Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

No me preguntes por qué vine…

[Poema - Texto completo.]

Ada Negri

No me preguntes por qué vine.
Déjame sentarme aquí, cerca de tu cama.
Estás cansado, ¿verdad?… Te duele el pecho.
¡Oh!, no te escondas en las mantas, mudo…

Dios me dio mis manos pequeñas,
ya que eran dulces a los dolientes:
porque con gestos de halagos calma lentos
los malestares, las ansiedades y los espasmos vanos.

Soy un hada de dulzura. -Si hablo
escúchame un poco, en ti todo está terminado:
lo poseo, el mal secreto,
eso puede todas las penas consolar.

No sé de dónde viene mi voz,
tanta dulzura que el corazón tiembla.
O desconocido, en esta hora suprema
¡abandónate a mí con tu cruz!

Cuerpo deshecho por las fiebres, el corazón
convulsionado, secos los labios vulgares,
cabello sudoroso, estirados al nivel de las cintas
negras alrededor de la terrible palidez;
la vida lucha contra la ruptura,
que penetra en todos, me traerá la mía:
cierra los ojos, se reúne a un piadoso,
de la red de los sueños de un largo tormento…

-No recuerdo. -¿Has llorado, en las
noches eternas, tú también?… – No lo recuerdo.
El pasado está muy lejos, muerto, es un mar
de niebla donde las estrellas salen

y todo se hunde: el castigo oscuro
de la carne de esclavos, y demasiada dulzura
corta, y el yugo de los sentidos codiciosos, ah, también
para ti pesado, y el último de todos,

ya sabes, el que te persigue hasta el fondo,
el horror tácito de la vejez,
sola, sin un hogar, una caricia,
un niño, a causa de estar en el mundo….

…O eres tan puro como la luz de la luna
que de silenciar tu cama blanda:
emerges de la vida que te deja
solo una fronda de la piel marrón:

Sus ojos se han reducido entre las pestañas de
un sueño de amanecer que conduce al cielo,
levantarse, esparcir rosas sin tallos
entrelazadas con copas nevadas de lirios

y en paz llegar a tu bella muerte,
que, en mis brazos, confortado
por mi pasión, o sin nombre,
que en el nombre de Dios eres mi hermana.


Dal profundo, 1910


Más Poemas de Ada Negri