Ojos nublados, llenos de lágrimas abundantes,
lloro a Sakhr con lágrimas inagotables.
No pude dormir, pasé la noche en vela,
como si mis ojos estuvieran pintados con ceniza.
Vigilo las estrellas sin encargarme de su protección,
cubierta, al mismo tiempo, con mi ropa desgarrada.
Escucho y no me alegro con la noticia narrada,
que llegó superando a las noticias anteriores
diciendo: “Sakhr estaba de pie y después en su tumba;
cerca del sepulcro está enterrado entre piedras.”
Ve, Alá no se separa de hombres
que rechazan la injusticia y piden el pago por la sangre derramada.
Solías cargar un corazón generoso, puesto en su lugar, valiente.
Así como la punta de la lanza ilumina la noche,
tu imagen más amarga es libre e hija de hombres libres.
Te lloraré mientras se lamente la paloma,
siempre que las estrellas de la noche iluminen al viajero nocturno,
y no me reconciliaré con el pueblo que les hizo la guerra
hasta que la noche más oscura se vuelva blanca.