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Octavas de corneta

[Poema - Texto completo.]

José de Diego

A José Santos Chocano,
durante su estancia en Puerto Rico.

¿Esta es la hora de tañer amores,
al suspirar de flautas y violines,
o la hora del tronar de los tambores
y el rígido rugir de los clarines?
Sed como los heraldos, trovadores,
que llamen a los fuertes paladines…
¡Y al denso ritmo de la heroica octava,
vibre el clangor¹ de la corneta brava!

Aquí la tienes para ti, Poeta;
infúndele una racha de bochorno,
al espirar do tu pulmón de atleta,
y vientos y almas penetrando en torno
el sonante metal de la corneta,
hijo de los abismos y del horno,
difundirá en las almas y en los vientos
sombras y resplandores y lamentos.

Cruza por nuestros bosques en el carro,
en las andas del Inca poderoso
que murió sin gemir: canta el desgarro
del magnífico Imperio luminoso:
los manes de Atahualpa y de Pizarro
rompan de los sepulcros el reposo…
¡Y resurjan con Ponce y Agüeybana
el dolor indio y la fiereza hispana!

Hay caminos valientes en la sierra
que se agarran al Yunque, la tribuna
que te ofrece la cumbre de mi tierra,
donde te puede coronar la luna.
Convoca allí a los genios de la guerra,
diles de nuestra estrella la infortuna
¡y vuelen tus estrofas militares
por cien montañas y por cuatro mares!

Convoca a los poetas en la cumbre,
para que sientan el horror que inspira,
la visión de la Patria en servidumbre,
y ardan al fuego de la santa ira
que hace saltar de las espadas lumbre
y cánticos de muerte de la lira,
¡y sea un combatiente cada bardo
y cada cuerda de la lira un dardo!

Embracen en la lucha nuestro escudo
y asombre al aire su clamor colérico,
cuando Dios haga del Cordero mudo
un cachorrillo del León ibérico.
Si un falso dios de los Olimpos pudo
blandir sus armas en el canto homérico,
Nuestro Señor nos dio su Cruz sagrada
¡y una cruz con un filo es una espada!

El combate no es muerte, cuando advierte
una vida inmortal, y no es suicida
quién la inmortalidad busca en la muerte…
¡si hay que morir, muramos por la vida!
¡muramos por la Patria y por la suerte
de la raza en nosotros perseguida!
El sol es un sepulcro peregrino…
¡Nuestro sepulcro será el Sol latino!

Tu nombre es santidad, tu nombre es choque:
tu nombre es choque y santidad, poeta:
esgrime nuestra cruz como un estoque:
haz de nuestro dolor una corneta:
un clarín penetrante que convoque
a todos los dolores del planeta
¡y mientras gima nuestra Patria esclava
vibre el clangor de tu corneta brava!


Cantos de rebeldía, 1916
1. Clangor: sonido de la trompeta o del clarín.


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