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 Mi alma, la pobre mártir 
de mis ensueños dulces y queridos, 
la viajera del cielo, que caminas 
con la luz de un delirio ante los ojos, 
no encontrando a tu paso más que abrojos 
ni sintiendo en tu frente más que espinas, 
sacude y deja el luto 
con que la sombra del dolor te envuelve, 
y olvidando el gemir de tus cantares 
deja la tumba y a la vida vuelve. 
Depón y arroja el duelo 
de tu tristeza funeral y yerta, 
y ante la luz que asoma por el cielo 
en su rayo de amor y de consuelo, 
saluda al porvenir que te despierta. 
Transforma en sol la luna 
de tus noches eternas y sombrías; 
renueva las sonrisas que en la cuna 
para hablar con los ángeles tenías; 
y abrigando otra vez bajo tu cielo, 
de tus horas de niña la confianza, 
diles tu último adiós a los dolores, 
y engalana de nuevo con tus flores 
las ruinas del altar de tu esperanza. 
Ya es hora de que altivas 
tus alas surquen el azul como antes; 
ya es hora de que vivas, 
ya es hora de que cantes; 
ya es hora de que enciendas en el ara 
la blanca luz de las antorchas muertas, 
y de que abras tu templo a la que viene 
en nombre del amor ante sus puertas. 
¡Bajo el espeso y pálido nublado 
que enluta de tu frente la agonía, 
aún te es dado que sueñes, y aún te es dado 
vivir para tus sueños todavía!… 
¡Te lo dice su voz, la de aquel ángel 
cuya memoria celestial y blanca 
es él solo entre todos tus recuerdos 
que ni quejas ni lágrimas te arranca!… 
¡Su voz dulce y bendita 
que cuando tu dolor aún era niño, 
bajaba entre tus cánticos de muerte, 
mensajera de amor a prometerte 
la redención augusta del cariño!… 
Y yo la he visto, ¡mi alma!, desgarrando 
del manto de la bruma el negro broche 
y encendiendo a la luz de su mirada, 
esas dulces estrellas de la noche 
que anuncian la alborada… 
¡Yo he sentido el perfume voluptuoso 
del crespón virginal que la envolvía, 
y he sentido sus besos, y he sentido 
que al acercarse a mí se estremecía!… 
¡Si, mi pobre cadáver, desenvuelve 
los pliegues del sudario que te cubre 
levántate, y no caves 
tu propia tumba en un dolor eterno!… 
La vuelta de las aves 
te anuncia ya que terminó el invierno; 
saluda al sol querido 
que en el Levante de tu amor asoma, 
y ya que tu paloma vuelve al nido, 
reconstrúyele el nido a tu paloma. 
 
1872
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