Tu fortaleza hermosa
es mi debilidad.
Por ti me muero.
Vencido estoy por ti,
mas mi derrota,
mi ternura,
mi traspasado corazón se eleva
hasta ti, protegiéndote.
Aunque estás victoriosa
y yo vencido,
soy yo quien te defiende
contra mí, contra ti, contra los otros.
Lo visible es tu cuerpo,
la armoniosa y desnuda
claridad dominante;
lo invisible, la endeble
e infinita ternura del vencido;
pero este blando ambiente,
este tierno calor que te rodea;
amortigua los golpes,
contiene las ofensas,
logra aislarte del vicio.