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Los guardianes

[Minicuento - Texto completo.]

Anónimo: Occidente

Temeroso de su viña, un hombre resolvió ponerle dos guardianes: uno cojo y otro ciego. “Si aparece alguien que quiera robar mis uvas, el ciego lo sentirá llegar y el cojo lo verá. Y si es uno de ellos el que pretende robar, el cojo no llegará demasiado lejos, y el ciego se matará en los barrancos”.

Un día, el ciego le preguntó al cojo:

—¿De dónde viene ese olor tan agradable?

—Detrás de aquellos portones, tiene nuestro amo cosas muy ricas.

—¿Y por qué no me lo habías dicho? ¿Acaso no tienes ese deseo? Yo estoy ciego, pero tengo piernas y tengo fuerzas para llevarte. Toma una bolsa y monta sobre mis hombros. Enséñame el camino, y nos haremos con la riqueza de nuestro amo.

Al cabo de un tiempo, llegó el amo y, al ver que le habían robado las uvas, mandó comparecer a los guardianes.

—Te puse a vigilar mis viñedos y me robaste —le dijo al ciego.

—Mi señor, ves que estoy ciego. Aunque quisiera llegar hasta allí, no alcanzo. Fue el cojo, y no yo quien te robó.

—Si no me hubieras llevado, nunca habría llegado hasta allí porque estoy cojo.

—Y si tú no me hubieras enseñado el camino, nunca habría podido llegar hasta allí.

—Entonces —concluyó el hombre—, robaron los dos. Como un solo hombre pecaron: el ciego es el alma, el cojo es el cuerpo.

Y ordenó dar una golpiza solo al cojo, pues el castigo del alma sería eterno.

FIN


Anónimo ruso


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