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Lluvias

[Poema - Texto completo.]

Saint-John Perse

I

El baniano de la lluvia echa sus raíces sobre
la Ciudad.
Un polipero apresurado sube a sus bodas de coral en toda esa leche de agua viva,
Y la idea desnuda como un reciario peina en los jardines del pueblo su crin de niña.
Canta, poema, en la vocinglería de las aguas
la inminencia del tema:
Canta, poema, en el tropel de las aguas la
evasión del tema:
Una alta licencia en el flanco de las Vírgenes
proféticas,
Una eclosión de óvulos de oro en la leonada
noche de los légamos
Y mi lecho hecho, ¡oh fraude!, a la linde de
semejante sueño,
Allí donde se aviva y crece y comienza a girar
la rosa obscena del poema.
Señor terrible de mi risa, he aquí la tierra humeante con el husmo de la venación,
La arcilla viuda bajo el agua virgen, la tierra lavada del paso de los hombres insomnes,
Y, olida de más cerca como un vino, ¿no es verdad que provoca la pérdida de la
memoria?
Señor, ¡Señor terrible de mi risa!, he aquí el reverso del sueño sobre la tierra,
Como la respuesta de las altas dunas al escalonamiento de los mares, he aquí, he
aquí
La tierra a cabo de uso, la hora nueva en sus mantillas y mi corazón visitado por una
extraña vocal.

II

Nodrizas sospechosísimas. Cortejantes de ojos velados de madurez, ¡oh Lluvias! por
quienes
El hombre insólito mantiene su casta, ¿qué diremos esta noche a quien haga altanera
nuestra vela?
¿Sobre qué lecho nuevo, a qué reacia cabeza raptaremos aún la chispa valedera?
Mudo el Ande sobre mi techo, tengo una aclamación fortísima en mí, y es para
vosotras, ¡oh Lluvias!
Llevaré mi causa ante vosotras: ¡en la punta de vuestras lanzas lo más claro de mi bien!
¡La espuma en los labios del poema como
una leche de corales!
Y aquella que danza como un encantador de serpientes a la entrada de mis frases,
La Idea, más desnuda que una cuchilla en el
juego de las facciones,
Me enseñará el rito y la medida contra la
impaciencia del poema.
Señor terrible de mi risa, líbrame de la confesión, de la acogida y del canto.
Señor terrible de mi risa, ¡cuánta ofensa en
los labios del chubasco!
¡Cuántos fraudes consumados bajo nuestras
más altas migraciones!
En la noche clara de mediodía, anticipamos
más de una proposición.
Nueva sobre la esencia del ser. . . ¡oh humos presentes sobre la piedra del lar!
Y la lluvia tibia sobre nuestros techos hizo igualmente bien en apagar las lámparas en
nuestras manos.



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