¿Nunca más te inspirará la Tierra,
oh tú, soñadora solitaria?
Pues la pasión ya no arde en ti,
¿dejará de abrazarte la Naturaleza?
“Tu mente no cesa de moverse
por regiones oscuras.
Detén su inútil vagabundeo,
regresa y quédate a mi lado.
“Sé que la brisa de mis montañas
aún te fascina y te calma.
Sé que, en medio de tus caprichos,
mi sol aún te agrada.
“Cuando en el cielo del verano
el día se funde en la noche,
he visto tu espíritu inclinarse
en ferviente idolatría.
“Te he observado cada hora.
Conozco mi poderoso influjo,
conozco mi mágico poder
para alejar tus penas.
“Pocos corazones mortales
languidecen como el tuyo en la Tierra,
pero ninguno desea un Cielo
más parecido a esta Tierra que tú.
“Deja pues que mis alas te acaricien.
Déjame ser tu camarada.
Pues nada más puede darte dicha,
regresa y quédate a mi lado.”
1841
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