setiembre de 1989, 5-8.
  • — , Conversaciones con Mathias Goeritz. México: Siglo XXI, 1993. (Cintas grabadas entre 1979 y 1981).
  • — , Cuentos de derrota y esperanza. Xalapa:Universidad Veracruzana, 1962.
  • — , “Una democracia a prueba de fuego. Homenaje a los que cayeron defendiendo la democracia guatemalteca; los días 18 y 19 de julio de 1949”. Documento de 47 páginas con varias fotos. Guatemala: Departamento de Publicidad de la Presidencia; Tipografía Nacional, agosto de 1949. Un ejemplar se encuentra en el Department of Special Collections de la biblioteca de la Universidad de Kansas.
  • — , Los desencontrados. Llegaron del mar. Siete cuentos. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1993.
  • — , “Guatemala, Isla de Esperanza”, Cuadernos Americanos, 55, 1951, 7-35.
  • — , Una manera de morir. México: Fondo de Cultura Económica, 1957; 2a edición, Barcelona: Plaza y Janés, 1986.
  • Carlos Montemayor, “Notas para leer a Mario Monteforte Toledo”. La Jornada, México, sin fecha, reproducido en La Gaceta, México: Fondo de Cultura Económica, 394, octubre de 2003, 27-28.
  • Aurora M. Ocampo de Gómez, ed. Diccionario de Escritores Mexicanos. México: U.N.A.M./Centro de Estudios Literarios, 1967; 1998.
  • J.L.Perdomo Orellana y Gerardo Guinea Diez, Mario Monteforte Toledo. Diccionario Privado. Guatemala: Bancafé, 2002.
  • José Revueltas, Los errores. México: Fondo de Cultura Económica, 1964.
  • — , Los días terrenales. México: Editorial Stylo, 1949.
  • Nicholas W. Rokas, “Mario Monteforte Toledo: A Critical Analysis of His Prose Fiction”. Un-published Ph.D. Dissertation, University of Missouri, 1973.

NOTAS

i Una búsqueda bibliográfica en Ovid revela un sólo libro sobre Monteforte, La narrativa di Mario Monteforte Toledo (1997) de Clara Camplani, tesis publicada en Roma en 1997; una sola tesis escrita en los Estados Unidos: Nicholas W. Rokas, Mario Monteforte Toledo: A Critical Analysis of His Prose Fiction (University of Missouri, 1973), cinco artículos y una entrevista.

ii En realidad, según el Diccionario de Escritores Mexicanos, Monterroso salió de Guatemala y se radicó en México ¡en 1944!.

iii En “Guatemala, Isla de Esperanza”, artículo publicado en 1951 en Cuadernos Americanos, Monteforte explica con detalles y en tono ecuánime (14-15) cómo Arévalo balanceaba “las fuerzas que lo rodeaban” (33), con un saldo positivo. Lo caracteriza como “un hombre cuyo haber, que pesa mucho más que su debe” (35). Sin embargo, en años posteriores, parece que Monteforte le guardaba resentimiento a Arévalo porque en setiembre de 1989 publicó un artículo titulado “Los actores del movimiento nacional 1944-1954”, Revista de la Universidad de San Carlos, 7, págs. 5-8, quejándose de que “El Dr. Arévalo se ha perfilado como símbolo y prototipo de la llamada Revolución de Octubre” (5). Para 2002, no lo incluyó en su Diccionario privado. En cambio, dedica un párrafo más o menos favorable a Jacobo Arbenz: “Estuvo en todas las revueltas, con una absoluta frialdad y eficacia. Nunca estaba asustado ese hombre. Tenía ideas claras. Era muy modesto. No era gente de muchos amigos. Era cordial, pero desconfiado, discreto, callado. Nunca entenderé cómo pudo caer como cayó.” En nuestras conversaciones de 1955, Monteforte criticaba a Arbenz por no haber repartido las armas que tenía a la clase obrera que habría defendido el gobierno revolucionario contra Castillo Armas.

Otro detalle curioso respecto a la actitud de Monteforte hacia Arbenz es que en una publicación de 1949, titulada “Una democracia a prueba de fuego”, Monteforte lo elogia mucho a por haber dirigido la defensa del gobierno de Arévalo contra un golpe militar malogrado el 18-19 de julio de 1949. El atentado sucedió después del asesinato del coronel Arana, a quien Monteforte elogia señalando que constituía un obstáculo para los que planeaban el golpe: “hasta entonces obstáculo de tan siniestros planes” (Dept. of Special Collections, University of Kansas Libraries, page 8). No obstante, en el artículo de 1951, Monteforte declara que la muerte de Arana ayudó el movimiento revolucionario: “Ubico y más tarde Arana, que encarnaban las últimas esperanzas de las derechas nacionales y extranjeras, murieron en momentos igualmente oportunos y beneficiosos para el movimiento revoluconario” (15).Lo curioso es que Arana y Arbenz eran candidatos para la presidencia y había rumores que Arbenz estaba involucrado en el asesinato de Arana. El historiador James Handy presenta los dos puntos de vista sobre el asesinato en su artículo “The Guatemalan Revolution and Civil Rights”: “Arbenz reportedly enticed Arana out of Guatemala City with a tip about illegal arms in the presidential chalet in the resort town of Amatitlan, and had him killed in an ambush on his return. . . However, Arbenz and other top level officers argued that Arana had planned a coup, had threatened the president with an overthrow, and was returning to the capital with the arms to begin the revolt when Arévalo with congress’ approval, ordered his arrest. Arana’s men resisted arrest when stopped on their way back to the capital and Arana was killed in the ensuing battle” (6) ‘Se dice que Arbenz sacó a Arana de la capital con el pretexto de recoger armas ilegales encontradas en el chalet presidencial a orillas del Lago de Amatitlán y lo hizo acribillar en una emboscada mientras volvía a la capital. . . En cambio, Arbenz y otros oficiales de alto rango insistieron que Arana había planeado un golpe, había amenazado al presidente y volvía a la capital con las armas para empezar la rebeldía cuando Arévalo, con la aprobación del Congreso, decretó su detención. Los hombres de Arana se negaron a detenerse en el camino de regreso a la capital y Arana murió en el tiroteo’. En otra versión del asesinato, Arturo Arias dice que Arana “trató de derrocar al gobierno por medio de un golpe de estado”. Arbenz, ministro de defensa y sectores estudiantiles y obreros. . . “Procedieron a arrestar a los conjurados. Al intentarse el arresto del coronel Arana se produjo un intercambio de disparos durante el cual dicho personaje así como algunos asistentes de ambas comitivas resultaron muertos” (277).

iv Solomon Lipp, “Mario Monteforte Toledo–contemporary Guatemalan novelist”. Hispania, 44 (setiembre, 1961), 420-427.

v Nicholas William Rokas, Mario Monteforte Toledo: A Critical Analysis of His Prose Fiction. Ph. D. Dissertation, University of Missouri, Columbia, 1972, p. 4.

vi J. L. Perdomo Orellana y Gerardo Guinea Diez, Mario Monteforte Toledo. Diccionario privado. Guatemala: Bancacafé, 2002.

6. Entre 1953 y 1958, Monteforte publicó en el Fondo de Cultura Económica de México seis traducciones:Los libros del conquistador (1953) de Irving Leonard, El mediterráneo y el mundo del mediterráneo en la época de Felipe II (1953) de Fernand Braudel (co-traducción con Wenceslao Rocas), La literatura norteamericana del siglo XX (1953) de H. Straumann, El alma romántica y el sueño (1954) de Albert Béguin, Las relaciones industriales y el orden social (1955) de W.E.Moore y Vida de John Maynard Keynes (1958) de E.F.Harrod.

viii Véase la carta que me dirigió desde Guatemala, fechada el 14 de octubre de 1954, reproducida en mi Caminata por la narrativa latinoamericana (México: Fondo de Cultura Económica, 2002).

Según Perdomo Orellana en el Diccionario Privado (2002), basado en la propia cronología de Monteforte publicada en Los desencontrados. Llegaron del mar. Siete cuentos (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1993, 367), éste volvió a Guatemala en 1954 para asesorar al gobierno de Arbenz sobre el juicio que le sigue en el tribunal de La Haya el principado de Liechtenstein por un asunto de bienes alemanes. Según Monteforte, fue encarcelado en agosto por Castillo Armas durante nueve meses. En su libro titulado Conversaciones con Mathias Goeritz, Monteforte afirma entre 1979 y 1981 que fueron once meses de encarcelamiento: “Al producirse la invasión de 1954, me metieron en la cárcel once meses, sin explicación. Debo la liberación a una novela [sin nombrarla] que ganó un grueso premio internacional; ese dinero sirvió de base a un semanario de oposición que el gobierno destruyó en 1956 después de mandarme al exilio” (33). Como Castillo Armas derribó a Arbenz en junio de 1954 y la carta que recibí de Monteforte en octubre no alude nada a su encarcelamiento, esto queda por aclarar. Además, en la misma carta Monteforte dice que la Universidad de Guatemala le estaba preparando una especie de celebración para el 1 de noviembre con motivo del premio otorgado por la Unión de Universidades Latinoamericanas a Una manera de morir. Cuando lo conocí en junio de 1955, no dijo absolutamente nada sobre su encarcelación. O Monteforte no recordaba bien lo que le había pasado o quería exagerar lo que había sufrido durante el régimen de Castillo Armas para congraciarse más con sus amigos izquierdistas.

ix En su propia autobiografía cronológica, publicada en el tomo de la Biblioteca Ayacucho de Caracas (1993), Monteforte dice que fundó Lunes en noviembre de 1955: otro lapso de memoria. Ya circulaba, por lo menos en junio y julio de 1955, porque yo lo leía.

x Para una versión literaria de estas experiencias, léase el cuento “La frontera”, publicado en Cuadernos Americanos, 6, nov.-dic. de 1956 e incluido en la colección Cuentos de derrota y esperanza (Xalapa: Universidad Veracruzana, 1962).

xi El embajador mexicano Francisco de Icaza tuvo que intervenir para que el gobierno guatemalteco dejara regresar a México a la esposa de Monteforte.

xii Reproducida en Menton, Caminata por la narrativa latinoamericana, México: Fondo de Cultura Económica, 2002, epistolario, 112.

xiii En el prólogo a la edición de la Biblioteca Ayacucho de Caracas en 1993, Monteforte recuerda su encuentro en 1945 con la obra de José Revueltas, “a quien sigo considerando uno de los novelistas latinoamericanos más importantes del hemisferio” (p. xxii).

xiv Revueltas fue expulsado del Partido Comunista Mexicano en 1943. En 1948 ayudó a Vicente Lombardo Toledano a fundar el Partido Popular. En 1949 publicó la novela Los días terrenales que provocó una polémica entre los comunistas y Revueltas se sintió obligado a denunciar su propia novela y a retirarla en 1950. Abandona el Partido Popular en 1955 y fue readmitido en el Partido Comunista Mexicano en marzo de 1956.

xv Jesús Arellano, “Una manera de morir”, Revista Mexicana de Cultura, 552 (27 de octubre de 1957), p. 11; Margarita Michelena, “Un libro necesario. Mario Monteforte Toledo. Una manera de morir”. Estaciones, II (invierno de 1957), 450-453; Emmanuel Carballo, “¿Etica o lógica?” (Una manera de morir), “México en la Cultura”, Novedades, 438, 11 de agosto de 1957, p.4.

En un ensayo panorámico de la literatura guatemalteca, publicado en 1959 en Panorama das literaturas das Américas, dirigido por Joaquim de Montezuma de Carvalho y publicado en Nova Lisboa, Angola, el poeta guatemalteco Otto-Raúl González afirma sobre Monteforte que “su mejor novela sigue siendo, sin discusión, Entre la piedra y la cruz” (vol. III, p. 1042). Una manera de morir figura entre una lista de otras obras pero falta Donde acaban los caminos.

xvi No obstante, en 1971, Monteforte publicó un breve resumen de la revolución de Guatemala de 1944 a 1954 en su libro Mirada sobre Latinoamérica (San José de Costa Rica: EDUCA). El resumen volvió a publicarse en 1975 en la Editorial Universitaria de la Universidad de San Carlos. Aunque el resumen trata de un modo crítico la actuación del Partido Comunista, para la década de los setenta, la denuncia del comunismo oficial no ponía en peligro las credenciales izquierdistas de Monteforte.

xvii Aunque Fernando Alegría critica Una manera de morir por su anti-comunismo, elogia bastante a Monteforte en su Historia de la novela hispaoamericana, en la edición de 1965: “Sea cual sea su posición ideológica, ha expresado en sus libros la dramática condición del hombre centroamericano con una claridad e intensidad que no tienen parangón en la literatura de su tiempo” (226).

xviii Véase Arthur Koestler, Ignazio Silone, André Gide, Richard Wright, Louis Fischer, Stephen Spender, The God That Failed, London: Hamish Hamilton, 1950.

xix No creo que Monteforte haya sido tan redescubierto en el mundo literario. En el M.L.A. International Bibliography, no hay más que ocho artículos, entrevistas y disertaciones sobre Monteforte y su obra.

xx En su autobiografía cronológica, publicada en la edición de la Biblioteca Ayacucho (1993), Monteforte afirma que “El trabajo de todos los escritores exiliados desde 1956 fue quemado en público ese año y prohibido, hasta 1986” (373).

xxi En la primera edición del Diccionario (1967), se menciona Una manera de morir, atribuyéndole una segunda edición de 1964 y traducciones al francés y al húngaro, que no se confirman en la bibliografía en la edición de la Biblioteca Ayacucho, edición a cargo del mismo Monteforte. En la primera edición del Diccionario, se elogia Entre la piedra y la cruz, pero no hay ningún comentario sobre Una manera de morir.


Nota: Publicado anteriormente la revista Alba de América y en el suplemento dominical “Domingo” de Prensa Libre de Guatemala.



Más Consejos de Seymour Menton