No quiero olvidarte, amor,
ni encender otras poesías:
mira, luciérnaga astuta, de mirada dulce,
la poesía te reclama
y bastaba una caricia inútil
para dar vuelta al mundo.
La bruja secreta que nos ha mirado
ha robado la desnudez del terror,
ese que atrapa a todos los amantes
reunidos dentro de un hacha de recuerdos.