Lengua de genios
Luis López Nieves
Desde que somos pequeños e indefensos, desde que abrimos los ojos por la mañana: el radio reloj dice time, alarm, doze. El cuarto de baño grita Crest, Scope, hot, cold. Vamos a la cocina y al desayuno: Corn Flakes, Quaker, high, medium, low. Nos montamos en el carro: fuel, oil, speed, seat belts, lights, power brakes. Llegamos a la escuela: cursos de inglés desde el primer grado, en todas las escuelas, sean públicas o privadas. Una que otra celebración en aquellos días especiales: Halloween, Thanksgiving, cositas por el estilo. En los colegios, libros de texto en inglés: ¿Papi, quién es Phillip the Second, el Spanish Monarch? Libros de matemáticas y de ciencias y de historia: en inglés. Música en inglés por la radio: I really really love you, baby. Continuamente. Por televisión los interminables videos en inglés de MTV, Music Box, ya tú sabes. Discotecas con nombres en inglés, donde sólo se baila en ese idioma. Letreros en inglés en todos los edificios. No se escapa uno, por más insignificante que parezca: exit, fire, in case of fire, emergency window, cold, hot. El ascensor: close door, open door, up, down. Los productos del supermercado expresan las calorías y los ingredientes en inglés. Las advertencias urgentes, en inglés: warning, poison, do not touch, danger, caution, hazardous. En los carros: My son/daugther is an honor student at Saint Elsewhere School. Las facturas, en inglés: Puerto Rico Telephone Company, etc. Todos los enseres eléctricos, aunque vengan del Japón: off, on, fast forward, rewind, date, time, volume, treble, stop. Cine en inglés, con la rara excepción de un Jacobo, Zurinaga, Molina o de alguna que otra bella época. Las películas extranjeras, con subtítulos en inglés. Las películas puertorriqueñas, en la section de Foreign Films. Ridiculez de Blockbuster, insulto de Blockbuster, que no puede honrarnos con una tablillita que diga “Cine Puertorriqueño”. Cerca de 936 canales en inglés, más o menos, gracias a Cable TV of Greater San Juan. Hasta C-Span. Hasta los debates del Parlamento Británico para los que, hartos de la fonética norteamericana, prefieran lapachear en el elegante acento de Inglaterra. Revistas de todo tipo: mecánica, farándula, computadoras, levantamiento de pesas (hombres y mujeres). Cultas librerías con nombres ingleses: Castle Books, Mathew’s, Papyrus, Ñémerson. Gobierno que habla español con sintaxis inglesa. Puerto Rico does it better.
En fin, que todo lo vemos, escuchamos, tocamos, olemos y probamos en inglés. De tal modo que no acabo de entender a los muchos compatriotas que se jactan de saber inglés e insisten en usarlo con frecuencia. No entiendo, por más que lo intento, a los que gustan de salpicar sus conversaciones con gotitas de palabras inglesas como si eso tuviera algún tipo de caché o elegancia. No acabo de entenderlo, por mi madre. Porque a estas alturas es evidente que cualquier idiota que se lo proponga puede hablar inglés en esta isla. Lo difícil en Puerto Rico, el verdadero desafío, es hablar español correctamente.
FIN