Dos amistades hay, igual que dos amores:
una es como la imprudencia,
como los niños reidores.
Y con todo encanto, es descrita divinamente una amistad de niñas:
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Luego, la otra amistad, más grave, más austera,
se escoge con misterio y exige larga espera.
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Temiendo lastimarse va apartando las flores.
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Ve con ajenos ojos y a sus actos se atiene;
siempre acecha y nunca previene.
He aquí ya la nota grave.