El cielo está en calma, la tarde serena, y el sol declinando; y al valle tranquilo dirigen su vuelo las aves de paso.
Se ignoran sus nombres, que vienen de lejos, de climas extraños, y todos las miran, mas nadie conoce las aves de paso,
las blancas palomas, que siempre tranquilas el valle habitaron, reciben alegres, con tiernos arrullos, las aves de paso.
Que al fin ellas vienen de incógnitos valles y es dulce su canto; tal vez es por raras, que halagan, seducen, las aves de paso.
Y aunque hay en el valle rendidos amantes de cuello nevado, prefieren las blancas palomas sencillas, las aves de paso.
Mas ¡ay!, que saciadas al fin de caricias, de nidos y granos, de nuevo levantan su rápido vuelo las aves de paso.
Y al verse burladas las pobres palomas, exclaman cantando: Malhaya la incauta que alberga en su nido las aves de paso.
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