La sombra nos cobija Con su tapiz de duelo; Cansado ya del cielo, El sol se hundió en la mar. El mundo duerme imbécil, Vacilan las estrellas; En torno a las botellas Venid a delirar. Venid, niñas sedientas De libertad y amores, Que fiestas y licores Dan libertad y amor; Húmedos de esperanza Traed los ojos bellos, Sin trenzas los cabellos, La frente sin rubor. La vida es una farsa Hipócrita y demente, Y el mundo, indiferente, Se cansa del placer; El mundo se ha dormido; Romped vuestros papeles, Dejad los oropeles Que vano os prestó ayer. Dejad de esa comedia El torpe fingimiento; Ahogad el preso aliento Con larga libación; La sombra, si ese cielo Su luz tiende importuna, Envolverá la luna En tocas de crespón. ¡Oh! Lejos de los ojos De la curiosa plebe, La copa en que se bebe Nos abre un ancho Edén; El fondo cristalino Las luces multiplica, Y de vapores rica, Perfuma nuestra sien. Los labios desfrenados, La lengua desatada, En larga carcajada Prorrumpen sin cesar; La lumbre de los ojos, Inquieta y silenciosa, Los ojos de una hermosa Se afana en reflejar Venid a los festines Avaras de placeres, Que el cielo en las mujeres Atesoró el placer; Venid, niñas, sin cuitas, Desnudo el albo seno, Porque quiero el veneno De vuestro amor beber. Cuando la inquieta mente Con el vapor vacile, Y revoltosa apile Fantasma de vapor, Veréis cómo, insensata, El ánima delira, Y voluptuosa aspira El ámbar del amor. Entonces, en la sombra, Las pardas muselinas Visiones peregrinas Flotando mostrarán, Y en cada marco de oro, Cerradas las pinturas, Diabólicas figuras Al vidrio asomarán. Entonces, cada lámpara Parodiará una hoguera, Que miente y reverbera Las lámparas del sol; Y en el balcón la luna, Parecerá una estrella, Donde arde una centella Del fúlgido farol. Cada sonoro brindis De la animada fiesta, Nos fingirá una orquesta De mágica ilusión; Un eco misterioso, Sin canto ni instrumento, Que irá con el aliento A dar al corazón. De cada ardiente beso El lúbrico estallido, Rasgará el sostenido Murmullo bacanal, Como reloj deshecho, Que sin marcar las horas, Sacude las sonoras Campanas de metal. El mundo duerme, niñas; Bebamos y cantemos, Que más no sacaremos Del mundo engañador; Húmedos de esperanza Traed los ojos bellos, Sin trenzas los cabellos, La frente sin rubor. Venid, y mal prendidos Los velos y los chales, Prodiguen, liberales, La luz de vuestra tez; Los ondulantes rizos Flotando por la espalda, La mal ceñida falda Mintiendo desnudez. Y las de negros ojos, Que ostenten su mirada Altiva, enamorada, Con infernal pasión; Y las rubias ostenten, Sin máscaras de tules, Las pupilas azules Y rojo el corazón. La noche se desliza, Su llama el sol enciende, El día nos sorprende, Va el mundo a despertar. ¡Cantemos y bebamos, Que cuando venga el día, El sueño de la orgía Le volverá a apagar!
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