270 Era en una tierra un omne labrador que usava la reja más que otra lavor; más amava la tierra que non al Crïador, era de muchas guisas omne revolvedor.
271 Fazié una nemiga, suziela por verdat, cambiava los mojones por ganar eredat, façié a todas guisas tuerto e falsedat, avié mal testimonio entre su vecindat.
272 Querié, peroque malo, bien a Sancta María, udié los sus miráculos, dávalis acogía; saludávala siempre, diciéli cada día: «Ave gratïa plena que parist a Messía.»
273 Finó el rastrapaja de tierra bien cargado, en soga de dïablos fue luego cativado, rastrávanlo por tienllas, de cozes bien sovado, pechávanli a duplo el pan que dio mudado.
274 Doliéronse los ángeles d’esta alma mesquina, por quanto la levavan dïablos en rapina; quisieron acorrelli, ganarla por vecina, mas pora fer tal pasta menguavalis farina.
275 Si lis dizién los ángeles de bien una razón, ciento dicién los otros, malas que buenas non; los malos a los bonos teniénlos en rencón, la alma por peccados non issié de presón.
276 Levantóse un ángel, disso: «Yo so testigo, verdat es, non mentira esto que yo vos digo: el cuerpo, el que trasco esta alma consigo, fue de Sancta María vassallo e amigo.
277 Siempre la ementava a yantar e a cena, diziéli tres palabras: ‘Ave gratïa plena’; la boca por qui essié tan sancta cantilena non merecié yazer en tan mala cadena.»
278 Luego que esti nomne de la Sancta Reína udieron los dïablos cogieron’s de ý aína; derramáronse todos como una neblina, desampararon todos a la alma mesquina.
279 Vidiéronla los ángeles seer desemparada, de piedes e de manos con sogas bien atada; sedié como oveja que yaze ensarzada, fueron e adussiéronla pora la su majada.
280 Nomne tan adonado e de vertut atanta, que a los enemigos seguda e espanta, non nos deve doler nin lengua nin garganta que non digamos todos: «Salve Regina Sancta.»
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