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Las ranas pidiendo rey

[Minicuento - Texto completo.]

Jean de La Fontaine

Cansáronse las ranas de vivir en República, y tanto clamaron, que Júpiter les dio la monarquía que solicitaban. Hizo caer del cielo un rey tan pacífico, que no podía serlo más. Pero produjo tal estruendo al caer, que aquella gente anfibia, medrosa y asustadiza por demás, se ocultó corriendo bajo el agua, entre los juncos y las cañas, en el fondo y los escondrijos del estanque, sin atreverse en mucho tiempo a mirar cara a cara a quien juzgaban terrible gigantón.

El gigantón no era más que un poste, que asustó a la primera rana que se atrevió a salir de su madriguera; pero al poco rato se acercó, temblando todavía, y como otra la siguiese, y otra después, se reunió un tropel de aquellos tímidos animalejos, y perdiendo el miedo, saltaron en fin familiarmente sobre el temido monarca. Su majestad lo consintió sin dar señales de vida; y en el acto comenzó Júpiter a oír nuevos clamores.

-Danos, decía el pueblo de la charca, un rey de veras.

Y el rey de los Dioses les envió una voraz grulla, que de inmediato comenzó a atrapar y a engullir súbditos a su antojo.

¡Qué lamentos entonces los de las ranas! Pero Júpiter les contestó:

-Basta ya de veleidades. ¿He de estar pendiente del capricho de ustedes? Debieron conservar su primer gobierno; y en caso de mudanza, darse por contentas de que su rey fuese pacífico y manso. Puesto que aquel no lo quisieron, aguanten ahora a este, aunque no más sea por miedo a que les envíe otro peor.

FIN



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